domingo, 22 de noviembre de 2020

Afirmativo: ¡nos priorizarán!

Nuestro presidente, el señor Sánchez, dice que prevé aprobar el martes la estrategia de vacunación contra el coronavirus; que 'priorizará' al personal sanitario y a las personas mayores, y que somos el primer Estado de Europa en tener un plan de vacunación. Habrá 13000 puestos dedicados a este asunto y el gobierno dirigirá todo.

El gobierno o 17 gobiernitos. Ya veremos. Calculadora en mano, tocamos a muchos por puesto, pero peor es nada. Ya lo ven: los primeros en todo siempre, en contagios, en muertes y ahora en planes de vacunación, aunque no sabemos de qué vacuna. Los catalanes, que siempre som els millors, vamos a tener celos del doctor Sánchez. En fin, esperemos estar entre las prioridades del susodicho y que no se nos cuelen por delante algunos chuponcetes.


Decía el filólogo Fernando Lázaro Carreter, que fue director de la RAE, acerca de este verbo ("priorizar"). «No deportivo, sino bien docto quiere ser el priorizar que, sobre el galicismo prioritario, han engendrado gobernantes y políticos de uno y otro color del arco parlamentario, dicho con brillante metáfora actual. Y así, un ministro recién nombrado se ha apresurado a dejar constancia de su familiaridad con el lenguaje de las cumbres: "a la vista del presupuesto, ya veré qué priorizaré". Decir "a qué concederé o daré preferencia" hubiera sido indicio de bisoñez». Palabras, que no falten.



Al hilo del saludo que les dimos ayer en el "Día Mundial del Saludo", incidiendo en los signos de apertura, G.U. ha estado hojeando precisamente un libro del antes citado Fernando Lázaro Carreter, una persona a quien el padre ("El Tirano") de quien esto escribe tenía en gran estima. En realidad, era un gran aficionado a los temas lingüísticos, tenía muchos libros en casa sobre estos asuntos (Ramón Carnicer y otros). Él mismo, cuando se jubiló a los sesenta y ocho años de "Tranvías de Barcelona" (la compañía de autobuses se llamaba así), empresa en la que se dedicaba a dirigir las obras de nuevas líneas de tranvía por los barrios de Barcelona (hasta que las empezaron a suprimir), se apuntó en la Universidad Central a estudiar Filología en la facultad de Filosofía y Letras. Allí era, como ya puede suponerse, el más vetusto de la clase (y también el más aplicado).

Pues bien, a vuelapluma, en esta ociosa tarde de domingo nos topamos con un artículo de "El dardo en la palabra" que le hubiera encantado, pero que no lo pudo llegar a leer porque es de 1984 y ya había fallecido. Ya entonces se empezaban a utilizar estos dos monosílabos, "afirmativo" y "negativo", que ahora emplean con gran soltura no solo en las agencias de viajes y los taxistas, sino policías y guardias de todo rango y condición. También lo usamos en plan de cachondeo cuando G.U. se comunica con sus hermanos, vía WhatsApp. Por eso le ha hecho gracia encontrarlo así, al tuntún. Hay muchos otros parecidos, siempre con esa guasa que se traía. Que Dios bendiga a Fernando Lázaro Carreter (y a "El Tirano").


«La primera vez que oí estas polisílabas maneras de afirmar y de negar, fue, hace cuatro o cinco años, en el aeropuerto de Málaga. En una terraza, un operario de fuerte acento local hablaba, mediante un walkie-talkie, con otro que estaba arreglando algún desperfecto en la cabina de un avión. Éste le informaba de que la faena iba para largo, y le pedía que buscara a tal persona y la enviase para allá. «¿Me has oído bien?», le preguntó. «Afirmativo, ahora te lo mando», fue la respuesta del malagueño.

No quise asombrarme mucho, dado el aterrado respeto que me produce la aviación; tal vez, aquel modo de expresarse era necesario para la seguridad en el vuelo. Poco más tarde, volví a escuchar esos adjetivos en función adverbial (es decir, en vez de «sí» y de «no») a la empleada de una agencia de viajes que, por teléfono, informaba a un cliente sobre horarios, enlaces y precios; pero también era cuestión de aeroplanos, y seguí interpretando tales respuestas como propias y exclusivas de las artes de viajar volando. Ultimamente ya me he caído del burro, porque me siento acompañado por ellas en los taxis con radioteléfono.
Un "cameo" de Juan José Millás para ilustrar el artículo de Lázaro Carreter, respetando signos de apertura (¡ y ¿)
[granuribe50]
»Todos nos hemos trasladado en alguno de estos vehículos, inquietos por una voz metálica que habla sin respuestas. Mejor dicho, que va seguida de un breve gruñido del receptor, correspondiente, tal vez, a lo que el taxista que está al aparato dice a la central coordinadora. Pero sólo se escucha a ésta. Defrauda asistir a un diálogo, tal vez excitante, del que sólo se oye a uno de los coloquiantes. «Legazpi. ¿Hay alguien por Legazpi?» Ruido; y nos quedamos sin saber si hay alguien por Legazpi. «Reclaman de Huertas que no ha llegado el taxi». Ruido; formidable incertidumbre de no saber la causa. Pues bien, de vez en cuando, son los taxistas quienes deben inquirir algo a la central, una aclaración tal vez. Y entonces sí que oímos la respuesta: Afirmativo. Deducimos que el conductor ha acertado; lo cual nos conforta, aunque ignoremos por qué: simple solidaridad. Otras, se desestima lo que dice: Negativo, farfulla implacable la central; y sigue un carraspeo antipático».[...]

