Fotografía: NATALIA SANCHA
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La tienda se encuentra en Esmirna, desde cuya costa salen decenas o cientos de pateras que intentan alcanzar Grecia. El niño, que se llama Hassan, tiene 10 años. Según la crónica a la que esta foto servía de ilustración, se echó a llorar minutos después, cuando sus mayores le dijeron que no podían comprarle un salvavidas con silbato porque costaba dos euros más que los normales. No lloraba desde luego por la utilidad real del silbato, sino por su significado imaginario. Ignoramos cuánto tardó la realidad en arruinar sus quimeras. Como señalamos al comienzo, ni siquiera sabemos de qué le sirvió el chaleco, si le sirvió de algo».
Juan José Millás, Un chaleco con silbato
Luego, esos chalecos salvavidas se dejan y se amontonan en las playas de las islas griegas. O no fueron necesarios o cumplieron su función. En esos casos, objetivo conseguido. Es lo de la botella medio llena. MJ
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