miércoles, 17 de diciembre de 2014

Trenes llenos de psiquiatras (1)

Nos cuenta Ignacio Vidal-Folch en EL PAÍS de hoy:

Ignacio Vidal-Folch
«Ahora que celebramos el centenario de Julio Caro Baroja recuerdo que a mediados de los ochenta le entrevisté, una mañana de invierno, en su casa de Madrid. Conversamos agradablemente, y como el secesionismo etarra era entonces muy dañino y cruel, se me ocurrió preguntarle:
—Don Julio, ¿qué cree que se podría hacer para acabar de una vez con el terrorismo?
Se quedó pensando un momento y contestó:
—Mire, joven… lo único que se me ocurre es enviar allí trenes llenos de psiquiatras.
Una aportación interesante, no sólo una boutade, porque en esta vida, también en la vida política, no cuenta sólo lo racional y lógico; también operan sobre la praxis individual y colectiva factores psicopatológicos.

Fantaseo con esos trenes. Ferrocarriles aerodinámicos circulando animosos a gran velocidad; y en los vagones, los pasajeros en bata blanca discuten acaloradamente sobre electroshocks y terapias paliativas. Pero por qué se retrasan tanto, por qué no llegan nunca a Barcelona, me pregunto cuando oigo a los líderes secesionistas y a sus portavoces hablar tan convencidos y desenvueltos.


Grupo de psiquiatras argentinos preparándose para tomar el AVE con destino Barcelona
(granuribe50.blogspot.com.es)

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo hemos llegado a un punto en que una fantasía decimonónica cuya realización conllevaría la ruina de Cataluña y también probablemente de toda España sea el proyecto político del Gobierno catalán y del principal partido de la oposición, de su sumisa opinión pública y de una masa de ciudadanos a los que se ha implantado el “falso recuerdo” de un agravio y la convicción de que tienen un cheque millonario a cobrar en el banco del futuro? No hace falta que responda usted, doctora Elizabeth Loftus: la respuesta la sabemos todos. Porque esto se ha hecho de forma sibilina y gradual pero a la luz del día y con taquígrafos. Es obvio que la mayor parte de la responsabilidad del agravamiento de este proceso durante los últimos años la tiene el entorno de Artur Mas; y es socorrido culpar también al presidente del Gobierno y al PP: si actúan, ofenden al catalanismo y provocan su desafecto; si permanecen pasivos y callados, también. No lo discuto. Pero además...»

Pero además...

Bueno, Gran Uribe se ha barruntado muchas veces que lo que está ocurriendo por estos lares es de locos, mucha gente que teníamos por cuerda ha "perdido la chaveta" y otros se han dejado abducir por motivos varios. Por tanto, un refuerzo de la plantilla de psiquiatras no estaría de más; incluso sería útil también para los que seguimos estando en el mismo sitio de antes. Así se lo expresó a "El Tapir" hace unos días en conversación privada.
Ahora ha podido comprobar que Ignacio Vidal-Foch ha pensado lo mismo y eso le tranquiliza.
Para saber más es muy recomendable que sigáis leyendo este chocante artículo en el enlace que se os adjunta.


3 comentarios:

  1. Desde luego, necesario sí sería ese tren lleno de psiquiatras, con la ventaja adicional sobre la época de la entrevista con Caro Baroja de que ahora llegaría antes: ¡tenemos AVE! Saludos,
    El Tapir

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  2. Yo diría que además de trenes, mejor AVES, como recomienda Tapir, llenitos de psiquiatras, se tendrían que enviar también AVES llenos de historiadores. Historiadores objetivos, quiero decir, o que pretendan serlo, y no pelotillas a sueldo, o al servicio, de determinadas instituciones para reinventar la Historia como mejor convenga.
    Al hilo de lo que acabo de decir, no vendría mal echarle un vistazo al artículo de Pérez- Reverte "Aragón también existe", ahora en Youtube. Saludos

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    1. Sí, trenes llenos de historiares objetivos, habrá que pensar en fletarlo rápidamente.
      Con motivo de una exposición de 2009 titulada "Aragón, reino y corona", Pérez Reverte escribía:
      «Así que olé los huevos de Aragón, o de quien decidiera montar la exposición "Aragón, reino y corona". Recordando que existió una corona aragonesa que constituyó el imperio más extenso del Occidente medieval, donde, bajo su nombre y sus barras, Aragón, Cataluña y Valencia compartieron aventuras, comercio, guerras e historia.
      Y hete aquí por fin que alguien reacciona como es debido, y dice venga ya, y decide que ya es hora de poner en su sitio a unos cuantos timadores y mangantes, de esos que les pagan pesebres a sus historiadores de plantilla para que descosan y vuelvan a coser la historia a medida, y luego la meten en los libros de texto y se montan unas películas que ya las hubiera querido Samuel Bronston».

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