Veamos lo que dice la prensa de hoy:
"El candidato de Unidos Podemos, Pablo Iglesias, se atribuyó este lunes el papel de líder de lo que llama la “nueva socialdemocracia”. El secretario general del partido emergente dio por sentado el sorpasso al PSOE que reflejan las encuestas". Esta declaración de intenciones da pie a algunas preguntas:
¿Qué es para Podemos la socialdemocracia? ¿Supone esta circunstancia una contradicción tras la alianza fraguada entre el partido emergente e Izquierda Unida, fuerza vertebrada por el PCE? Para Iglesias, “los significantes son lo de menos”. Y fue más allá al intentar cambiar la percepción de la sociedad de los mismos autores del Manifiesto del Partido Comunista: Karl Marx y Friedrich Engels. Casi 170 años después de su publicación, el secretario general de Podemos mantuvo: “Independientemente de lo que añada Alberto [se refiere al pobre Garzón], Marx y Engels eran socialdemócratas”. Horas después, los nombres de los dos filósofos eran tendencia en Twitter. [¿Quién coño son esos tíos? ¡Qué culto es Pablete...!]
No es por fardar, pero Gran Uribe ya está en ello desde hace tiempo, aunque no es el único en su entorno. Esta especie de mejunje ideológico, envuelto de verborrea vacía en la que nunca faltan menciones a entes tan difusos como "la gente" o "el pueblo", arrogándose su representación en vano, siempre le ha producido ardor de estómago; demos gracias a que exista el Omeprazol 40 mg. para esos casos (con 20 ya no le basta).
Hay una 'tuiteadora' bastante 'sociata' —María Mir-Rocafort— que les vio el plumero desde que nacieron los podemitas, y parece que Pedro Sánchez empieza a caer del caballo, como San Pablo. Más vale tarde que nunca.
Dice así María, entre otras cosas, en un curioso artículo en el que, por si fuera poco, tilda de fascista a Pablo Iglesias:
Viñeta de El Roto |
Pablo Iglesias y los suyos se dan cuenta de que una cosa es indignarse contra la política liberal y la austeridad dictadas por la Unión Europea y concentrarse a protestar en una plaza y organizar asambleas para que todos puedan opinar sobre el tipo de estado que quieren, el tipo de economía, el tipo de sociedad; y otra cosa muy distinta es incorporarse a la contienda electoral aspirando a pescar el mayor número posible de votos. El pragmatismo se impone.
Los fundadores de Podemos tiran sus mochilas y sacan sus antenas para escuchar qué quieren los votantes. Es así como Pablo Iglesias acaba diciendo que lo de derechas e izquierdas es cosa de trileros. Ellos ya no son de allá, son de donde les mande el barómetro. Y es así como se van deslizando de un lugar a otro hasta que descubren dónde se tienen que parar. Los españoles no quieren extremos, quieren centro, que es donde se ubica la estabilidad. Pero el centro no puede ser neutro. La gente pide política social, luego ese centro es la socialdemocracia; al menos hasta obtener los votos que necesitan para imponer la ideología que guardan in pectore. Pero resulta que el espacio está ocupado por el Partido Socialista Obrero Español. ¿Qué hacer?» [...]
Enlace: ¿Quién es fascista?
¡Tiembla, María Mir-Rocafort! ¡Caerá sobre ti todo el peso de las redes! (Quien avisa no es traidor)
A mí no me engaña, Sr. Iglesias. Me tiene pasmada que sus adversarios políticos no le pregunten abiertamente de qué va. Tiene que haber alguien que le ponga en su sitio y su sitio no es precisamente el de la socialdemocracia, ni moderna, ni antigua, ni futura. Es que resulta tan ridículo, se mire por donde se mire. Señor Iglesias, aquí hay una que seguirá votando al PSOE, que, aunque no perfecto, me parece cien mil veces mejor socialdemócrata que ustedes. MJ
ResponderEliminarA mí, tampoco, pero debo reconocer que uso ese fármaco que cita Uribe al ver ciertos debates o bucear por internet.
