sábado, 24 de marzo de 2018

El MNAC es un buen museo, pero G.U se va unos días

No se inquieten ustedes. Gran Uribe no hablará de los nuevos presos ni de la nueva fugitiva, y van... La justicia es la justicia, y los que infringen las leyes deben ir al trullo, como afirmaba de nuevo ayer el señor Jacobi (aquel enfadado sujeto del Círculo Ecuestre ante el costurero Torrent). En Alemania no entienden otra cosa. Las leyes se han de cumplir, y el juez hace bien (en opinión de G.U) en intentar que así sea, al margen de utilidades políticas (que no es lo suyo), y tanto más en un asunto de tanta gravedad, como es el caso de un intento de golpe de estado.

De todas formas, a un lego en la materia (como es el caso de este bloguero) le llama la atención que el rei Artur quede libre del asunto (que inició él a instancias de Pujolone, ojo al dato). ¡Un trilero ante el que hay que quitarse el sombrero!

Pero como se reanudarán en breve las enfáticas declaraciones simbólicas, las caceroladas y manifestaciones diversas, esas a las que como decía Chaves Nogales es tan adicto el pueblo catalán (si es que no han empezado ya), además de la quema de retratos y todo eso, G.U., en previsión, se marchará cuatro días a cambiar de aires, en este caso más allá de la frontera sur de Catalonia. Descartó San Sebastián por el mal tiempo. Esperemos encontrar despejada  la carretera.



Pero a lo que íbamos: G.U. se da una vuelta por el MNAC (en Montjuic) de cuando en cuando. Le agrada ese lugar y lo que contiene, que es mucho. En la entrada suele haber cantidad de guiris (cada vez menos), unos tipos a los que han traído en autobuses para contemplar las vistas, pero esos no entran en el museo. El caso es que ayer tocaba revisitar las salas dedicadas a arte gótico. Lo del renacimiento y barroco lo dejaremos para otra ocasión.

Algunas de las obras de las salas de arte gótico en el MNAC (Pere Serra, Lluís Dalmau y autor anónimo)

Una hermosa visita, aunque los días de semana haya más grupos escolares de los que uno quisiera. Uno de ellos, en concreto, tenía a la pobre profesora explicando algunas obras del taller de Pere Serra (finales del XIV) ante una escueta audiencia, ya que el grueso de la expedición retozaba en el hall, como se puede apreciar en la cuarta fotografía.

La caótica vista de Barcelona, con las columnas de Puig i Cadafalch
La volumetría de la Sagrada Familia empieza a apabullar
La zona más salvable de la reforma de Gae Aulenti: el órgano
Gandulazos haciendo campana de la visita a las salas de arte gótico
Pero, aún así, vale la pena pasarse por allí, aunque uno ayer no pudo evitar el recuerdo de funestas experiencias de cuando ejercía de docente de displicentes alumnos: nunca supo motivarlos (mea culpa). Solo les gustaba ir al museo del Barça y esperar la salida de los futbolistas del entreno, con esos coches que para sí quisiera Jordi Pujol Ferrusola.

[En efecto, no ha olvidado la visita al Museu de Vilafranca (excelente), y el momento en que junto a otro profesor estaba gestionando la entrada del colectivo, precisamente cuando los primeros zagales ya salían de la visita preguntando "¿qué hacemos ahora?" O aquella otra en Mallorca, cuando tras instruir a los alumnos, vía PowerPoint, sobre el gótico catalán y la obra de Miquel Barceló, tuvo que acabar haciendo la visita con las otras dos profesoras y solo dos alumnos aplicados, mientras los demás retozaban fuera. Los susodichos aplicados fueron convenientemente denostados por el resto, claro].

3 comentarios:

  1. El edificio de Montjuic define perfectamente a su tiempo, el de una dictadura burguesa conservadora, y con ello cumple perfectamente su objetivo. Desde luego, no era vanguardia, ni de lejos, pero está perfectamente colocado y es absolutamente generoso en espacios. Me imagino a uno del Raval de los años 20 viendo esos salones donde cabrían todos sus vecinos sin molestarse (cosa que no ocurriría en su portal, claro). Y como dice usted, el contenido también es más que interesante. Como éramos España (y lo seguimos siendo), a 600 km estudiábamos el Pantocrator de Tahull, por ejemplo, y allí, emocionado, me lo encontré en mi primera visita (he hecho dos). Además de esos frescos (de los cuales me sigue sorprendiendo su traslado), recuerdo a Anglada Camarassa, Fortuny y a José Clará, delicado escultor. Además, celebré mi cumpleaños comiendo en su restaurante, caro pero no me importó, pues disfruté también de la localización. Lo que sí observé, una vez más, es como servía más o menos sutilmente a la causa. De entrada con esa N en su acrónimo y también transformando algunos nombres sin motivo. Recuerdo como un pintor, cuyo nombre en la firma era claramente Pablo, se convertía en Pau en la ficha indicativa de la misma obra. Tacita a tacita...
    Mateo M.

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  2. Ayyy ¡¡¡ ANÓNIMO ¡¡¡ ¿ Cuántos no han borrado su apellido y apostrofado con un punto para ponerse el de su madre que sonaba más catalán ?....Le diré uno, solo uno y hay a decenas, Pàmies. ¿A qué le suena el nombre de Sergi Pàmies? ¿y porqué no se apellida López, como su padre, Gregorio López Raimundo?, porque suena mejor en este país el segundo apellido que el primero. Y así le puedo decir de muchos, muchos.
    Un saludo

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  3. La volumetría de la Sagrada Familia sí que empieza a ser apabullante. Ya la han hecho para eso. Y ahora mucho quejarse de que hay más gente que en el metro. Lo de las columnas queda fatal, como se puede observar. El museo estupendo, aunque no atraiga al alumnado de los centros. MJ

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