lunes, 11 de septiembre de 2017

Un artículo de Pérez-Reverte sobre el temita

ESPAÑA ES CULPABLE
No sé qué ocurrirá en Cataluña en octubre. Estaré de viaje, con la dosis de vergüenza añadida de quien está en el extranjero y comprueba que lo miran a uno con lástima, como súbdito de un país de fantoches, surrealista hasta el disparate. Por eso, el mal rato que ese día voy a pasar quiero agradecérselo a tres grupos de compatriotas, catalanes y no catalanes: los oportunistas, los cobardes y los sinvergüenzas. Hay un cuarto grupo que incluye desde ingenuos manipulables a analfabetos de buena voluntad, pero voy a dejarlos fuera porque esta página tiene capacidad de aforo limitada. Así que me centraré en los otros. Los que harán posible que a mi edad, y con la mili que llevo, un editor norteamericano, un amigo escritor francés, un periodista cultural alemán, me acompañen en el sentimiento.
Cuando miro atrás sobre cómo hemos llegado a esto, a que una democracia de cuarenta años en uno de los países con más larga historia en Europa se vea en la que nos vemos, me llevan los diablos con la podredumbre moral de una clase política capaz de prevaricar de todo, de demolerlo todo con tal de mantenerse en el poder aunque sea con respiración asistida. De esa panda de charlatanes, fanáticos, catetos y a veces ladrones –con corbata o sin ella–, dueña de una España estupefacta, clientelar o cómplice. De una feria de pícaros y cortabolsas que las nuevas formaciones políticas no regeneran, sino alientan.
El disparate catalán tiene como autor principal a esa clase dirigente catalana de toda la vida, alta burguesía cuya arrogante ansia de lucro e impunidad abrieron, de tanto forzarla, la caja de los truenos. Pero no están solos. Por la tapa se coló el interés de los empresarios calladitos y cómplices, así como esa demagogia estólida, facilona, oportunista, encarnada por los Rufiancitos de turno, aliada para la ocasión con el fanatismo más analfabeto, intransigente, agresivo e incontrolable. Y en esa pinza siniestra, en ese ambiente de chantaje social facilitado por la dejación que el Estado español ha hecho de sus obligaciones –cualquier acto de legítima autoridad democrática se considera ya un acto fascista–, crece y se educa desde hace años la sociedad joven de Cataluña, con efectos dramáticos en la actualidad y devastadores, irreversibles, a corto y medio plazo. En esa fábrica de desprecio, cuando no de odio visceral, a todo cuanto se relaciona con la palabra España.
Pero ojo. Si esas responsabilidades corresponden a la sociedad catalana, el resto de España es tan culpable como ella. Lo fueron quienes, aun conscientes de dónde estaban los más peligrosos cánceres históricos españoles, trocearon en diecisiete porciones competencias fundamentales como educación y fuerzas de seguridad. Lo es esa izquierda que permitió que la bandera y la palabra España pareciesen propiedad exclusiva de la derecha, y lo es la derecha que no vaciló en arropar con tales símbolos sus turbios negocios. Lo son los presidentes desde González a Rajoy, sin excepción, que durante tres décadas permitieron que el nacionalismo despreciara, primero, e insultara, luego, los símbolos del Estado, convirtiendo en apestados a quienes con toda legitimidad los defendían por creer en ellos. Son culpables los ministros de Educación y los políticos que permitieron la contumaz falsedad en los libros de texto que forman generaciones para el futuro. Es responsable la Real Academia Española, que para no meterse en problemas negó siempre su amparo a los profesores, empresarios y padres de familia que acudían a ella denunciando chantajes lingüísticos. Es responsable un país que permite a una horda miserable silbar su himno nacional y a su rey. Son responsables los periodistas y tertulianos que ahora despiertan indignados tras guardar prudente cautela durante décadas, mientras a sus compañeros que pronosticaban lo que iba a ocurrir –no era preciso ser futurólogo– los llamaban exagerados y alarmistas.

