«Existe una infección cerebral, que se llama ideología mórbida, mucho más contagiosa que la gripe del pollo o la enfermedad de las vacas locas, contra la que no existen vacunas. Uno de los síntomas de esta infección es una fiebre rara que te impide ver el lado sórdido de los políticos de tu partido. Aunque los medios de información descubran y aireen cada día sus delitos de cohecho, malversaciones de caudales públicos y robos descarados piensas que sus tropelías no te atañen. Los votas, pero tú eres un ciudadano honorable.
Por mucho que los veas entrar y salir de los juzgados y de las cárceles, esa fiebre ideológica te obliga a creer que basta con el cabreo para sentirte a salvo del contagio. Los votas, pero tú eres un ciudadano incontaminado. La virulencia de esta infección cerebral te llevará a las urnas una vez más como un borrego y, pese a haberte desayunado a lo largo de una legislatura con los latrocinios evidentes de los políticos de tu partido, incluso celebrarás su triunfo si ganan las elecciones. Pero después de depositar el voto en su favor, aunque no lo notes, volverás a casa con el cerebro seriamente dañado. Los efectos de esa lesión son expansivos y envolventes, actúan como una lenta bajada de las defensas, de modo que sin darte cuenta irás perdiendo la autoestima y llegará un momento en que ya no podrás reaccionar contra cualquier clase de injusticia, hasta considerar muy natural que te roben a ti directamente. A estas alturas, un ciudadano libre tiene la obligación de saber que votar a un Gobierno corrupto es un acto inmoral, que te hace cómplice de la corrupción. Te creías vacunado contra esa basura, pero un día el espejo ante el cual tu rostro se refleja, puede que te dé un veredicto fatídico: si de forma consciente votas a un político corrupto es porque tú en su caso harías exactamente lo mismo».
Sí, existe una cierta tendencia a ser más "comprensivo" u "olvidadizo" con los desmanes de los nuestros, cuando tendría que ser justamente al revés. A mí, particularmente, los desmanes de la izquierda me sulfuran y sofocan infinitamente más que los de la derecha y, pese a ello, reconozco, no sin cierta vergüenza, que mi voto no siempre ha sido coherente con esa sensación de asco. ¡Es tan fácil agarrarse a la coartada de que si dejo de votarles ganará la derecha...! Tal vez ahora que hay más opciones de voto haya llegado el momento de ser más riguroso...
ResponderEliminarEl Tapir
En efecto, los desmanes de la derecha van a beneficio de inventario, se dan por hechos y no tenemos ninguna responsabilidad sobre ellos ya que a esa gente no la hemos votado nunca ni la votaremos jamás, o eso pensamos.
EliminarDuelen más los de la izquierda porque uno llegó a creer a pies juntillas (hace tiempo) el siguiente axioma o postulado:
DERECHA=CORRUPCIÓN implica IZQUIERDA=HONESTIDAD (el recíproco también es válido).
Bueno, ya se ve que -de momento- los únicos que están libres de sospecha son los que aún "no han pisado moqueta".
Tiempo tendrán de pisarla y ensuciarla, como el carpintero-ebanista Forgas, quizá sepa usted a quién me refiero. Y entonces... nos quedará la nada (uno es del gremio de la botella medio vacía, como usted sabe).
Tienen ustedes toda la razón del mundo. A lo mejor ha llegado ese momento. Creo que me va a costar, pero intentaré ser coherente. MJ
Eliminarmacho eres un copión. Lo mínimo que podías hacer es hacer mención a la persona y el medio de dónde has plagiado el texto . O no sabes que El País te puede denunciar por hacer como tuyo un artículo de Opinión publicado en en su Diario?
EliminarNo se enfade usted y reconsidere, por favor, que si el texto de Manuel Vicent va entre comillas no se trata en ningún caso de un plagio. Acepto que en esta ocasión no puse como suelo hacer el nombre del periódico, pero sí que puse la foto del autor y —en la etiqueta Alt— el nombre de Manuel Vicent, escritor al que respeto y admiro. El texto está escogido para que sirva de reflexión y debate pero en ningún caso para hacerlo pasar como mío, faltaría más. Lamento haber propiciado este mal entendido y le pido disculpas.
EliminarUna pregunta, Gran Uribe: ¿quién es el carpintero-ebanista Forgas? Por lo demás, completamente de acuerdo con sus atinados comentarios, así como con los del señor Tapir.
ResponderEliminarnvts
Me permito responderle desde estas páginas. Había una vez un señor llamado Gerardo que recomendó a su hermana, llamada Patiña, a un ebanista llamado Forgas para que reparara un mueble "in situ". Como Patiña acababa de estrenar una moqueta en el salón de su casa —y no quería que Forgas la ensuciara con sus botazas al pasar— puso unos papeles de periódico para protegerla. Cuál no sería su sorpresa cuando sorprendió (valga la redundancia) a ese sujeto (Forgas) dando saltitos para intentar no pisar los periódicos, pensando que no debía estropearlos, según explicó después al ver la indignación de Patiña.
EliminarNo pateixi, senyora, que no he trepitxat cap revista!
EliminarEl Tapir
Muy bien, Tapir: progresa usted adecuadamente en lo idiomático y su memoria está fresca como una lechuga. Eso dijo Forgas, efectivamente.
EliminarTrepitjat, s'escriu trepitjat.
EliminarTrabucaire
No recordaba la anécdota, es buenísima y he echado unas risas, que buena falta hacen. Buena memoria, Gran Uribe.
ResponderEliminarnvts
En vez del Gran Uribe deberías ponerte el plagiador Uribe. Aquí tenéis el artículo plagiado
ResponderEliminarhttp://elpais.com/m/elpais/2015/03/27/opinion/1427468272_148507.html.
No se enfade usted y reconsidere, por favor, que si el texto de Manuel Vicent va entre comillas no se trata en ningún caso de un plagio. Acepto que en esta ocasión no puse como suelo hacer el nombre del periódico, pero sí que puse la foto del autor y —en la etiqueta Alt— el nombre de Manuel Vicent, escritor al que respeto y admiro. El texto está escogido para que sirva de reflexión y debate pero en ningún caso para hacerlo pasar como mío, faltaría más. Lamento haber propiciado este mal entendido y le pido disculpas.
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