EliminarQuería escribir algo, pero MJ me ha "pisado" mis argumentos, así que me limitaré a decir que no sé quién es María Mir-Rocafort, pero yo a ese muchacho le he visto el plumero desde el primer día, y eso que no tengo un gran olfato político. Luego ya vino el hartazgo que me produce ese tonillo dogmático que emplea, como si fuéramos alumnos poco aventajados, para decirnos unas obviedades que conocíamos desde mucho antes de que él naciera. En definitiva, como ya habréis adivinado, no lo soporto. No habría peor castigo para los que piensan como yo que tener a ese ventajista individuo de presidente del gobierno. ¡Que Dios nos coja confesados!
EliminarEl Tapir
Ah, perdón, se me olvidaba decir que ese individuo es Pablo Iglesias jr.
Reconozco que de joven sentí fuertes simpatías por el anarquismo, palabra que me sigue pareciendo bonita. Un mundo de respeto mutuo entre todos los seres humanos en el que las únicas dictaduras serían la de la verdad y el autocontrol. Todavía, cuando vamos a Barcelona y subimos hacia el estadio de Montjuich, siento cercanía y cierta indignación ante la estatua de Ferrer y Guardia, ejecutado sin miramientos por quienes querían seguir sometiendo a un pueblo raquítico e ignorante. No obstante, aunque ateo definitivo, en mis raíces cristianas no encajaba bien aquello de la violencia de clase. Por poco atractivos que me parecieran Sisí, Cánovas, Dato, Canalejas (el pobre mirando un escaparate de una librería) o los burgueses del Liceo, no me entusiasmaba tampoco que a la fuerza les dieran el pasaporte antes de tiempo. Ya con dudas, mi ideal anarquista quedó ahumado por aquellas fogatas que salían en la tremenda foto de la Semana Trágica barcelonesa. Luego, llegó la Guerra y muchos de aquellos que supuestamente tenían un mundo nuevo en sus corazones, trocaron en vulgares asesinos cuando el fusil cayó en sus manos. Al ser las imágenes en blanco y negro, un servidor, torpemente, era incapaz de distinguir a un grupo de falangistas de uno de libertarios cuando llevaban a un incauto hacia una tapia con aviesas intenciones. Fue suficiente; el edén no podía venir del exterminio del díscolo. Y sobre todo, la peor de las revelaciones: la gente, a pesar de Summers, no es siempre tan buena.
ResponderEliminar¡Y qué decir del comunismo! Una sangrienta revolución dio lugar a la URSS y aquellos ochenta años de horror sirvieron para que mi cerebro rehusara degustar los éxitos soviéticos, a pesar de las gestas emocionantes de Gagarin y la perrita Laika (otra pobre como Canalejas).
Por eso, cuando veo en un video al señor Iglesias puño en alto en un mitin de hace unos años, donde el de al lado agita amenazante la imagen de Lenin, me imagino qué dirían si alguno de la derecha se hiciera una foto con la imagen de Mussolini como estandarte. Ahí te das cuenta de que este tipo es un exaltado, un radical con cuentas pendientes de saldar. Un taimado que quiere dar gato por liebre, pero que a poco que le mires, le notas todas las costuras. Peeero… es tristemente cierto que si los que han mandado no hubieran sido tan majaderos, si no hubiera tanta gente en la desesperanza, si las cosas no se hubieran hecho tan rematadamente mal, si los jóvenes no tuvieran un futuro entre negro oscuro y marrón de m… este señor no sería más que un espantajo. En el fondo, rescatando la motivación básica de esas ideologías, por muy caducas que estén, ha logrado que muchos vean una posibilidad de revancha ante tanta chulería rampante como hemos sufrido. A sus posibles votantes no les podemos recriminar nada, salvo la ingenuidad, algo que seguro no tiene su líder espiritual. Por eso no me gusta nada.
Mateo M.
A mí tampoco me engañó. Nunca. Lo que no acabo de entender, visto lo visto, y por muchas estrategias que se gaste, es que siga engañando a tanta gente. Además de arrogante y ladino, yo diría que se muestra cada vez más desagradable. Y los hechos cantan...
ResponderEliminarOs propongo, sin más, el artículo de Alberto Corazón de hoy en "El País"; "Arrepentidos, !a las urnas". Vale la pena.
Muchas gracias a todos por sus aportaciones, que procuraré ir incorporando en próximas entradas.
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