martes, 5 de septiembre de 2017

Las paellas de Cadaqués, según Lluís Bosch

Bueno, amigas y amigos. La cosa está chunga, pero por suerte Lluís Bosch le pone buena literatura y buen humor, aunque un poco ácido. Hace un par de semanas nos hablaba (en su estupendo blog Mildimonis) de las míticas paellas en Cadaqués (que comentábamos en la entrada anterior) y lo hacía en dos capítulos en memoria del gran Terenci Moix. Gran Uribe recomienda leerlos enteros, pero ya les avanza que el primero comenzaba de esta manera tan singular:

«El cocinero solo cocina los domingos, y de entre todos los domingos del año, solo algunos domingos. Y cuando lo hace, solo cocina paella. Es su especialidad, le salen de rechupete. ¿El secreto? Doble ración de gambas, de las mejores, recién sacadas del mar.
-¿Te has fijado en que el pescador es charnego? Yo pensaba que por aquí no había...
-Una plaga, ya ves -responde ella, que contempla fascinada al cocinero.
Se trata de comerse un buen arroz con marisco pero también de echarse unas risas. Y es por eso que el cocinero, que en la vida laboral viste de uniforme, ha optado por una bromita. Lleva la gorra de plato, el cinturón con todos los aperos de cuero (porra incluída) y un tanga escueto, con la bandera estrellada por delante. Nada más.
-¿Has visto? Tengo la estelada más grande del pueblo. ¿Quieres ver como ondea?
Todos se ríen. Unos más que otros, porque entre los invitados hay gente seria, de misa y carnet de la Lliga Democràtica Regionalista de Cataluña, el lustroso Liderecat. […]

Y Lluís continúa así:

»De repente se produce un silencio y luego estallan los vítores y los aplausos. Acaba de llegar la anfitriona, María P. Rodola Querodolaràs, la dueña de la mansión en cuyo jardín se cuece la paella. Lo de llegar tarde a su propia fiesta lo hace por causa de su instinto de protagonismo demoledor. Algunos miran de soslayo hacia el jardín con ironía, para ver si también se ha incorporado al trabajo aquel jardinero tan apuesto que casi todas conocen. La señora es hija de la antigua saga de caciques locales que impuso su ley de fuego y hierro en el pueblo, y su abuelo es quien hizo quemar el local de la cooperativa de pescadores del pueblo para no perder negocio. Ella se desplaza entre un coro de agasajeadores y suelta frases algo ambiguas, como si estuviese algo obnubilada por alguna visión. De pronto, alguien lanza el grito que luego todos corean:
-¡In-incle- inclemènci-a!

Viéndoles así nadie diría que aquí están los representantes actuales de la burguesía más rancia de Europa. Luis Buñuel soñó algo así pero esta gente no son de mucho Buñuel, que era baturro como esos que nos quieren quitar los tesoros de Sijena a nosotros, que somos más ricos y tenemos más estudios». […]



2 comentarios:

  1. Rodola Querodolaràs mucho falso pedigrí. Muy chabacana. Siempre grita, argumenta poco y opina de todo aunque no tenga ni idea.

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