viernes, 23 de noviembre de 2018

El trilero y el basurero

Acabada la fase de crisálida, que discurrió en el interior de un contenedor de basuras, ahora emerge de nuevo, con ánimo renovado y gorra de capitán de yate, un sujeto con futuro y amb il·lusió, que parece aspirar a empuñar el timón para conducirnos en su nave hasta Ítaca, esta vez sí. Hablamos del trilero Artur Mas el Astut, un tipo que últimamente se deja ver por todas partes y conspira todo lo que puede para salir del "basurero de la historia" al que lo arrojó la CUP.

[Simulación infográfica: granuribe50]
Este individuo, principal culpable (quizá por orden de Pujol) del quilombo en que estamos sumidos todos (incluido G.U. y los seguidores del blog), tiene siete vidas, como los gatos "más fuertes, más preparados" (diría Rodríguez de la Fuente). Consciente de que está a punto de acabarse su inhabilitación, quiere volver por la puerta grande, diga lo que diga CUP.

Para cuando llegue ese momento ha mudado de piel, escogiendo el disfraz de político sensato que ha venido para que olvidemos a su sucesor (nombrado por él, ¡ojo al dato!), ese chalado de Fuigdemont que huyó como un conejo. Por eso se reúne con empresarios, con abogados, sale en TV3 a todas horas y acude incluso a la entrega del ¡premio Planeta!, esa empresa traidora y botiflera donde las haya. Este hombre pasará a "los anales de la historia", no lo duden.



Aunque, de momento, tiene un problema. Un problema que se llama "cinco kilitos", esa minucia que le reclaman por la organización de la pantomima del 9N, cuya efemérides celebramos hace un par de semanas. Por suerte para él, este país (tan amante de "la pela") los recaudará sin problema, como agradecimiento del "poble de Catalunya" a lo mucho que ha hecho por él. Y hasta donde no llegue "el poble", quizá se pueda echar mano de algún remanente del tres per cent, en paradero desconocido, pero que en treinta años debió de dar para algo más que para sufragar campañas electorales.

Pero esto, mejor que Gran Uribe, lo comentará uno de sus columnistas de cabecera: Albert Soler, of course:

«Parece ser que Presidentmàs tendrá que pagar casi 5 millones de euros, que es lo que pagamos los catalanes para organizar aquello del 9-N, una charlotada de tantas, recuerden, "queremos votar", "in-inde-independencia" y blablabla. O sea que en realidad lo que tiene que hacer es devolvernos a los catalanes nuestro dinero, que él malgastó en lo que le pasó por el gorro. Él se lo pasó muy bien, salió en todas las radios y televisiones y, en fin, se divirtió como un enano por el módico precio de cero euros, porque la factura la pagamos todos. Los políticos catalanes están tan acostumbrados a hacerse los valientes con nuestro dinero que es comprensible que el pobre no pensara que la gente normal acostumbra a pagarse los excesos. Presidentmàs pasó sin escalera de la niñez a la política, así que también pasó con toda naturalidad de ir a Port Aventura a cargo de los papás a divertirse a cargo de los catalanes. Ha tenido que venir un juez a explicarle que es muy legítimo querer sentirse reina por un día, pero que la fiesta se la tiene que pagar de su bolsillo.



Presidentmàs, lo habrán notado por el tratamiento que le dispenso, continúa siendo Presidentmàs aunque no presida nada, salvo la lista de morosos o embargados. El lacismo tiene muy claros los protocolos, y continuará hablando de Presidentmàs incluso aunque viva en un cajero, entre cartones, igual que se refiere todavía a presidente Puigdemont por más que haya huido y dejado atrás país, casa, familia y cargo, además de la honorabilidad. Incluso hay, juro que los he escuchado, quien en la intimidad habla todavía de presidente Pujol. De Montilla no, Montilla es Montilla a secas, porque a pesar de que fue también presidente, pesa todavía más que sea xarnego. Y esto el lacismo no lo perdona.

El PDeCAT —o sea la Convergencia de toda la vida— ha salido en defensa de Presidentmàs, o mejor dicho, del dinero de Presidentmàs, asegurando que hacerle pagar esta morterada es un "castigo político". Estoy seguro de que lo dicen en serio. Convergència lleva tantas décadas cobrando en lugar de pagar, que cada vez que alguien les quiere cobrar una deuda, lo consideran un castigo. Imagino las colas que deben de formar sus dirigentes cuando  en el súper se niegan a pagar los yogures, las pizzas congeladas y los pañales —en la lista de la compra convergente no faltan nunca los pañales, de unos años a esta parte— por considerarlo un castigo, y no cualquier castigo, sino un castigo político.

— ¿Seguridad? Vengan a la caja número 4, por favor. Hay un señor con gorra de capitán de barco que se niega a pagar la compra, y además pretende sustraer de la caja el 3% del importe total. Asegura que siempre se ha hecho así y que tiene prisa, que zarpa hacia Itaca. Parece peligroso.

Presidentmàs tiene a partir de ahora la opción de vivir en un cajero, la de pedir un euro a cada catalán como hizo Lola Flores hace años, o la de montar una caja de resistencia. Yo recomiendo esta última solución. Antes, las estafas se hacían por el método de la Pirámide, ya saben, cada cual tenía que enredar a cinco incautos, y así sucesivamente. Esto ya está superado. Se superó cuando alguien de la ANC descubrió lo que se considera la mejor aportación de Cataluña a la humanidad: la caja de resistencia, también llamada "por qué perder el tiempo embarcándonos en largas pirámides, si podemos estafarlos a todos de una vez". Seguimos».


2 comentarios:

  1. "Este hombre pasará a "los anales de la historia", no lo duden."

    Lechuguino de lechuga,
    y rabino por el rabo.
    y plumífero de pluna
    y anales...viene del ano.

    Salut

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  2. Magnífico Soler. Pero, ¡ojo!, el cosmopolita Torrent (¿insulto?) puede que considere que la palabra Presidentmàs en ese contexto es un insulto.
    Leyendo el artículo, que, como siempre no tiene desperdicio, pensé que iba a aparecer al final Presidentorra. Pero, claro, no, porque ese sí que es president, president. MJ

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