Viñeta de Forges (23/9/2017) |
Después, G.U. ha leído a Lluís Bosch, a quien las banderas, el griterío y el nacionalismo le dan pánico, como sabemos. El hombre es un lector empedernido, siempre ha leído de todo sin importarle lo más mínimo la ideología del que lo escribe. Bien, el hombre está un poco chungo porque, por primera vez, teme dejar de leer a escritores cuya ideología nacionalista le desagrada y que, por si fuera poco, aceptan firmar descerebrados manifiestos en lugar de dedicarse a pensar y a escribir. Y eso no le había pasado nunca, como nos explica en su escrito. Es mucho más joven que G.U. pero, aún así, se teme que él no pueda revertir con facilidad ese sentimiento que ahora le embarga.
No es mala idea leer su escrito íntegro, porque siempre nos da que pensar y lo hace como nadie, pero destacamos ésto:
«Me
siento en el sofá. Me siento mal. Mal conmigo mismo. Y además estoy resfriado.
Siento una pena enorme. Siento pena por mí, claro está. Todos tenemos ese
"yo" que nos oprime y nos conculca. Pero también siento pena por
todos, por todo. Por lo que se ha roto, por lo que se ha roto y nadie tiene
previsto cómo coserlo luego. Me siento mal.
Sería
fácil decir que de ese problema que tengo yo tienen la culpa los otros. Que el
origen del problema son los demás, sus griteríos y sus desfiles de banderas
para asustar, para dividir. Que el problema es de ellos, de sus eslóganes, de
su fanatismo. El nacionalismo me da pavor. Pero debo ser honesto y ponerme ante
el espejo. Algo malo me ha sucedido, algo feo.
Mi
desesperación y mi pena es eso: no me esperaba vivir eso, nada de todo eso.
Pensaba que esa pena solo la iba a conocer por los libros antiguos, en novelas
del romanticismo oscuro. Nunca sospeché que yo, pasados los cincuenta, podría
ser como un personaje de una novela del romanticismo oscuro. Me equivoqué.
Pienso
que debería recogerme en el silencio. Meditar ante un espejo. También pienso
que alguien, otros, deberían pensar sobre su adhesión eufórica hacia la
división y la partición, y hacerse preguntas. Pero dudo que lo hagan. Dudo que
lo hagan por lo menos ahora, en este momento.
Hay algo que no se lo perdonaré nunca y es eso lo que me jode, que me hayan traído resentimiento y prejuicios. Porque una vez más allá de los cincuenta no sé si me va a dar tiempo para corregirlo. Yo os maldigo, les diría. Si tuviera la convicción o la fuerza para hacerlo. Pero no las tengo».
Hay algo que no se lo perdonaré nunca y es eso lo que me jode, que me hayan traído resentimiento y prejuicios. Porque una vez más allá de los cincuenta no sé si me va a dar tiempo para corregirlo. Yo os maldigo, les diría. Si tuviera la convicción o la fuerza para hacerlo. Pero no las tengo».
Enlace: 500 escritores catalanes
Hace unos días compartimos un almuerzo y unos libros.
ResponderEliminarLluis es un gran tipo. Sensible y profundo. Lector empedernido, dice lo que quiere decir, porque lo vive de pies a tierra.
También me siento preocupado por sus palabras.
Salut
Humor con mayúsculas. Forges es un maestro.
ResponderEliminarEn cuanto a la segunda cuestión, las reflexiones de Lluís Bosch ayudan un montón. A resistir, a reaccionar adecuadamente ante manipulaciones (sobre todo a los más jóvenes), a seguir INTENTANDO liberarse de resentimientos y prejuicios ... No sé si será posible. MJ
Últimamente me siento malhumorado, pero sobre todo muy triste. Y veréis por qué. Lo que dice Lluís Bosch respecto a la tentación de "borrar" autores, me está ocurriendo a mí con las personas, con los amigos. Y eso sí es triste. No sé cómo acabará todo esto y ya lo de menos es quién tiene la culpa o quién lo ha hecho peor ("mejor" no lo ha hecho nadie). El mal ya está hecho y, sea cual sea el régimen político que tenga Cataluña dentro de unos años, las heridas van a tardar mucho en cicatrizar. Si es que cicatrizan algún día. Si para algunos no han cicatrizado las heridas de 1714, ¿habrá que esperar más de tres siglos?
ResponderEliminarLo dicho, siento una tristeza infinita.
El Tapir
Comparto totalmente lo que señala. No le extrañe a usted que la única manera de preservar esas relaciones sea "no hablar de eso". En ese punto... ya se ha establecido una frontera.
EliminarDice Manuel Vicent en su columna "Oráculo":
«Como quiera que acabe este desafío al Estado de derecho por parte de la Generalitat las consecuencias son claras, irreversibles y envenenadas: en el mejor de los casos, las hipotéticas urnas engendrarían un feto político sin viabilidad posible, pero es seguro que entre la sociedad española y catalana, con sus facciones políticas, banderas, lenguas y culturas, el odio durante décadas está garantizado».
No puedo estar más de acuerdo con Manuel Vicent. Ah, y que conste que no había leído su artículo.
ResponderEliminarEl Tapir