Y, además, lo poco que escribe lo hace con apodo. No es el caso de Lluís Bosch, que ha recibido ninguneos varios (en el mejor de los casos) y que lamenta haber perdido amigos y lectores desde que empezó, hace unos años, a decir lo que pensaba sobre este asunto. Ahora abre un paréntesis y nos explica el porqué en su texto: "El silencio y la cobardía". A Gran Uribe, aunque lo entiende, también lo lamenta, porque tiene una pluma limpia, lúcida y nos dejará más solos.
Dice, en extracto, lo siguiente:
«Las multitudes con banderas
desfilando por las calles dan mucho miedo. Los que desfilan con banderas lo
saben. Yo sé que ellos saben que me dan miedo. Todos sabemos que jugamos al
miedo. Asustar al otro, al otro que es el enemigo. Convertir al otro en un enemigo
asustado. Ese es el juego. Eso me asusta y me desespera. Porque no había
pensado jamás en que eso pudiese suceder en el siglo XXI.
[...] Nunca me he callado.
Y desde el principo supe que exponer mis ideas políticas significaba asumir un
riesgo. Exponer mis ideas me ha costado, por ejemplo, perder amistades de
muchos años. Y eso es una pérdida sin paliativos: una pérdida. Si me hubiese
callado, si jamás hubiese escrito nada al respecto del independentismo catalán,
hoy no habría perdido esa amistad que para mi era importante.
Percibo
una tensión llevada demasiado lejos a mi alrededor y dudo que me siente bien
con tanta tensión tanto tiempo. Hay una voluntad de llevar el conflicto hasta
donde haga falta, una voluntad de crear frentes irreconciliables, de enfrentar
a catalanes contra catalanes. Y en ese enfrentamiento todos vamos a salir
perdiendo. No habrá vencedores pero si habrá vencidos. Muchos.
Al
principio de todo ese embrollo alguien me aconsejó callarme. Lo recuerdo muy
bien. Por tu propio bien, me dijo. Y yo le respondí que, de callarme, nada. Que
no pensaba callarme por un principio moral, porque creo que la ciudadanía se
ejerce, sobre todo, expresando las ideas que uno tiene. Pero ha triunfado lo
opuesto a esa idea de la ciudadanía y ahora siento miedo además de pena. Y por
fin, muy apenado, descubro que debo callarme por mi propio bien, que es el
único bien que posee quien, como yo, no tiene hacienda ni millones en ningún
lado y vive de su trabajo y pretende escribir para ser leído. Leído por el
máximo número de personas.
Parece
una paradoja y lo es: para poder comunicarme debo callarme».
Dice lo que quiere decir. Le entiendo perfectamente. No comulga con el sistema, pero tiene mucha vida por delante. Es mejor apartarse una buena temporada.
ResponderEliminarSalut
Pues es una pena. Poco a poco lo van logrando. ¡Lo tenemos!, como se dice ahora.
ResponderEliminarEl Tapir
Sí que es una pena, aunque a veces los recesos se necesitan, como dice Tot Barcelona.
ResponderEliminarÚltimamente algunos también hemos llegado a esa conclusión. No nos queda otra para poder sobrellevar este procés. Pero se puede hacer como rebeldía. A veces el silencio resulta mucho más elocuente que las palabras. Familia y amigos me miran con extrañeza ante la ausencia de comentarios y seguro que les gustaría preguntarme por qué no opino al respecto. Me dan ganas de decirles que consulten este blog. MJ