miércoles, 24 de enero de 2018

El desdén hacia la RAE

Tras el recuerdo emocionado de ayer a la madre (Patiña), otro —y no menor— para el padre de Gran Uribe, el autor de la fotografía de la entrada anterior. Aparte de su sentido de la ética y de su honradez 'a machamartillo', como diría Menéndez Pelayo, otro valor que nunca agradecerá bastante haber heredado de Tirano —así lo llamábamos cariñosamente, aunque era un trozo de pan— es el gusto por el manejo preciso de la lengua.

Él consultaba continuamente el diccionario de la Real Academia Española. Uno lo recuerda sentadito en el suelo del pasillo de la calle Ravella, donde tenía casi todos sus libros, hojeando (con h) las obras de distinguidos filólogos, como Ramón Carnicer o Lázaro Carreter; y cada vez que oía alguna barbaridad en la tele (cosa harto frecuente) o surgía una duda, caminaba raudo hacia su despacho a consultar el diccionario y venía con él a la sala a aclararnos el asunto. Pues bien: un servidor de ustedes piensa que ha heredado un poco esa costumbre, aunque quizá sin llegar a los extremos de su progenitor.

El escritorio de Gran Uribe mientras redactaba estas líneas (23/1/2018 a las 23:41)
A G.U. le gusta más el diccionario de la RAE en papel, especialmente la edición de un solo tomo, aunque pesa y no siempre es de cómodo manejo. Pero le permite 'brujulear', ir de una página a otra y comparar definiciones sin necesidad de "pasar pantalla" cada vez. Eso es lo que sucede con el digital, pero cuando escribe una entrada utiliza con mucha frecuencia este último formato para consultar la correción y ajuste a la norma de las palabras con las que tiene dudas.

Además de la buena ortografía y del manejo adecuado de los signos de puntuación, un uso exacto de las palabras permite una mejor transmisión del mensaje y una lectura fluida. Así no nos pasará lo que al ínclito Rufián, quien, queriendo decir hoy—en sede parlamentaria— "hibernación" (para referirse al estado en el que se encuentra a día de hoy el fallido almacenamiento de gas en la zona de Castor), ha dicho "inviernación", palabra inexistente, inventada para la ocasión por ese ávido lector de Eduardo Galeano.

El caso es que de los ochenta millones de consultas al mes que registra el dicccionario digital de la RAE, no les extrañe que un buen porcentaje procedan del ordenador con el que G.U. redacta estas líneas.



Bien, sigamos adelante. Javier Marías, miembro ilustre de la Real Academia —¡lean Berta Isla, please, es espléndida!— nos comenta en su columna de esta semana, titulada Desdén, los múltiples vituperios que recibe la RAE, unos por considerarla "apolillada" y otros por excesiva "manga ancha" en la aceptación de nuevos términos. También hay quien considera —de eso no habla Javier— que los académicos son unos gandules que se pasan sus horas allí... en el bar tomando gin-tonics o cubatas. De aquellos de los que G.U. tiene noticia, no es así en absoluto (nuestro apreciado J.J. Millás no es académico, lo decimos por lo de los gin-tonics de media tarde).

En fin, esas cosas siempre se prestan a polémica. Pero la labor que hacen es enorme y no exenta de dificultades, aunque no recibe el más mínimo reconocimiento oficial en lo económico, pese a todos los politiquillos del partido en el poder (PP) (empezando por el "Señor de Pontevedra") se les llena la boca hablando el gran auge del idioma español en el mundo. Ahora nos vienen con la estrategia «El español, lengua global» para impulsar nuestro idioma. Milongas: a esa gente la cultura "se la suda", con perdón (está en el diccionario, ojo), tal como señala Marías de manera más fina.

Javier Marías (Fotografía: Jordi Socías)
[...] «Si una institución recibe entre setenta y ochenta millones de consultas al mes, su utilidad está fuera de duda. Bastaría con que cada usuario aportara diez céntimos al año para resolver las penurias. Pero es que además salen gratis, esas consultas. La RAE sirve a la sociedad española y a las latinoamericanas, sirve a los ciudadanos y al Estado. Pues bien, el Ministerio de Educación, que contribuía a su mantenimiento con una cantidad anual, la ha ido reduciendo a lo bestia. Si en 2009 aportaba 100 (es un decir, para entendernos), en 2018 aporta 42,34, y en 2014 se quedó en 41,26. Al Gobierno y al PP se les llena la boca de patriotismo y presumen sin cesar de que nuestra lengua es hablada por casi 500 millones de individuos, de que sea la segunda o tercera más utilizada en Internet y otras fanfarrias. 

Pero vean que es todo pura hipocresía. Su desinterés, su desprecio, su animosidad hacia la cultura son manifiestos. Buscan arruinar a la gente del cine, el teatro, la música, la literatura, el pensamiento y la ciencia. ¿Por qué no a la de la lengua?»[...]

5 comentarios:

  1. A mi me gusta el Diccionario Ideológico de J. Casares, que siempre tengo cerca de mi.
    es extraordinario.
    Un abrazo
    salut

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  2. También yo heredé esa costumbre de nuestro padre y no hay día que no recurra a sus servicios (sea el de la RAL, el Casares o el de María Moliner). No hay como la palabra justa para afinar el pensamiento y transmitirlo con la mayor fidelidad que uno pueda. Muy mal el gobierno al escatimar en algo tan necesario para la cultura y la conservación de un bien tan preciado como el lenguaje.
    nvts

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    1. El María Moliner también; RAE, Casares y Moliner es una buena tríada, en efecto. Yo aventuro que El Tapir utiliza también esos recursos, aunque no me gusta hablar en boca ajena. Y eso se lo debemos agradecer al "cruel Tirano", un tipo que cuando se jubiló se matriculó en Filología Hispánica, si la memoria no me es infiel (yo estaba en Melilla).

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  3. A ver si el próximo gobierno subvenciona a la RAE con más dinero. MJ

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