Fernando Lázaro Carreter, El Dardo en la palabra; Afirmativo-negativo (1984)

11 comentarios:

  1. Creo, GRAN URIBE, que tu eres "negatifffffo, nunca positiffffffo".

    jajajajajaja
    salut

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo es que soy más de Van Gaal (el inventor de la frase) que del susurrante Guardiola, a quien no puedo ni ver.
      [img]https://www.culemania.com/uploads/s1/63/68/07/3/louis-van-gaal-josep-guardiola-11212017-lrtqbhumyb06z5vxihbjzz14.jpeg[/img]

      Eliminar
  2. Veo que el gran Millás te ha dedicado una fotografía disfrazado de taxista madrileño. Está muy bien, porque él obtiene muchas de sus historias gracias al palique de los taxistas de mi ciudad, que tienen una verborrea tremenda (los que son de aquí, sobre todo, todo lo saben y de todo echan pestes; para ellos todo negatifffffo, nunca positifffffo).
    Muchas gracias
    F.G.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Millás tiene bastantes artículos e historias cortas en las que salen taxistas madrileños, una buena fuente de inspiración para él.
      La imagen la he tomado de una entrada mía:
      https://granuribe50.blogspot.com/2016/04/millas-y-el-taxista-beodo.html

      Eliminar
    2. O esta otra, también dedicada a Millás y a Lucía, la taxista:
      https://granuribe50.blogspot.com/2018/04/lucia-la-taxista-madrilena-de-millas.html

      Eliminar
  3. El dardo en la palabra es un libro indispensable. Lo recomiendo una y mil veces.
    Saludos
    Francesc Cornadó

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me encantan los artículos de Lázaro Carreter: están llenos de sabiduría y retranca.

      Eliminar
  4. Muy bueno, gracias. A mí también me interesan esos temas. ¿Por qué no nos saca algún fragmento más de ese libro?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, a petición del distinguido público, le envío un extracto de Lázaro Carreter, que tengo in mente de cara a convertir en una próxima entrada, pero hay que trabajarla un poco. Ya sabe que ahora todos somos usuarios. Aparte de toda la jerga de Internet (con lo de "nombre de usuario", "a nivel de usuario" y todo eso), que Carreter desconocía, con esto del coronavirus han surgido nuevos usuarios. Los más recientes son usuarios de hospitales, residencias de ancianos e, incluso, cementerios. Son los nuevos usuarios, los de los cementerios, algo que he oído ya en alguna ocasión por TV.

      El extracto de lo que decía Lázaro Carreter, extraído de "Rumorología" (1996) es:

      «De pronto, la palabra usuario se ha salido de madre y se ha expendido con rapidez por campos ajenos, favorecida por el hecho de que la lentitud evolutiva de antaño se ha trocado —hablo del léxico— en atropello y prisa.[...]

      Leo, por ejemplo, el aviso municipal que anuncia el cierre de una plaza al tráfico; habrán de tenerlo en cuenta sus usuarios para evitarla. El Gobierno, en su ágil carrera hacia el abismo, lanza la sonda emponzoñada de que los usuarios de la Sanidad Pública tendrán que pagar por servicios ahora dispensados gratis total. Los usuarios de una piscina rechazan ciertas presencias, mientras que los de un mercado reclaman medidas higiénicas. Y así, incesantemente; los que antes eran automovilistas o conductores y los enfermos, bañistas o parroquianos son ahora usuarios. Y también quienes tomamos taxis, paseamos por los parques o bebemos agua sin gas; pronto serán eso los clientes de un establecimiento bancario, de un restaurante, de una peluquería, de un otorrino, los lectores de los periódicos, los compradores de amor, los alumnos de un colé, los drogadictos, los fieles de un templo, los aficionados al boxeo o a la boina...: el sinfín enorme de quienes nos servimos de algo, lo utilizamos, frecuentamos o empleamos: todos de uniforme, todos usuarios».

      Eliminar
  5. Yo la primera vez que la oí fue a uno de mis cuñados, cuyo trabajo en Iberia estaba directamente relacionado con la aviación. MJ

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, según Carreter, la cosa empezó en el mundo de la aeronáutica. Ahora lo emplea todo el mundo que habla por un telefonillo (o antes walkie-talkie) y lleva uniforme. Son palabras más contundentes que el "sí" o "no" de toda la vida".

      Eliminar