Ahora Juan José Millás comenta, con su "mala sombra" habitual, otra foto suya en el dominical de EL PAÍS de hoy.
Fotografía de Santi Palacios (AP) |
Parecería que unos dedos gigantes e invisibles mezclan los cuerpos, entrelazándolos en base a unos gustos estéticos propios. Lo cierto es que la variedad de colores y actitudes proporciona al conjunto un dramatismo que parece intencionado. Observen, si no, cómo los brazos y las piernas componen una rara sintaxis, cómo los cuerpos se desprenden a veces de la urdimbre, cómo caen, cómo se agolpan en algunos lugares formando grumos de materia que enriquecen el cuadro. Fíjense en los hombres caídos de cualquier modo sobre el suelo, igual que hebras sobrantes por las que enseguida pasaremos la escoba. Y no se pierdan el juego del claroscuro, como si los autores de la obra procediesen de una tradición tenebrista. Pero muy tenebrista, mucho. Parece que, contentos con los resultados, ya se está construyendo otra valla, otra urdimbre que ofrezca mayor resistencia, y mayor dramatismo por tanto, al paso de la trama".
[Juan José Millás. Una tradición tenebrista. EL PAÍS SEMANAL, 15/06/2014]
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