martes, 12 de septiembre de 2017

"Para poder comunicarme debo callarme"

Gran Uribe no ha perdido amigos con esto del procés porque jamás da su opinión sobre el "temita" cuando sabe que hay delante alguien que piensa o siente lo contrario. No es ciertamente modélico, lo reconoce. En cierto modo, sigue la máxima de una amiga de doña Perpetua, que vive en Lorca: "con los amigos no se habla de política". Claro que... una cosa es la política y otra las vísceras. Y cuando van de la manita, ni les cuento.

Y, además, lo poco que escribe lo hace con apodo. No es el caso de Lluís Bosch, que ha recibido ninguneos varios (en el mejor de los casos) y que lamenta haber perdido amigos y lectores desde que empezó, hace unos años, a decir lo que pensaba sobre este asunto. Ahora abre un paréntesis y nos explica el porqué en su texto: "El silencio y la cobardía". A Gran Uribe, aunque lo entiende, también lo lamenta, porque tiene una pluma limpia, lúcida y nos dejará más solos.

Dice, en extracto, lo siguiente:

«Las multitudes con banderas desfilando por las calles dan mucho miedo. Los que desfilan con banderas lo saben. Yo sé que ellos saben que me dan miedo. Todos sabemos que jugamos al miedo. Asustar al otro, al otro que es el enemigo. Convertir al otro en un enemigo asustado. Ese es el juego. Eso me asusta y me desespera. Porque no había pensado jamás en que eso pudiese suceder en el siglo XXI. 

[...] Nunca me he callado. Y desde el principo supe que exponer mis ideas políticas significaba asumir un riesgo. Exponer mis ideas me ha costado, por ejemplo, perder amistades de muchos años. Y eso es una pérdida sin paliativos: una pérdida. Si me hubiese callado, si jamás hubiese escrito nada al respecto del independentismo catalán, hoy no habría perdido esa amistad que para mi era importante.

Percibo una tensión llevada demasiado lejos a mi alrededor y dudo que me siente bien con tanta tensión tanto tiempo. Hay una voluntad de llevar el conflicto hasta donde haga falta, una voluntad de crear frentes irreconciliables, de enfrentar a catalanes contra catalanes. Y en ese enfrentamiento todos vamos a salir perdiendo. No habrá vencedores pero si habrá vencidos. Muchos.

Al principio de todo ese embrollo alguien me aconsejó callarme. Lo recuerdo muy bien. Por tu propio bien, me dijo. Y yo le respondí que, de callarme, nada. Que no pensaba callarme por un principio moral, porque creo que la ciudadanía se ejerce, sobre todo, expresando las ideas que uno tiene. Pero ha triunfado lo opuesto a esa idea de la ciudadanía y ahora siento miedo además de pena. Y por fin, muy apenado, descubro que debo callarme por mi propio bien, que es el único bien que posee quien, como yo, no tiene hacienda ni millones en ningún lado y vive de su trabajo y pretende escribir para ser leído. Leído por el máximo número de personas.

Parece una paradoja y lo es: para poder comunicarme debo callarme».


3 comentarios:

  1. Dice lo que quiere decir. Le entiendo perfectamente. No comulga con el sistema, pero tiene mucha vida por delante. Es mejor apartarse una buena temporada.
    Salut

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  2. Pues es una pena. Poco a poco lo van logrando. ¡Lo tenemos!, como se dice ahora.
    El Tapir

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  3. Sí que es una pena, aunque a veces los recesos se necesitan, como dice Tot Barcelona.
    Últimamente algunos también hemos llegado a esa conclusión. No nos queda otra para poder sobrellevar este procés. Pero se puede hacer como rebeldía. A veces el silencio resulta mucho más elocuente que las palabras. Familia y amigos me miran con extrañeza ante la ausencia de comentarios y seguro que les gustaría preguntarme por qué no opino al respecto. Me dan ganas de decirles que consulten este blog. MJ

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