40 AÑOS DE POESÍA ESPAÑOLA; Antología 1939-1979; Ed. Cincel (1979) / Francisco Brines, Continuidad de las rosas (1977); (pág. 179) |
"Está en penumbra el cuarto, lo ha invadido" (recitado por el propio Francisco Brines)
[Poemas de Francisco Brines en Internet: la web poesi.as]
Y AHORA VAMOS A ALGO UN POCO MÁS PROSAICO (CIRCULA HOY POR LAS REDES)
Si no van a pie, en tranvía, en bicicleta o en patinete, vigilen donde aparcan el coche, y si éste se les esforcia, echénle un ojo al grullo que maneja la grúa. Ya no hay buenos profesionales en este país.
Estoy leyendo Las brasas, el primer libro de Brines, pero al leer tu poema, me doy cuenta de que su estilo evolucionó mucho y a mejor. El primer libro es algo rústico todavía, lo que no le resta belleza. En cuanto a lo de la grúa es alucinante, difícil de creer aunque lo veas. Uf.
ResponderEliminarYa que citas Las brasas, creo que está ahí un poema que me gusta mucho:
Eliminar«Está en penumbra el cuarto, lo ha invadido
la inclinación del sol, las luces rojas
que en el cristal cambian el huerto, y alguien
que es un bulto de sombra está sentado.
Sobre la mesa los cartones muestran
retratos de ciudad, mojados bosques
de helechos, infinitas playas, rotas
columnas: cuántas cosas, como un muelle,
le estremecieron de muchacho. Antes
se tendía en la alfombra largo tiempo,
y conquistaba la aventura. Nada
queda de aquel fervor, y en el presente
no vive la esperanza. Va pasando
con lentitud las hojas. Este rito
de desmontar el tiempo cada día
le da sabia mirada, la costumbre
de señalar personas conocidas
para que le acompañen. y retornan
aquellas viejas vidas, los amigos
más jóvenes y amados, cierta muerta
mujer, y los parientes. No repite
los hechos como fueron, de otro modo
los piensa, más felices, y el paisaje
se puebla de una historia casi nueva
(y es doloroso ver que aún con engaño,
hay un mismo final de desaliento).
Recuerda una ciudad, de altas paredes,
donde millones de hombres viven juntos,
desconocidos, solitarios; sabe
que una mirada allí es como un beso.
Mas él ama una isla, la repasa
cada noche al dormir, y en ella sueña
mucho, sus fatigados miembros ceden
fuerte dolor cuando apaga los ojos.
Un día partirá del viejo pueblo
y en un extraño buque, sin pensar,
navegará. Sin emoción la casa
se abandona, ya los rincones húmedos
con la flor de verdín, mustias las vides,
los libros amarillos. Nunca nadie
sabrá cuándo murió, la cerradura
se irá cubriendo de un lejano polvo».
Un poeta con el que tengo deudas.
ResponderEliminarhe de pagarlas.
Gracias.
Venga, a pagar, no me seas agarrao. No eres el único: yo también las tengo.
EliminarUn gran poeta, de los mejores.
ResponderEliminarSaludos
Me gusta mucho, es muy intimista, bastante alejado de la "poesía social".
EliminarUn poeta excelente.
ResponderEliminarLo de la grúa, ¿no será un montaje?
¡No sé, espero que sí! Pero las imágenes son reales y, si es así, los que hayan prestado los coches tienen su mérito. Yo no lo hubiera hecho.
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