miércoles, 22 de enero de 2014

Sicum dixit Pujol

Juan Marsé os da una pista acerca del duendecillo del que vamos a hablar:

Juan Marsé
«Es una cara redonda y vivaracha, ágil y hábil, con diversos tics de efecto retardado y muy patrióticos efectos financieros, políticos y carcamales, que confunde a los poderes de Madrid. Ojos parpadeantes, boquita astuta y dicharachera estilo Joan Capri, cejas inteligentes y umbrías, mejillas de pellizcar. Tiene el señor algo de gnomo, de duendecillo de los bosques. Está muy lejos de ser un personaje de cuento infantil o juvenil, pero, por alguna razón, probablemente por su simpatía esforzada de boy-scout en acampada libre -pero sin pasarse-, la mochila a la espalda y la cantimplora al cinto le van. 

Su estilo, llano y natural, remite a una sana tradición excursionista catalana siempre en vigor, nostálgicas canciones alrededor del fuego, juegos y chistes no muy verdes, escalada matutina al Cavall Bernat y después el Virolai a cuatro voces: un noi trempat.

[...] En fin, una cara que expresa sentiments i centimets, esa distinguida dualidad que resume la problemática gobernabilidad de Catalunya».


¿Han caído en la cuenta de quién se trata? ¡Bingo! Es ese sujeto que pronunció estas frases memorables:

Jordi Pujol«El hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido [...], es generalmente un hombre poco hecho, un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. A menudo da pruebas de una excelente madera humana, pero de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. 

Ya lo he dicho antes: es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña. Introduciría en ella su mentalidad anárquica y pobrísima, es decir su falta de mentalidad».

Hay que aclarar que nuestro pequeño duendecillo se disculpó en su momento, pero en unos términos que significaban, aproximadamente: "menos mal que Cataluña actuó y, a pesar de sí mismos, los integró". Claro que, cuando un sujeto de esos se disculpa por lo que ha dicho, no es que no lo piense, es sólo que lamenta (o no) haberlo dicho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario