Como comentaban Nvts y El Tapir en Gran Uribe tiene hoy la bilis negra, en vacaciones estábamos todo el día por ahí sin dar muchas explicaciones, nadie nos indicaba la hora de ir a comer y cenar, ni falta que hacía. La verdad es que la sensación de aburrimiento uno nunca la tuvo y si la tuvo... se aguantaba. Ahora ves a los papaítos y mamaítas jaleando continuamente a los zagales, dándoles cuerda, aplaudiendo cualquier patadita que den al balón, todo eso para que no se aburran. Por no hablar de las sutiles herramientas de control telefónico, el tener que dar novedades cada tres pasos, etc.
En fin, Milena nos habla de su experiencia en estos términos:
La escritora Milena Busquets, fotografiada en Barcelona Fotografía: Inés Baucells |
[...] Durante mi infancia no se consideraba que los padres tuviesen que entretener a los hijos. A los niños se nos dejaba en paz, podíamos estar con los adultos si les dejábamos hablar y no les incordiábamos demasiado o podíamos estar absolutamente en nuestro mundo.
Yo pasaba las horas dando clases de francés a mis muñecas, construyendo una nave espacial con la que estaba convencida de que algún día podría llegar a la luna, viendo la televisión (a los siete años ya había visto más películas de terror de las que vería en los treinta y cinco años siguientes), encerrada en el baño bailando y cantando delante del espejo o, sencillamente, tumbada encima de la alfombra sin hacer nada, aburriéndome, pensando en mis cosas (no eran muy distintas mis preocupaciones de la infancia de las de ahora, todos pasamos la vida dándole vueltas a dos o tres temas).
De todas estas actividades, creo que la que más útil me ha resultado, aparte de aprender a construir naves espaciales, fue la de aprender a aburrirme. Me aburro de casi todo, incluso de las cosas que me apasionan como leer o ver películas, pero nunca me he aburrido de no hacer nada. Aburrirse no es malo, al menos aburrirse solo, lo terrible es aburrirse con otra gente. He intentado a conciencia que mis hijos se aburran desde su más tierna infancia y nunca, ni una sola vez, les he oído decir: "Mamá, me aburro"».
[Extraído de la columna semanal de Milena Busquets en EL PAÍS]
Enlace: A favor del aburrimiento
¡Oh,qué buen artículo! Me identifico totalmente con ese punto de vista. La mejor terapia para espabilar y sacarle jugo a lo que uno tiene al alcance, para aprender a meditar, a observar, a relacionarse con el entorno, para aficionarse a la lectura si lo que tienes a mano son libros...Reivindico el principio del aburrimiento como levadura para el desarrollo personal. Nunca intenté, yo tampoco, distraerles a mis hijos. Que se las apañaran con lo que tenían, como hicimos nosotros. Eso es intransferible.
ResponderEliminarnvts
Me identifico totalmente con lo que describe Milena. Resulta patético ver los desesperados esfuerzos de muchos padres por evitar que sus hijos se aburran. Y me quedo con esta frase: "Aburrirse no es malo, al menos aburrirse solo, lo terrible es aburrirse con otra gente". ¡Buenísimo artículo!
ResponderEliminarEl Tapir
Yo, la verdad, creo que me he aburrido poco. Lo que sí es cierto es que durante el veraneo, que duraba muchísimo, apenas nos controlaban. Hacíamos bastante lo que queríamos, nos saltábamos las pocas prohibiciones, como salir a las tres de la tarde, hora de la siesta, cuando caía un sol de justicia. Aún recuerdo esa sensación de ir por la calle desierta, a pleno sol, con ese calor sofocante, la mar de contentas y orgullosas. Debe de ser por eso que no me molesta el calor. MJ
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