Lo que comentábamos ayer, hoy se confirma: un batallón de "obreros" ha entrado en Can Vies, provistos todos ellos de su correspondiente casquito amarillo, para reconstruir el edificio. Según los bomberos aquel no es un lugar seguro porque lo que queda puede caerse en cualquier momento.
El ayuntamiento está cogido de pies y manos porque, además, anda por medio el no dar "mala imagen". Considera, un poco fatuamente, que Cataluña está en el escaparate del mundo y todo este asunto puede perjudicar "el procés nacional" [Uribe piensa que ese procés se ve más perjudicado por sus impresentables políticos, por ejemplo]. Quizá por eso su portavoz ha explicado que ayer decidieron no impedir la nueva ocupación de la finca de Can Vies ya que ese día miles de personas celebraban en el mismo barrio de Sants una feria de comercio y hoy le toca el turno a la "fiesta de la cereza".
Si aquello se cae patas arriba en plena fiesta de ese delicioso fruto menudo lío...
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«La “reconstrucción” del centro no es meramente simbólica. Es real. De pico y pala. A primera hora de la mañana, los defensores de Can Vies se reunieron en el antiguo recinto fabril de Can Batlló, en el mismo barrio, para planificar los trabajos. Una columna de obreros con cascos amarillos y toda clase de material de construcción —soportes de metal, bolsas de cemento, carretillas, botes de pintura y hasta un martillo neumático— han avanzado por las calles de Sants versionando el Bella ciao de los partisanos, y advirtiendo de que ni CiU ni el PSC (presente y pasado del gobierno municipal) van a expulsarles del barrio. Los cascos lucían mensajes al estilo de los de La chaqueta metálica, pero de muy otro signo: “Por un mundo nuevo” o “Nasío pa okupar”. Un joven con el brazo derecho en cabestrillo recordó que el material, cascos incluidos, debe “recogerse y devolverse al final de la jornada”.
“Sí, sí, sí, Can Vies ya está aquí”, gritó la columna de improvisados trabajadores al girar la plaza de Sants y encarar el edificio».
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