Enrique Gil Calvo se pregunta —en EL PAÍS de hoy— cómo se puede sostener que la forma de Estado es un problema urgente "con la que está cayendo".
Al final del artículo nos aventura lo que él piensa del asunto. No está mal visto, en opinión de Uribe.
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Si nuestros políticos profesionales se lanzan a pedir el cambio de régimen, es porque se sienten culpables ante una desafección popular que ha sentenciado su desautorización y deslegitimación colectiva: “No nos representan”. Y para tratar de hacerse perdonar todos sus errores y culpas (como la corrupción, el austericidio, etcétera), y de paso lavar su mala conciencia, exageran sus reivindicaciones antisistema pidiendo el fin del régimen y la cabeza del Rey. Lo cual equivale a hacer de la Corona un chivo expiatorio sobre el que poder descargar y proyectar todas las culpas colectivas que son propias exclusivamente de la clase política. Ahora bien, esto demuestra que tan hipócritas eran antes, cuando en la Transición aceptaron la Monarquía por puro interés político, como ahora, cuando alardean de rechazarla para revestirse con la máscara impostada de la virtud republicana. Pero es dudoso que les crean los escépticos espectadores de una tragicomedia que parece tanto más inverosímil cuanto más impostada».
Desde luego, lo de exigir (el verbo pedir está desapareciendo rápidamente del diccionario) referéndums se está convirtiendo en un mantra pelín pesado. La clave para solucionar nuestros problemas: ¡Referéndum ya! Estoy decidido a exigir un referéndum para que me suban el sueldo, ¡qué coño!
ResponderEliminarSaludos,
El Tapir
El tapir