domingo, 17 de septiembre de 2017

Último fin de semana del verano

Bueno, hermanos, llegamos al último fin de semana del verano, que se nos ha escurrido de las manos casi sin darnos cuenta y Gran Uribe —un sujeto al que encanta la playa, ya desde sus años mozos en la de Castelldefels con la familia— ha batido su propio récord. Ha ido, en total, una vez a la playa en las Salinas, dos en Cala Bassa (Ibiza), aunque casi de madrugada y otra en Benicarló.

Las experiencias no han sido favorables, en general, y no ha vuelto más, aunque la densidad humana no alcanzara ni por asomo la de la fotografía que comenta Millás o la de las otras que añadimos al final, que más bien evocan lo que debe de ser, por ejemplo y sin ir más lejos, un baño en el delta del Ganges durante las peregrinaciones.

«Si en lugar de a miles de personas, hubiéramos reunido en esta playa a miles de chimpancés, habrían sido al poco tiempo víctimas del caos, pues estos animales solo pueden convivir en comunidades reducidas. Lo explica muy bien Yuval Noah Harari en Sapiens (Debate), donde señala que nuestro secreto para cooperar en grupos cientos de miles o millones de individuos se debió al advenimiento de la ficción. Desde el instante en el que nuestro cerebro fue capaz de alumbrar realidades imaginadas como la religión, el código civil, la patria o El Corte Inglés, los seres humanos, fusionados en torno a tales mitos, pudimos superar el umbral crítico de cooperantes que en nuestros parientes, los chimpancés, no pasa de 50.

Fotografía: José Jordan

Del mismo modo, en fin, que creemos en Dios o en el dólar, creemos en la idea de ir a la playa. Gracias a esa ficción la gente puede convivir en espacios reducidísimos sin que la violencia estalle. Al llegar a casa, asegurarán que vienen de la playa sin conciencia alguna de mentir. De hecho al día siguiente de que se publicara esta foto en El País, me telefoneó un amigo de Barcelona para que lo buscara con una lupa, pues había estado allí en el momento en el que se sacaba la instantánea. Es uno de los que creen estar bañándose. Este amigo también estuvo entre la multitud cuando vino el Papa a España porque es muy católico. Ahora es independentista, pero hasta hace poco llevaba una banderita española en la muñeca. A veces saltamos de una ficción a otra como el chimpancé de una a otra rama. Todo esto gracias a la versatilidad de nuestras redes neuronales».

Juan José Millás, Redes neuronales, EL PAÍS SEMANAL (17/9/2017)



4 comentarios:

  1. ¿Dónde va Vicente? Donde va la gente.

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  2. Pues fíjese, G.U., curiosamente yo soy fan de la playa de Castelldefels. Desde 2006 hasta hoy he ido allí unos días en siete ocasiones. Y es que no me gustan demasiado las playas, pero en esa siempre tenemos sitio al lado de la orilla, sobre todo entre semana. Además, por la noche hay sitios tan buenos como el CheChe donde se come de maravilla y con un servicio muy profesional. Luego un paseíto por su largo Paseo Marítimo y tan contentos.
    Mateo M.

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    1. Me encanta ese lugar porque conserva un cierto aire intemporal y muchos edificios todavía son los de mi época adolescente, se ha construido poco y bajo, siempre hay sitio, la gente es tranquila, los atardeceres son mágicos, con el sol poniente sobre la montaña de Garraf, qué más pedir a un lugar que tengo a tiro de piedra de Barcelona. Lo único que echo en falta son aquellos chiringos como el "bar Marín", el "bar del Carmen", el "Lancaster" y tantos otros que desaparecieron para unificar todo con un diseño único, una obsesión de nuestros munícipes.

      Las playas a las que me refiero no son esa, evidentemente, porque casi no he estado por aquí este verano.

      Desconozco ese lugar que cita, CheChe, pero lo buscaré, descuide.

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