La infección populista
«Término de curso común en la jerga politológica, el populismo constituye una práctica añeja, que fue cobrando pujanza a medida que la modernidad capitalista, a partir de mediados del siglo XIX, aceleraba las grandes migraciones del campo a la ciudad, la consiguiente urbanización a gran escala y el reemplazo de los dispersos burgos y comunidades rurales, relativamente cohesionados, por las sociedades industrializadas y multitudinarias de nuestro tiempo. Ya por entonces se echó de ver que tanto la organización como el control de tamañas muchedumbres exigía la aplicación de una ominosa ingeniería humana —como los distintos totalitarismos revelaron al poco—, que hallaría uno de sus más rentables filones en el imaginario del pueblo, la nación, la patria y la identidad, de pura cepa romántica.
Confrontadas a la esencial heterogeneidad de las sociedades abiertas, son legión las personas tentadas por la compulsión de abrazar un imaginario colectivo iluso a fuer de simplista, que de entrada traza una nítida frontera entre un ominoso ellos, acampado extramuros de la ciudadela, y un engreído nosotros, que presuntamente diluiría las casi siempre decisivas diferencias sociales —de clase, riqueza, poder, culto o sexo— en un unánime y unísono latido, ese espectral pueblo que no se quitan de la boca los cabecillas y portavoces del arco político entero. Desde la más rancia derecha —tan dada a untar de brillantina la caspa— hasta el colorista espectro rosa, verde, lila, magenta o estelado en que el prisma de la postmodernidad ha descompuesto el viejo rojo marxista.
Ese popular mejunje de identidades triviales y tribales destinos que nadie, de ser emplazado a ello, sabría definir con rigor, es sin cesar guisado por gerifaltes y timoneles de vario pelaje, y por sus respectivas cocinas mediáticas y partidistas.[...]
Viñeta de El Roto |
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Excelente artículo, centrado sobre todo en el populismo de derechas. Pero, como apunta Albert Chillón al final de su artículo, también existe un populismo de izquierdas, que a menudo obviamos pero que hoy está cobrando una "rabiosa" actualidad. Tras años de sopor infinito, la escena política se vuelve incierta, sí, pero también estimulante. Veremos cómo deriva todo esto. ¿Necesitaremos el GPS, como el personaje de la viñeta de El Roto?
ResponderEliminarEl Tapir
Yo se lo recomiendo: compre un GPS, si no lo tiene ya. Si le indica hacia dónde quiere ir, caso de que usted lo sepa, ese aparato le señalará con exactitud por dónde tiene que ir y siguiendo a quién.
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