[...] «“Los hijos muertos”, publicada en 1958, sigue siendo para mí, aparte de la mejor novela sobre la posguerra del siglo XX, la obra maestra de una escritora descomunal, una autora clave en la literatura española contemporánea, un ejemplo de exigencia, de rigor, de lucidez, mucho más allá de la encantadora mujer que fue, sin duda, Ana María Matute. Por eso, ante su muerte, más que felicitarme por haber tenido el privilegio de conocerla, de hablar con ella de literatura, de cocina y de carpintería —su hobby favorito—, quiero evocar la fortuna de haber sido su lectora y, aún más, de haber encontrado en ella un modelo, un puente, un camino a seguir.
Viva Ana María Matute, porque vivirá siempre mientras vivan sus libros».
Enlace: Adiós, Ana
Todo un detalle, sí señor, y un buen artículo además. A mí, con todo, lo que más me ha emocionado son algunas de las dedicatorias que dejaron sus lectores en el libro de condolencias y que he podido ver en Internet.
ResponderEliminarVivirá en nuestro recuerdo y en sus libros. Para siempre.