sábado, 1 de julio de 2017

La "posverdad", ¿un disfraz de la mentira?

¿Quién no ha oído alguna vez esa palabra últimamente? Quizá por eso, la RAE la va a incorporar a su Diccionario.

Viñeta de El Roto
Ya lo decía Francesc de Carreras (el catedrático de Derecho Constitucional, hijo del que fue presidente del Barça Narcís de Carreras) hace unos meses:

«No son buenos tiempos para el periodismo. Cualquiera puede decir algo que es falso y, sin comprobar su veracidad, la afirmación se va repitiendo hasta calar en la opinión pública como un verdad inatacable. Recuerden que estamos en tiempos de posverdad, ese palabro indigno, un simple disfraz de la mentira. Las llamadas redes sociales son el medio idóneo para contribuir a esta confusión. La mala fe todavía más. La ignorancia general hace el resto. El periodismo de investigación ya no consiste sólo en buscar afanosamente la verdad sino que tiene como objetivo primordial desmentir la posverdad, es decir, averiguar las falsedades que se van instalando en la mentalidad de la gente como verdades establecidas».

En realidad, esto de la posverdad ya lo había inventado el nazi Goebbels; recuerden su 6º principio de la propaganda:
«La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. 'Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad'».

En esta época convulsa, en la que a la mentira pura y dura la estamos llamando de modo eufemístico "posverdad", al totalitarismo social "corrección política" , al derecho a la autodeterminación "derecho a decidir", etc., no es difícil quedar a expensas de un grupo —por pequeño que sea— bien organizado y dispuesto a imponer cualquier disparate ante una mayoría silenciosa aterrorizada de que la demonicen si se le ocurre oponerse. Ya saben de qué estamos hablando...



Pues en esas estamos. Esta palabra —post-truth— la inventaron los americanos, quiénes si no, y Trump es un gran partidario de ella. El caso es que tan de moda está ese 'palabro indigno' del que habla Carreras, y tanto practican ese concepto políticos mediocres (o sinvergüenzas), tertulianos diversos, periodistas de calderilla y ciudadanos ya convencidos, que la Real Academia Española la incorporará en su versión castellana —posverdad, sin t— a la próxima edición de su diccionario como sustantivo.

Aunque no está establecido todavía el texto final de la entrada, no es previsible que en él figure la palabra mentira, naturalmente. Parece que la cosa será algo así: «Son aquellas informaciones o aseveraciones que no se basan en hechos objetivos, sino que apelan a las emociones, creencias o deseos del público».

Enlace al artículo de Alex Grijelmo: La posverdad da el salto al Diccionario

Jordi Pujol Ferrusola, en libertad bajo fianza

8 comentarios:

  1. Buenos días GranUribe,

    Me sorprende que no hayas comentado nada de las palabras del Alcalde de Blanes, a la sazón compañero mío de carnet (él en el PSC, yo en el PSOE).

    Que se haya disculpado, que está bien, no exime a sus palabras de la carga xenófoba que llevan. Lo que extraña es que salgan de la boca de un charnego… Pero ya sabemos lo que pasa con los muchos `pablos de tarso` que hay en la política municipal o estatal, como el brillante (sic) Rufián.

    Como decía Bob Dylan:

    “Reuníos a mí alrededor gente,
    por donde quiera que vaguéis,
    y admitid que las aguas
    de vuestro alrededor han crecido,
    y aceptad que pronto
    estaréis calados hasta los huesos.
    Si el tiempo es para vosotros algo que
    merece la pena conservar,
    entonces mejor que empecéis a nadar,
    u os hundiréis como una piedra,
    porque los tiempos están cambiando…”

    Y es cierto, los tiempos están cambiando: ahora ser de izquierdas es compatible con ser nacionalista, y ser contrario a los nacionalismos es sinónimo de ser fascista.

    Alfredo

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  2. Me olvidaba: escribo desde el antiguo Reyno de Galicia (910-1109 d.C.), desde la ciudad de Pontevedra.

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    1. Le confieso que si no he hablado del asunto ese es porque no estaba enterado de lo que había dicho ese sujeto, aunque sí que sabía algo de que el alcalde de Blanes había sido obligado a desmentir unas declaraciones suyas.

      Me ocuparé del asunto en breve. Es que uno no da abasto a oír borricadas por estos lares, comprenda usted...

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  3. A mi entender hay palabras que se mercantilizan. Un ejemplo claro es esta de posverdad.
    No existe la posverdad como no existe la poscerteza o la posclaridad. Y así tampoco sus contrarios.
    Interesa decir que posverdad es aquello que nos han llevado a error, o sea algo que es falso sin comprobar su veracidad. Pero lo que es interesante que no sólo es culpable quien nos dice la noticia, sino quien la escucha y la trasmite.
    Es de esta forma que alegamos " a mi me lo han dicho", pero tampoco comprobamos su fuente, su veracidad. Y de la misma manera que os ha entrado por el blog, o por guas-guas, la trasmitimos, dando rienda suelta a lo que en realidad se debería de llamar: BULO.
    O sea, la POSVERDAD no merece lugar en la RAE, sino ser sinónimo de BULO.

    Salut

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    1. Exacto, usted lo ha dicho. No merece una definición de la RAE: es un sinónimo de bulo y punto.

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  4. Bien, ya que concordamos, vayamos a la segunda parte.
    ¿Porqué sucede que no solemos comprobar en muchas ocasiones la veracidad de una afirmación que nos viene dada en un blog o en guas-guas?
    1) Porque nos fiamos de la persona
    2) Porque nos llegan cada día 20 noticias, todas ellas "creíbles"
    3) Porque ya no te extrañas de nada
    4) Porque no tenemos tiempo de averiguar si son ciertas o no, pero conforman con mi manera de pensar, por lo que la damos por ciertas.

    Hay pocas, muy pocas personas de las que me fíe en la veracidad de sus informaciones. A nivel personal el Juliana, el Gregorio Morán , el Fernando Onega y el Ministro de cultura Gabilondo serían unas de ellas.
    De los diarios uno debe de llevar cuidado, todos son medios que se deben a la propaganda y tienen lo que antes se llamaba línea editorial y que ahora no es más que cuenta de beneficios.
    Por eso, cuando inserto una noticia, intento poner la fuente, o al menos tener dos puentos de referencia, me fastidia el "renuncio", o sea, lo que deberíamos admitir como posverdad.
    Un abrazo

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  5. Me adhiero a la propuesta: posverdad no es nada más que un sinónimo de bulo. Así de sencillo. Nuestro idioma es lo suficientemente rico y no precisa de una nueva palabra que no es más que un eufemismo para designar un bulo, patraña, infundio, chisme...
    nvts

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    1. Yo también estoy superadherido. El idioma español es muy rico en matices y no necesita esto de la posverdad para nada. Son trolas, inventos y bulos que se expanden aprovechando aquello de "envíalo a veinte contactos" y así se multiplica exponencialmente y como todo Dios lo ha recibido, todo Dios cree que es verdad.

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