Sí, ya se sabe, muy fácil: a un presidente de República se le puede cambiar si no nos gusta y a un rey no. Lo que ocurre es que eso no es tan sencillo como parece: han de pasar varios años y ha de ponerse mucha gente de acuerdo para que eso suceda y — si eso sucede— lo que puede ocurrirr es que la mayoría se ponga de acuerdo en poner a otro imbécil como ese de la foto (o a otro sinvergüenza), con la frustración que eso puede suponer para los que no lo son. Y así hasta que se nos pase el arroz.
Sí, ya se sabe, muy fácil: a un presidente de República se le puede cambiar si no nos gusta y a un rey no.
ResponderEliminarLo que ocurre es que eso no es tan sencillo como parece: han de pasar varios años y ha de ponerse mucha gente de acuerdo para que eso suceda y — si eso sucede— lo que puede ocurrirr es que la mayoría se ponga de acuerdo en poner a otro imbécil como ese de la foto (o a otro sinvergüenza), con la frustración que eso puede suponer para los que no lo son. Y así hasta que se nos pase el arroz.
Es que, claro, Aznar ha sido de una ramplonería extrema. Pero hay otros.
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