Al hilo de dos exposiciones que se pueden ver estos días en Madrid (la del pintor Cristino de Vera en CaixaForum y la de libros de ajedrez, en la Biblioteca Nacional) dedicadas al silencio, Julio Llamazares, el controvertido escritor leonés, comenta algo de lo que ya hemos hablado en este blog alguna vez, la última en
El viaje en tren de Manuel Vilas:
Dice así en su columna, titulada hoy
Arte del silencio:
[...] «Al contrario, la conquista del silencio debería ser un objetivo político como el de la calidad del aire o la pureza de nuestros mares y ríos. La contaminación acústica que entorpece nuestras conversaciones, no digamos ya nuestro pensamiento, en países como España es cada vez más difícil de soportar, pese a lo cual no parece preocuparles a muchos, a juzgar por los gritos que llenan los establecimientos públicos y los medios de comunicación no escritos.
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Cartel de la exposición de Cristino de Vera en CaixaForum Madrid |
Difícil es —en medio de ese ruido que lo ensordece todo— escuchar a Fellini diciendo que, “si hubiera más silencio, si todos guardáramos un poco de silencio, quizá llegaríamos a entender algo” o al también cineasta Woody Allen afirmar que “Dios es el silencio”, pero más difícil es entender a Miguel Torga, el escritor portugués, cuando escribió en su pueblo de Trás-os-Montes, al que regresaba siempre que podía desde la ciudad:
“Llego, enciendo la chimenea y me quedo en silencio durante horas sintiendo que mis palabras no están a la altura de mis sentimientos”.
Entregadas al griterío y el ruido (que en muchos bares y restaurantes la televisión o la música contribuyen a amplificar), la mayoría de las personas están lejos hoy de entender siquiera que el silencio es un derecho de todos como el aire y el agua limpios o como cualquiera de los que figuran en la Constitución de cualquier país. Como para entender que el silencio es una forma de conversar con nosotros mismos como la pintura de Cristino de Vera y el ajedrez nos cuentan».
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Es cierto, reconozcámoslo así: está claro que lo primero es lo del comer, la sanidad, la educación, etc., y que nadie se ocupa de ninguna de esas cosas, más que para sacar cada uno su propia Ley de Educación cuando llega al poder (porque desde ahí se manipulan las mentes); y llevamos ya siete u ocho desde el setenta y ocho, valga la redundancia.
Pero ni en esa nueva ley (ni en la de educación ni en otras) se tratarán las cosas que tratamos hoy, como la del silencio, que son casi de urbanidad elemental, y que afectan a la calidad de vida de las personas y a su equilibrio personal.
Eso sí, se están dedicando a legislar de cara al año 2040, en lo que respecta a la automoción (tema gasolina), sin consultar a nadie; queda bonito decirlo, pero no deja de ser un brindis al sol más, porque en ese año... el PSOE puede que ya no esté poder (quizá ni exista) para implantarlo y, además, todos calvos, incluido el propio Dr. Sánchez.
Me siento perfectamente identificado con esas reflexiones de Cristino de Vera. Cuando el Dr. Sánchez consiga cambiar la Constitución, podríamos añadir un artículo en ese sentido: "El derecho irrenunciable de todos los españoles (y españolas) al silencio" Y el deber de las autoridades de poner los medios a su alcance para hacerlo respetar.
ResponderEliminarEl Tapir
Otra persona a favor de ese artículo. MJ
ResponderEliminarMe sumo.
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