Pues bien, Marcos Chércoles y Nicolás Miguéiz actúan en verano como socorristas en las playas de Ibiza. Dado que por allí tienen más bien poca faena en esta época, han decidido poner toda su pericia para ayudar in situ a la oleada de refugiados que todos los días llegan a las costas de Lesbos. Trabajan en la ONG Proactiva Open Arms (brazos abiertos).
Nos lo cuenta Diario de Ibiza a través de un artículo de Joan Lluís Ferrer (autor de La destrucción del paraíso, del que ya hablaremos algún día). Ferrer ha aprovechado una breve estancia de los dos socorristas en la isla para explicarnos esta estimulante historia, de la que escogemos los primeros párrafos.
«Lesbos es una isla tres veces más grande que Ibiza. Pertenece a Grecia, pero está prácticamente pegada a Turquía. Esto hace que todos los días miles de personas que huyen de la guerra de Siria atravesando Asia Menor se lancen a la desesperada a bordo de barcas inseguras –que a menudo no saben ni manejar– para atravesar los poco más de nueve kilómetros de mar que median entre una muerte segura y las puertas hacia la salvación.
Dos de las personas que están allí salvando vidas a diario residen en Ibiza. Marcos Chércoles, coordinador del servicio de socorrismo en las playas de Vila, y el argentino Nicolás Miguéiz Montán, que ha ocupado el mismo puesto en el municipio de Sant Josep.
Este verano decidieron cambiar la vigilancia de las playas de la isla por las de aquella isla griega, donde descubrieron una realidad aterradora, mucho más de la que muestran las pantallas de televisión. Allí vieron que hay organizaciones de voluntarios, pero que básicamente éstas solo ayudaban a la gente a desembarcar en la orilla. Se dieron cuenta de que era muy importante actuar dentro del agua, porque allí no había nadie que interviniera, aparte de la Guardia Costera griega y Frontex en casos especiales», relata el responsable de los socorristas de Sant Josep
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«De manera cotidiana llegan embarcaciones que navegan atravesadas, o bien se les para el motor a 200 metros de la costa, y la gente que va dentro se tira al agua, desesperados, porque ven la costa griega tan cerca, que se lanzan al mar, a veces con sus mochilas puestas, porque allí llevan todo lo que tienen», añade.
Además, quienes teóricamente llevan el barco son los mismos refugiados a los que las mafias han entregado una barca sin más. «Los patrones de las barcas son gente como cualquiera de nosotros, que tal vez no han visto el mar en su vida, y de repente les dicen que cojan el bote y vayan en línea recta. Es gente totalmente inexperta que no sabe ni cómo funciona el motor», asegura. Estas mafias han cobrado a cada una de las 50 personas que suelen agolparse en el interior nada menos que 1.500 euros, «por cada uno de los pasajeros», recalca Miguéiz, quien recuerda que los ferrys que enlazan Turquía con Lesbos para los residentes apenas cuestan 15 euros el trayecto.[...]
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