Maestro, le escribo esta carta abierta para decirle que su homenajeada Cataluña vive una situación que le escandalizaría. El nacionalismo separatista nos ha dividido en buenos y malos catalanes.
«Qué hace una escritora como yo en un país como este vendría a ser la pregunta clave desde que el nacionalismo independentista del Gobierno catalán ha izado sus banderas guerreras contra los catalanes que no comulgamos con la ideología soberana imperante.
[...]Por eso los nacionalistas separatistas han dejado de leerle a usted, señor Orwell, a la vez que rechazan libros de valor intelectual o estético alejados de la emoción patriótica y de opinión opuesta a sus tejemanejes nacionales. Usted vuelve a dar en el clavo cuando dice: “Todo nacionalista se obsesiona con alterar el pasado... Hechos importantes son suprimidos, fechas alteradas, citas removidas de sus contextos además de manipuladas para cambiar su significado”. Sin ir más lejos, entre otros muchos falseamientos selectivos de la historia llevados a cabo en su querida Cataluña, maestro Orwell, el más reciente y al que han dedicado monumentos, congresos, libros y museos, ha convertido la guerra de Sucesión dinástica de la Corona española de 1714, desatada entre Borbones y Austrias, en guerra civil de victimización de catalanes, como si Cataluña hubiera perdido una guerra cuando en realidad no hubo vencedores ni vencidos por razones de país, sino por dar apoyo a uno de los dos reyes en palestra.
De todo cuanto le digo, querido Orwell, lo que me sacude el ánimo hasta un extremo doloroso es la división entre buenos y malos catalanes según sea nuestro grado de simpatía o antipatía por el independentismo, de manera tal que una frontera divisoria nunca vista desde la dictadura nos ha separado de amigos, familiares y conocidos, de ilusiones y de proyectos comunes, de nuestro futuro inmediato, de nuestra literatura célebre por su entidad y riqueza formal exclusiva, y hasta de nuestros trabajos literarios y universitarios, de los que también nos han ido apartando como esos insectos molestos y peligrosos a los que usted hace referencia en sus notas antinacionalistas. Sin violencia física, como les gusta justificar a viva voz; con intimidación solo psicológica, pero violencia al fin, nos miden el grado de catalanidad con baremos tan infantiles, por no llamarlos racistas, como el nivel de catalán de sus ciudadanos, el partido al que pertenecen, la bandera que cuelgan en su balcón, los libros que compran y su sentimiento de independencia.»
Enlace a la carta entera: Querido Orwell
Creo que si Orwell levantara la cabeza se sorprendería de la precisión con que se van cumpliendo sus muchas de sus "profecías" y malos presagios. Big Brother (me resisto a llamarle Gran Hermano) ya está entre nosotros, vigilando que nadie se separe de la uniformidad que parece ser el ideal de ciertos visionarios del soberanismo. Me gusta Cataluña como está, con su complejidad y sus contrastes, y me molesta que me obliguen a definirme, a escoger. Me da la impresión de que ocurra lo que ocurra con el referéndum, nada volverá a ser como antes. La verdad, a El Tapir no le gusta nada el color que está tomando la caquita del nene... Saludos,
ResponderEliminarEl Tapir
Ja veig que va fer bé marxant-se d´aquí i així no pot gaudir del color de la "caquita". A mi sí m´agrada.
EliminarLi dic una mica el mateix a aquesta mena de botiflera anomenada Nuria Amat, que el menys que podria fer és accentuar el seu nom com Deu mana. Per altra banda, que no´s preocupi massa: no l´anyorarem pas, li puc assegurar. I a vosté tampoc, entesos?
Salutacions a El Tapir, encara que estigui situat a l´altra banda de la frontera.
Pep Riudecols i Garrofeta
Le doy la razón, nada volverá a ser como antes, ocurra lo que ocurra con la "consulta no vinculante", como la bendicen nuestros juristas de cabecera.
EliminarSr. Riudecols, deu manen i Déu mana, enyorar s'escriu amb e i no existeix contracció de "no es" (de la frase "no's preocupi) en no's.
EliminarSalutacions,
Sotshereu
Disculpi, senyor Sotshereu: és cosa del "telefonino".
EliminarSalutacions cordials
Pep Riudecols
¿Dónde quedará ahora la solidaridad que tanto emocionó a Orwell al llegar a Cataluña? ¿Y dónde, digo yo, el arrojo y la valentía de los muchos catalanes que corrieron voluntarios al frente de Aragón, a Madrid y a otros lugares a luchar contra los fascistas, también llamados nacionalistas o nacionales?
ResponderEliminarMe duele pensar que todo eso se ha olvidado, sin más, y se ha olvidado de la misma manera a los muchos españoles que sufrieron y murieron por defenderla.
En efecto, dónde quedará todo aquello. Se ha olvidado y no hace tanto tiempo.
EliminarUna hermosa carta la de Nuria Amat. Somos muchos los que compartimos las cosas que allí se dicen.
ResponderEliminarMe siento identificada con lo que dice Nuria Amat. Hay que releer a Orwell. Aquí nos falta oxígeno. ¡Pena de país!
ResponderEliminarLudita