Con tal motivo, se adjunta una imagen del maestro luciendo esa prenda, un obsequio de Gran Uribe con todo cariño.
Javier Marías |
Bien, ya se sabe, es el mes de la Virgen de los Jolgorios. Pero a la vez se ven con frecuencia escenas como la siguiente.
Un pequeño y agradable pueblo marino, asolado –como todos– por masas interesadas sólo en comer a dos carrillos (los insoportables programas de cocina de las televisiones no hacen sino reflejar la realidad de numerosos compatriotas: gente que ha dejado de lado casi cualquier inquietud para dedicarse a engullir animalescamente). La terraza de un local, en una plaza muy grata, está de bote en bote, pero no hay muchas personas esperando de pie a que se quede libre alguna mesa. Carme y yo decidimos aguardar un poco, a ver si hay suerte.
Javier ejerciendo de guiri (De una obra de Duane Hanson) [regalo de granuribe50] |
Este sujeto había decidido supervisar el trabajo de las camareras, les daba órdenes impertinentes y sobre todo les ponía pegas. No era hora ni lugar para poner ninguna, conseguir mesa para tantos era para darse con un canto en los dientes. Regresaba a la “cola” y alardeaba de sus intervenciones ante su mujer y una cuñada (supongo), con no mejor aspecto ni tampoco más educadas. “¿Qué les has dicho a esas tías, qué pasa?”, le preguntaban ellas. “Qué coño les voy a decir, que no nos gusta esa mesa, que queda fuera de los toldos; que la corran para allá, no nos va a dar esta puta solanera”. Aquello era imposible, no había hueco para correr nada. “Y ni siquiera nos ponen mantel”, agregaba, “les he mandado ir por uno”.
Aquel no era sitio de manteles, si acaso de mantelitos de papel, el típico lugar de tapas y raciones. “¿Qué se creerán las tías?”, exclamaba una de las mujeres, como si estuvieran en el Ritz y les hubieran faltado al respeto, a ellos, que tenían dinero. Porque iban hechos unos pingos, como se decía antes, faltando al respeto a cuantos tuviéramos la mala pata de verlos, pero era indudable que les sobraba el dinero. Y a demasiada gente que aún lo conserva, en esta España depauperada, no hay manera de enseñarle modales. Al contrario, cuanto más empobrecidos a su alrededor, más se crece y más exige y más molesta y desprecia. No hace falta añadir que la familiola formó tal tapón con sus demandas que dimos por imposible que nos llegara alguna vez el turno.[...]
Enlace: Escenas veraniegas
Es que en Agosto yo creo que donde mejor se está es en las ciudades. Que conste que yo vivo en un pueblo. MJ
ResponderEliminarPor Dios, Uribe, no creo que a Javier Marías le haya hecho mucha ilusión ese regalo. ¡Está fatal el hombre!
ResponderEliminarVista la foto, francamente, comprendo que no le guste ponerse pantaloncito corto... Aunque la camisa..., déjala correr
ResponderEliminarEl Tapir
Señor Tapir: el día 29 de septiembre espero volver a lucir el pantaloncito corto para ir a "El Bigotes", aunque caigan chuzos de punta.
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