QUÉ PASARÁ
«Una palabra fatídica, que nadie se atreve a pronunciar, sobrevuela el espacio de toda Cataluña. Hasta ahora el proceso independentista, de uno y otro lado, ha sido enmascarado bajo insinuantes circunloquios y metáforas. Choque de trenes, viaje a ninguna parte, rebelión programada, golpe de Estado, huida hacia adelante, fractura social, aplicación del artículo 155 de la Constitución, defensa de la unidad de España, desobediencia civil, acción judicial, reacción proporcionada, pacto nacional, motín al borde del abismo, desfile de la Guardia Civil por la Diagonal, supresión de la autonomía de Cataluña, lealtad democrática, se acabó la broma, desconexión con España, monopolio de la violencia en poder del Estado. ¿Qué pasará? En medio de esta deliberada confusión metafórica, una palabra fatídica revolotea como un cuervo sobre la aventura soberanista. Está en la mente de todos, pero nadie, ni el presidente del Gobierno, ni el político más rudo, ni el comentarista más exacerbado se atreven a pronunciarla abiertamente. Vamos, por Dios, España es un país europeo civilizado. Eso que usted piensa y no dice, aunque haya sucedido en otros países también muy civilizados, no, eso en Cataluña no va a pasar. No obstante puede que exista todavía ese catalán pactista, lleno de buen sentido, burgués, inteligente y educado que al oír durante la sobremesa al mediodía proclamar en el Parlament la República Catalana sea capaz de pronunciar la palabra fatídica, ¡Sarajevo!, y se le atragante la sopa de estrellitas que estaba tomando. En Sarajevo, después de haber realizado unas modélicas olimpiadas de invierno en 1984, ejemplo de convivencia feliz, como sucedió en Cataluña en 1992, vecinos serbiobosnios, que una semana antes se pedían el perejil o un poco de sal, sin saber la razón, comenzaron a sacarse unos a otros los ojos con un tenedor».
Manuel Vicent
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Sí es cierto que la fina capa de civilización que nos recubre puede saltar fácilmente, sin embargo, la actualidad política catalana, si de los indepes depende, no creo que vaya a seguir un camino parecido al de Yugoslavia. En Cataluña quedan pocos trabucaires y la gente no vive del todo mal. Dudo de la existencia de un verdadero espíritu de sacrificio. El "cahier de doléances" catalán es poco heroico, no hay muerte ni destrucción. La infrafinanciación, la falta de poder político o los ataques a la lengua, no parecen ser motivo suficiente para quemarse a lo bonzo en la Plaza Sant Jaume, para poner una bomba o ni siquiera para perder la paga doble de navidad.
ResponderEliminarA mí lo que me da miedo es la caverna. Estos sí la pueden liar parda.
El caso es que puede que la demencia colectiva que parece haberse adueñado de algunos grupos sea fingida. Pero observemos que la presidenta del Parlament asegura que los catalanes están esclavizados desde hace años por el Estado y yo estoy segura de que hay quien que se lo cree. Y hay más frases peregrinas aún. A partir de aquí las cosas pueden evolucionar a posiciones ridículas o más. Aunque sí, lo más probable es que no llegue la sangre al río. MJ
ResponderEliminarYo también creo que no llegará la sangre al río. Pero con la misma convicción creo que será difícil curar las heridas abiertas (entre catalanes y con gentes del resto de España)...
EliminarEl Tapir
Desde luego, no hay más que ver la imagen del Parlament ayer cuando se aprobó la declaración. MJ
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