Se titula —en clave un punto irónica— Gràcies, y "tira con bala", como diría un pariente de un servidor.
«Ahora que parece que el nacionalismo ya ha alcanzado la máxima cota de ignominia posible -la declaración de intenciones de desobediencia votada el pasado día 9 al Parlamento-, es una buena oportunidad para agradecerle que durante los cinco últimos años nos haya permitido conocer de primera mano una serie de sensaciones que sólo eran aprehensibles a través de la literatura, de los libros de historia y del cine.
Más allá de la quiebra económica e institucional y de la desconfianza política que ha ocasionado, se ha de agradecer que hayamos podido ver cómo es el arte de la agitación mediática, capaz de estar muchos años educando sin revelar el propósito de la educación, de modo que se fuera cumpliendo la función educativa sin que los receptores de tal educación se dieran cuenta de que estaban siendo educados en la maravilla nacionalista: ya se sabe que la mejor propaganda es la invisible. Que hayamos presenciado cómo se recurre, desde el mismo Govern, a mentiras flagrantes, a la distorsión de hechos y la activación de los elementos más irracionales de la mitología de una tierra para enfrentar a una parte de los ciudadanos contra el resto de españoles. Y se ha de agradecer, claro, que hayamos asistido al culto a la personalidad de Artur Mas, como una divinidad teatral que descendiera del cielo.
Hay que agradecer que cada 11 de septiembre se nos haya obsequiado con el espectáculo de la masa regimentada y coreografiada rígidamente y geométricamente por el poder - "y sean, a pasos rítmicos, elásticos, cien mil mozos con ritos de banderas. Todo Tiene un encanto silvestre y tribal ", escribía Eugenio Montes a propósito del estreno en Madrid de El triunfo de la voluntad -, anhelante de exhibirla como una victoria absoluta de la fe nacionalista para cohibir las reacciones de Madrid e impresionar a los telespectadores extranjeros.
Mikimoto y Karmele interrogan a Gran Uribe
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No es menor la gratitud que se debe tener hacia Jordi Pujol, capaz de definir la inmoralidad de su régimen mientras definía la esencia corrupta del franquismo.
Hay que celebrar, en fin, que gracias al aumento del desvarío nacionalista, cada vez haya más gente que, tras una apreciación profundamente racional de los hechos, y en base a detalles técnicos concretos, se sienta muy satisfecha de ser española y de tener garantizados sus derechos constitucionales».
¡Qué buen artículo de un auténtico catalán de "soca-rel"! La última frase revela exactamente mi posición final en este asunto: el Estado garantiza mis derechos constitucionales y eso, en definitiva, es lo fundamental.
ResponderEliminarnvts
Yo también me uno a ese agradecimiento. En cuanto al extranjero, aunque vean esos miles de personas manifestándose por la calle, luego en las votaciones no sale esa esperada mayoría abrumadora. Los extranjeros, por supuesto, no entienden nada de nada de lo que pasa aquí, ni aunque se intente de mil maneras. Cuando acabas siempre preguntan algo que recuerda al anuncio de la tele del padre y la niña con la muñeca (hace años); después de una perorata abstracta, el padre le pregunta "¿Lo has entendido?" y la niña contesta "Yo sí, pero ella (la muñeca), no". MJ
ResponderEliminarLo que hay que reconocer es que a organizar "shows" estilo 11-S, a estos tíos (y tías) no les gana nadie. Aunque si yo fuera extranjero (y ya empiezo a serlo) me preguntaría muy seriamente cómo una manifestación presuntamente espontánea, familiar, lúdica, alcanza ese alto grado de disciplina cuasi militar...
ResponderEliminarPor cierto, creo que ahora Montoro les pedirá explicaciones de los gastos en fastos como los 11-S hasta la última peseta. El pobre Mas Colell va a tener que hacer malabarismos para cuadrar los números.
El Tapir