Porque no les quepa duda: culpables somos ustedes y yo, que ahora exigimos sentido común a una sociedad civil catalana a la que dejamos indefensa en manos de manipuladores, sinvergüenzas y delincuentes. Una sociedad que, en buena parte, no ha tenido otra que agachar la cabeza y permitir que sus hijos se mimeticen con el paisaje para sobrevivir. Unos españoles desvalidos a quienes ahora exigimos, desde lejos, la heroicidad de que se mantengan firmes, cuando hemos permitido que los aplasten y silencien. Por eso, pase lo que pase en octubre, el daño es irreparable y el mal es colectivo, pues todos somos culpables. Por estúpidos. Por indiferentes y por cobardes
Arturo Pérez-Reverte , España es culpable

7 comentarios:

  1. Buenos días, que sepa, que yo tambien iba a colgar este magnifico articulo en mi blog, de hecho lo voy a hacer ahora mismo...
    Como casi siempre muy certero Don Arturo

    Un saludo

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  2. Muy bueno, pero con una matización. Yo no me siento, ni lo soy, culpable de nada de este despropósito. Y como yo, muchos. El señor Reverte puede que sí, pues se aplica con denuedo a despotricar contra el país, subrayando y remarcando sus múltiples carencias. Yo, además de ser bastante crítico, también llevo años hablando de que somos el país más solidario del mundo, más simpático y de mejor humor, con una cultura centenaria que ha dado las más altas cotas de grandeza a varias artes... y donde mejor se come (también del mundo). Encima, me gustan las morenas (mi mujer lo es) y las aceitunas. ¡Qué más puedo decir! Pues que no quiero vivir en otro sitio.
    Mateo M.

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  3. En finnn..qué decir si ya está todo dicho.

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  4. Estupendo artículo. Pero ¿cómo se podría haber atajado esto? Cuando se llega a este extremo de credulidad fanática, demencia e insensatez es que han fallado muchas cosas. A posteriori todo se ve más claro. A priori es más difícil. Si cuando empezaron las memeces nos hubiéramos manifestado con contundencia, quizás, solo quizás, no hubiéramos llegado a estos extremos. Y para mí, memez es lo que ocurrió hace años cuando empezó el baile de los "buenos" y los "malos". Luego nos vino el tancredismo, el actual procesismo, el activismo político de Ómnium y de la ANC (recuerden a Forcadell), que son verdaderos atropellos. Omito muchas cosas y, claro, Pérez-Reverte lo dice mucho mejor. Pero yo, aunque sea tarde, también quiero aportar algo. MJ

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  5. Es fácil que al que no ha nacido en Cataluña se le escapen ciertos matices de gran importancia para comprender el "procés" en su integridad. Porque, en efecto, es un "procés" que empieza mucho antes de lo que se acostumbra a creer, que nos remonta a los primeros años ochenta, con el acceso a la presidencia de la Generalitat de Jordi Pujol, el auténtico ideólogo del "procés". Poco a poco nos fueron colando como "verdades de fe" temas como el de la inmersión lingüística, sin la cual, se afirmaba, la lengua catalana estaba amenazada de muerte. No soy lingüista y me resulta difícil rebatir este punto, aunque lo que sí tengo claro es que dejar como único espacio para el castellano la asignatura de lengua castellana, es crear cuasi analfabetos en esta lengua. Otro caballo de Troya estuvo, cómo no, en la enseñanza de la Historia, cada vez más decantada hacia las tesis del nacionalismo catalán más rancio. Y cómo no recordar el turbio asunto de la Banca Catalana y el hábil manejo que de él hizo el Honorable. Este hombre es uno de los políticos más inteligentes y con visión de futuro que ha dado Cataluña, a la que, poco a poco, sin prisa pero sin pausa, y sin que nadie pareciera darse cuenta (y el que se daba cuenta era tildado automáticamente de "facha"), fue moldeando a su ideal nacionalista. Lástima que al final, el amor a su familia (otro punto clave en su ideario) -y a su bienestar económico, por qué no decirlo- le haya igualado con los Blesa, Rato y demás ralea española. Sin embargo, mi opinión es que la figura de Pujol renacerá de sus cenizas y se enterrará en el olvido el obscuro crecimiento de su fortuna...
    El Tapir

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  6. Buen artículo, sí señor. Aquí se ha alentado un nacionalismo, por la derecha y por la izquierda, que primero trabajó de forma soterrada y ahora, al fin, da la cara. Y ya vemos qué cara.
    Sugiero la lectura de un artículo de Juan Cruz que se titula "Junqueras Hamelin" y otro de Almudena Grandes sobre la señora Forcadell. Esclarecedores también, diría yo.

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  7. tanto llenarse la boca con "canceres de españa" a perezreverte solo le falta el parche en el ojo la manga colgante y el cadaver de la inteligencia aun caliente yacente en el suelo del paraninfo........ ¿o no le falta nada y lo lleva todito camuflado entre lineas?

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