sábado, 6 de agosto de 2016

Un vendedor de camellos disfrazado de sabio

Hace unos días comentábamos en el blog el aniversario del fallecimiento del progenitor de G.U., Nvts y El Tapir. Las sencillas frases que quedaron allí escritas resumen muy bien el orgullo que sentimos por haberlo tenido como padre.

Hoy, en EL MUNDO, Gabriela Bustelo entrevista al hijo de Miguel Boyer y Elena Arnedo (la ginecóloga, política y activista del feminismo a la que sustituyó Boyer por... ¡Isabel Preysler!). Leyéndola, uno celebra —una vez más— la inmensa suerte de haber tenido un padre al que no echar nunca nada en cara y del que guardar tan buen recuerdo.

La verdad es que con su gafa, el aire circunspecto y suficiente, el pelito ensortijado y la voz engolada, daba la imagen de seriedad y sapiencia que necesitaba el PSOE en aquel momento. Pero tras el golpe de efecto de Rumasa, se nos cayó el mundo a los pies cuando empezó a tontear con Isabel Preysler —una buscavidas— en "Las lentejas de Mona". No nos lo podíamos creer y, al parecer, su hijo Miguel tampoco, y ahora le pasa la factura (la venganza es un plato que se come frío).

Aquello de la Preysler y Elena Arnedo fue, aunque no lo parezca, el principio del lento fin del PSOE, como señala su hijo. Luego la cosa degeneró y, al final, es difícil encontrar a nadie que no se riera con aquella histórica colleja de Ruiz Mateos (¡Yo te pego, leche!), con rotura de gafitas incluída.

Extraemos algunos párrafos de la entrevista de Gabriela, aunque vale la pena leerla entera.

Expropiación de RUMASA
[...] P. ¿Cuál es la verdad?

R. Mi padre hizo muchísimas cosas mal. A los que conocemos la realidad de esa persona nos toca estar oyendo siempre decir que era un superhombre, que todo lo hizo bien, que era listísimo, que era buenísimo. Las gentes que triunfan tanto no suelen ser personas especialmente buenas. Mi padre estudió Física y traicionó a la Física, pasándose a la Economía. Se metió en política y en cuanto se hizo importante, traicionó a la política. También traicionó al PSOE y a su primera mujer. En todas las empresas donde ha estado ha salido tarifando, porque siempre pensaba que su inteligencia podía llevarle más lejos, cuando es sabido que los negocios son mafias y que la gente tiene intereses. Pero él llegaba, se ponía a perorar y salía mal de todas partes. 

P. En el caso de su padre se puede decir que tenía una mente fría, analítica, pero no que fuera tonto. 

R. Él tenía una alta opinión de sí mismo. Se consideraba una persona capaz de analizarlo todo, por lo listo que era, pero resulta que el mundo de la empresa no lo entendía y tampoco el mundo de la política, donde duró muy poco. ¿Y ahora dicen que era un hombre de familia...? Aparte de lo que nos hizo a nosotros, se llevaba mal con sus hermanos, con sus sobrinos... Lo interesante es que durante una época se convirtió en un personaje.

P. ¿Diría que Miguel Boyer fue devorado por su propio personaje?

R. Lo que no se entiende es que llegara a ser un personaje. Porque uno se pregunta: ¿Acaso creó una empresa? ¿O fundó una escuela de pensamiento? ¿O escribió algún libro? ¿O tuvo discípulos? ¿O fue catedrático? No. Es verdad que cuando hablabas con él, era listo, divertido, sabía muchas cosas y tal. Pero el mito que hemos padecido... Porque imagínate para los hijos, tener que matar al padre, como se suele decir. Empezando por el nombre, porque yo me llamo Miguel. [...]


Miguel Boyer, un vendedor de camellos (o de motos)
P. ¿Entonces lo de Miguel Boyer no era un caso de megalomanía, sino un engaño intencionado?

R. Mi padre era un vendedor de camellos disfrazado de sabio. Cuando eres un niño lo compras, porque confías en tus padres, pero cuando ves la trayectoria entera ya tomas conciencia de todas las mentiras. Isabel [Preysler] es una persona que, en cierto modo, vive de la prensa. Y para la prensa es fundamental la imagen pública. Por eso hasta ahora uno no estaba en condiciones de decir nada. [...]


4 comentarios:

  1. Después de leer esa entrevista, que me ha recordado un poco a la película "El desencanto", sólo se me ocurre una reflexión, la misma que ha hecho gran Uribe en la presentación: ¡Qué suerte tuvimos de tener los padres que tuvimos!
    El Tapir

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    1. ¡Caramba, Tapir! Veo que Boyer usó para vender el camello del fondo el mismo uniforme que usted, aunque me parece recordar que le quedaba mejor que a él. Un tuareg con gafas, no sé, no sé...

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    2. ¡Ah caralho, pues es verdad!. No me había fijado en la segunda foto. Permítame pecar de inmodesto, pero es cierto, me quedaba mejor el disfraz que a él. Y a propósito, un ibicenco algo despistado, al ver la foto, dijo: "Ah recony, aquest no es d´aquí!". "Ah, no? Dons es el meu marit"
      El Tapir

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  2. Siempre me pareció un creído. Por lo menos el aspecto lo tenía.

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