domingo, 17 de agosto de 2014

En los días del gran engaño

Santos Juliá empieza recordándonos cómo hasta gente tan perspicaz como Vázquez Montalbán cayó en la trampa de pensar que el fiasco de Banca Catalana era únicamente un vil ataque contra Cataluña, tal como nos hizo creer Pujol en aquella arenga desde la Plaça de Sant Jaume que ya hemos recordado más de una vez en este blog. Al final, enlaza con la situación actual cerrando un artículo muy bueno, como todos los suyos.
La frase: "a partir de ahora, cuando alguien hable de ética y de moral, hablaremos nosotros" posiblemente dio por inaugurado el llamado "oasis catalán".

Santos Juliá[...] «En fin, cuando, identificando su persecución con la secular humillación catalana a manos de España, definió, entre ovaciones de unos y silencios de otros, la querella como un “ataque a Cataluña”, culminación de un designio de asfixiarla económicamente. Fue entonces cuando recordó en el Parlament que “Catalunya té força; en té perquè en té i perquè es forta Catalunya té força, i avui té més força que fa un temps”, para recibir de inmediato la aclamación de la multitud congregada en la plaza de Sant Jaume, gritando: “Obiols, cabrón, som una nació” y “Felipe, Guerra, atacan nuestra tierra”. Un Jordi Pujol, poseído de esa emoción que solo se siente en la llegada a la cima del poder recordaba a la multitud (75.000 según la Guardia Urbana, 300.000, medio millón, qué mas da, según los convocantes) que Cataluña era una nación, era un pueblo y “con un pueblo no se juega. A partir de ahora, cuando alguien hable de ética y de moral, hablaremos nosotros”.
[...] Treinta años después de aquellas emociones, y conocida al fin la verdad del cuento, muchos lloran, otros se indignan y no faltan quienes celebren la caída de un mito. ¿Un mito? No, Pujol no ha sido nunca un mito. Culto, leído, bien dotado para la retórica, dueño de voluntades, Pujol ha sido el fabulador de un gran engaño, el constructor de un gran relato, fuente de legitimación de un poder absoluto que ha resultado ser un poder operando a la manera de clanes y mafias».



1 comentario:

  1. Bueno, las multitudes no piensan, se dejan enardecer y ya está. Pero a los seres pensantes, y más a los perspicaces como Vázquez Montalbán, les hubiera traído más cuenta fiarse de los indicios que denunciaban Jiménez Villarejo, y también Mena, y no dejarse arrastrar por estrategias que ya se vislumbraban poco claras y nada limpias. Confundir una denuncia personal, o a una entidad, con un ataque a la nación ya son ganas de dejarse confundir.

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