«El rey que le dió nombre al carlismo se llamaba Carlos, como su nombre indica. Era Carlos María Isidro de Borbón, autoproclamado Carlos V. Autoproclamado Carlos, "el legítimo". Eso es histórico, es decir, científico. El carlismo fue la expresión del tradicionalismo más recalcitrante, se opuso al liberalismo y de ello resultaron tres guerras sucesivas. Las guerras son siempre cruentas y estúpidas y esta, con sus tres partes repartidas a lo largo del siglo XIX, no podía serlo menos.
Cuentan los historiadores que el carlismo no era un bloque bien definido, sino que parece más bien la suma de varias violencias distintas, unidas débilmente por algunos intereses compartidos y por la conveniencia oportunista, más táctica que ideológica. En Cataluña, el carlismo fue especialmente virulento y se parece a lo que hoy señalaríamos como una guerra de "señores de la guerra", pequeños cabecillas locales, caudillos de pueblo fascinados por la violencia extrema, tipos que son poco más que caricaturas, pero unas caricaturas letales, muy dañinas para la convivencia y, en definitiva, para vida.
Los carlistas se circunscribían a determinadas zonas profundas, rurales, católicas y tradicionalistas, la Cataluña más caciquil, a saber: Berga, Olot, Besalú, Solsona, buena parte de Gerona, Igualada, Ripoll. Las zonas liberales eran la gran urbe (Barcelona) y sus aledaños. ¿Les suena de algo ese mapa? Si, lo han intuído ustedes bien: el mapa del carlismo es, hoy, el mapa del secesionismo. O de Tabarnia, claro, depende del ánimo con el que se mire. Los centros neurálgicos del carlismo, los más rampantes, son los mismos ayer y hoy. ¿Nos encontramos ante una broma macabra de la historia?
Retrato del infante Carlos "el legítimo" (1825) [Vicente López Portaña / granuribe50] |
Me temo que cuando Carlos el legítimo (el de nuestros días) habla de "legitimidad", usa el término "legítimo" como eufemismo de "vitalicio", o de "por la Gracia de Dios", porqué ese es su oscuro deseo. Y si no, al tiempo: ese tío siente que alberga a un rey dentro de su cuerpo. El que fue alcalde de pueblo de rebote, y presidentet de pura churra, de republicano no tiene nada: lo que quiere es fundar una dinastía.[...]
Nuestro moderno Carlos el legítimo me huele a literatura para el futuro. Porque Carlos el legítimo tiene un aire de héroe folletinesco y desgarbado, algo muy español, cervantino e incluso buñueliano. ¿Podría ser berlanguiano?. Estoy convencido de que, en un tiempo no muy lejano, este Carlos inspirará a buenos autores y se convertirá en personaje de novelas divertidísimas cuando, dentro de 100 o 200 años este periodo actual se vea en la distancia necesaria para ser tratado con humor, con sarcasmo y con la dulce indulgencia que merece todo lo humano, todo lo de tierno y ridículo que tienen las cosas humanas y esos personajillos ególatras y pendencieros, con sus ocurrencias patrióticas y sus astucias que mueven primero a la perplejidad (o a la indignación) para volver, luego y por fin, a la compasión que se siente por los aventureros irresponsables y los caudillos folloneros».
Muy bueno el fragmento elegido, GU. El blog que tantas veces recomiendas de Lluís Bosch es formidable. Me quedo con la curiosa coincidencia de la zona catalana de supremacía carlista en el s.XIX con el reinado de la estelada actual, que cubre todo lo que llamaríamos "la Deep Catalonia". ¿No hemos cambiado nada?
ResponderEliminarnvts
Mandé un recorte de prensa a Lluis. Trata sobre el padre del Sr Puigdemont. Va firmado por la periodista y con fotos que corroboran el trabajo.
ResponderEliminarQuedarían parados.
Un abrazo
Estupendo el texto de Lluís Bosch, con las afinidades entre la situación actual y la del pasado carlista. Magnífica la descripción de estos personajillos actuales horrorosos especializados en "trillear" y tomar el pelo.
ResponderEliminarHe buscado y leído el artículo del que habla Tot Barcelona. Sorprendente. MJ