Desgajado el iceberg del tamaño de 10 ciudades como Madrid
«Es uno de los mayores icebergs registrados y su futuro es difícil de predecir. Puede mantenerse como una sola pieza, pero es más plausible que se rompa en varios fragmentos. Una parte del hielo puede permanecer en la zona durante décadas, mientras que otras partes podrían ir a la deriva hacia el norte”, explica en un comunicado el glaciólogo Adrian Luckman, líder del proyecto Midas. Hace una semana, la Agencia Espacial Europea (ESA) alertó de que el iceberg podría suponer “un peligro para el tráfico marítimo”.
[...] Como explicaba la semana pasada el geólogo español Jerónimo López, el desprendimiento de A68 debilita el frente de la barrera de hielo, que actúa como un muro de contención frente al empuje de los glaciares que están detrás. “Ese hielo sí que está sobre el continente y puede aumentar el nivel del mar si se derrite. Ahí está la relevancia de este fenómeno”, advirtió López, expresidente del máximo órgano internacional de la investigación antártica, el SCAR».
«Se advierte en los analistas políticos un cansancio que no corresponde al agotamiento preveraniego, sino a algo más profundo, cercano a la depresión. Atrapados en una noria ideológica en la que los pensamientos que suben son idénticos a los que bajan, en vez de aclararnos lo que ocurre, nos trasmiten un estado de perplejidad que no logran ocultar sus tecnicismos. Y no nos referimos a la cuestión catalana. Hablamos de la cuestión a secas. The question, por aludir brevemente a Shakespeare. Ser o no ser. No saben, no sabemos qué es lo mejor. Tampoco los partidos políticos dan muestras de una agudeza fuera de lo común. Así las cosas, queremos creer que agosto, pese al calor, refrescará las neuronas y que en septiembre averiguaremos por fin qué pasa, qué nos pasa. Ojalá fuera así, pero mucho nos tememos que no.
Nos lo dice el rumor de fondo. No se trata de que haya una pieza suelta en la maquinaria. Es que nos hemos cargado el palier, que diría un mecánico. O el árbol de levas, no sé, algo que afecta a la estructura. Al dejar caer la ginebra sobre el hielo, para el combinado de media tarde, escuchamos un crujido que es la metáfora del que ha provocado el desgajamiento de un iceberg del tamaño de 10 ciudades como Madrid, dicen, y un billón de toneladas de peso. Como si los dioses estuvieran preparándose un gin-tonic mientras contemplan con desdén las desventuras de este pequeño mundo nuestro.
Y mientras los dioses se aturden con su alcohol y nosotros con el nuestro, el iceberg se desplaza sin rumbo por el océano como un barco fantasma, lleno hasta los bordes de cadáveres. Si pudiéramos asomarnos para ver la cara de los muertos, nos veríamos a nosotros, como en un espejo. A mi gin-tonic le falta la raja de pepino».
Y mientras los dioses se aturden con su alcohol y nosotros con el nuestro, el iceberg se desplaza sin rumbo por el océano como un barco fantasma, lleno hasta los bordes de cadáveres. Si pudiéramos asomarnos para ver la cara de los muertos, nos veríamos a nosotros, como en un espejo. A mi gin-tonic le falta la raja de pepino».
Juan José Millás, El pepino, EL PAÍS (21/7/2017)
Tres pequeñas acotaciones de Gran Uribe:
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Estoy muy agotado, y lo peor, me estoy poniendo de mal humor.
ResponderEliminarSí, yo también. Comparto plenamente el estado en que se encuentra usted.
EliminarDesconfío un poco de que la rodaja de pepino le haga algún bien al gin-tonic. Aún así, estoy dispuesto a probarlo, si lo prueba Gran Uribe primero...
ResponderEliminarEl Tapir
Me dispongo a probarlo ahora mismo. Le daré novedades.
EliminarNo sé si las rodajitas mejoran el sabor del gin-tonic, pero queda bonito, bueno, más sofisticado. MJ
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