sábado, 28 de noviembre de 2015

Como concursantes de Gran Hermano

Rajoy saliendo de su encierro para darle una 'simpática' colleja a su hijo —"el niño de Rajoy"— y hablarnos de sus lecturas favoritas (el MARCA); Pablo Iglesias fusilando a Sabina junto a  Pablo Motos; Rivera empatizando con el susodicho Motos, mientras acaricia a esos monigotes; Pedro Sánchez hablando de mujeres con un especialista, Bertín Osborne, mientras mantienen unos extraños cojines amarillos en la entrepierna...

En fin, como dice Elvira Lindo en su columna de hoy, titulada Del Parlamento a la tele: "Asistimos a este espectáculo anonadados. Más que un triunfo de la democracia, lo es de los verdaderos reyes del populismo: los jefazos de las televisiones, a los que hay que aplaudirles el olfato que han tenido para advertir que lo que ahora subía la audiencia era el rostro humano de nuestros líderes".

Elvira Lindo[...] «Los políticos han ido aceptando las condiciones del show televisivo y, a su vez, las televisiones han convertido los platós en una suerte de miniparlamentos cuyas reglas del juego impone a su capricho cada cadena, haciendo cada presentador las veces de presidente del hemiciclo, y mezclándose los contertulios con los políticos, como siempre se hizo en los pasillos del Congreso, pero ahora a la vista de los espectadores. El resultado es que, trasladado efectivamente el Congreso a los platós de la tele, observamos la política como una especie de reality show, y a nuestros políticos los encontramos cada vez más parecidos a concursantes de un Gran Hermano, midiendo a diario su popularidad según hayan actuado o interactuado con sus colegas. 

Esta semana ha sido una demostración vivísima de esta nueva realidad: mientras Rivera se daba el pico con Pablo Motos, que anteriormente se había mostrado impúdicamente borde con Iglesias; Sánchez se dejaba contagiar por la castiza campechanía de Bertín Osborne, se convertía en aventajado alumno, asintiendo cuando Bertín le explicaba que el político debe mostrar su rostro humano, puesto que, según dictan los tiempos, tan importante es la persona como la ideología. A Sánchez esto le vino al pelo para reivindicar uno de sus momentos estelares: el día en que llamó en directo a Jorge Javier Vázquez a Sálvame. “¡Me llamaron populista!”, dijo Sánchez. Sólo le faltó añadir: cuando no era más que un pionero. Lo fue.


Mariano Rajoy, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Pedro Sánchez haciendo el imbécil
Los debates parlamentarios, trasladados a los estudios, nos están procurando grandes sesiones de divertimento; las entrevistas suben las audiencias porque nos ofrecen algo así como una gran gincana, en la que el político debe demostrar que es humano, como diría Bertín, que sabe encajar las bromas, y que para rematar ha de protagonizar algún número del show business, porque qué es la política sino un gran show televisivo. Cantar, tocar la guitarra, encestar unas canastas, hacer zumitos, bailar, o si uno cuenta con algunos problemillas de psicomotricidad y soltura, como así le ocurre al presidente, hacer las veces de comentarista deportivo, que es ahí donde Mariano puede demostrar que hay algo en esta vida que le conmueve». [...]

1 comentario:

  1. Pues esto no ha hecho más que empezar. Bueno, aún no ha empezado en serio.

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