Y es que uno se ha quedado obsoleto: sigue aferrado a lo que hicieron maestros como Alvar Aalto y, en España, gente como Sert, Coderch, Correa, o todavía Bohigas y Moneo, por ejemplo, que también tienen discípulos ahora, pero no muchos.
Interior del Pabellón Alemán de Mies Van der Rohe, en Montjuic (Barcelona) |
La verdad es que a uno siempre le ha entusiasmado la arquitectura de Mies van der Rohe, de la que valora su difícil simplicidad y la influencia que tuvo en lo que se ha dado en llamar Movimiento Moderno. Su edificio del Pabellón Alemán para la Exposición Universal de 1929 en Barcelona se desmontó al acabar esa muestra, lógicamente, y se volvió a levantar de acuerdo con la traza original para la Olimpiada del 92. Después no han sabido qué demonios hacer con él, aunque a Gran Uribe le sirvió en alguna ocasión como tema de Treball de Recerca del bachillerato para sus alumnos más aventajados (pocos), con levantamiento de planos, perspectivas, maquetas, montajes fotográficos, PowerPoints diversos, análisis estilístico, influencia posterior, etc. y guarda buen recuerdo de aquello.
Pero hay que reconocer que el edificio se ha quedado anclado allí como una especie de mausoleo de acero, cristal y mármoles de colores, que solo acoge happenings, algún que otro vernisssage y a guiris en cantidad, que van llegando ya a todas partes. Y en cuanto a su arquitectura, qué decir, ha acabado propiciando un adocenado minimalismo sin alma alguna. Como señala Xavier Monteys (siempre bastante iconoclasta), su influencia actual queda claramente patente, por ejemplo, en el diseño de tanatorios de última generación, que han surgido como setas por doquier —aunque por fortuna Gran Uribe solo ha tenido ocasión de conocer alguno— y todos ellos, sin ninguna excepción, chupan del bote de los hallazgos del gran maestro Mies van der Rohe, como queda patente en la imagen adjunta.
Tanatorios de Barcelona (Ronda de Dalt), Granollers, Terrassa, Vilafranca del Penedés, El Burgo de Ebro, Toledo, etc. |
En efecto, dice Xavier Monteys en su polémico artículo RIP Pavelló Alemany, aparecido ayer en Quadern de EL PAÍS:
[...] «Su arquitectura, de la que la reconstrucción exageró los valores preciosistas más propios de la joyería, pasó del blanco y negro de las fotografías de los libros que estudiábamos al relamido color de la realidad. Estoy convencido de que el Pabellón Alemán, a lo que más ha inspirado después ha sido a la estética de los tanatorios de última generación, rígidos, de solemnidad zen y bien acabados, con profusión de ese insufrible material que es el acero inoxidable, que de la luz de esta parte del mundo devuelve más resplandor que sombra, y que ha sido bandera del más rutinario y cursi minimalismo.
Su arquitectura es , hoy por hoy, únicamente útil para happenings, una arquitectura fosilizada que no conserva nada del aliento que tuvo en su momento, si lo tuvo. Basta ver el agua muerta de los dos estanques del pabellón, con sus piedras de decoración de floristería, sin vida, sin nada. Una solución extraña y estéril que evidencia su carácter de edificio congelado, algo que es adecuado para una exposición temporal pero no para perdurar». [...]
[Traducido del catalán. De momento, no hay enlace disponible]
No hay comentarios:
Publicar un comentario