martes, 8 de septiembre de 2015

Huyendo del "bullying"

Gran Uribe no ha recibido, como Risto Mejide e Iniesta, mensajes de twitter por parte de Quim Monzó y el emergente taruguete Gabriel Rufián invitándole a la Meridiana el 11S pero, previendo que pudiera sucederle, marcha unos días a un balneario en la Rioja (ya estuvo el año pasado), donde espera estar la mar de tranquilo pasando de esa histórica jornada.
Allí lo de la wifi anda sólo regular, ojo al dato, y tele... poca. En fin, veremos.

Quim Monzó y Gabriel Rufián invitan a Mejide (en su sofá "Chester") e Iniesta a la diada
A un servidor no es que le caiga especialmente bien el señor Mejide (más bien como un tiro), pero reconoce que ese sujeto no es tonto, y a uno quizá le gustaría responder en parecidos términos si fuera un personaje público y se viera en una situación así. No se trata de inocentes invitaciones personales, no. Son invitaciones públicas a definirse para ser utilizadas adecuadamente, tanto si son de aceptación como de rechazo. Extraemos de su blog unos párrafos:

“De pronto me entró un tuit de Quim Monzó. [...] El mensaje iba acompañado de una sutil ilustración en la que Quim me hacía entrega de un ramo de rosas rojas y amarillas coronadas por la bandera estelada, mientras ocupábamos sendos lados de un sofá. [...] Por un momento pensé en agradecer la cortesía de haber pensado en mí. De tender un puente hacia un don nadie como yo. Pero enseguida me contuve. Y menos mal que lo hice, porque comprobé que formaba parte de una estrategia. De un plan. Y que había sido víctima del mismo. Igual que los hermanos Pau y Marc Gasol, Julia Otero y alguno más.

No estamos hablando de invitar a la gente que te apetece. Estamos hablando de phishing político. [...]
Una invitación pública deja de ser una invitación. Una invitación pública es una campaña. Un uso ilegítimo del nombre de otro para mandar un mensaje a los que nos miran. Escudada tras una presunta formalidad, disfrazada de acto generoso y educado, la intención no es otra que la de buscar el barullo polémico de una aceptación o un rechazo. [...]
Tu @Araeslhora ha confirmado mis peores temores: esto no va de incluirse, sino de definirse políticamente. Y mientras el voto sea secreto, cualquier empujón para definir tu filia política puede ser considerada no sé si violencia ideológica, pero sí desde luego moral. Y de muy mal gusto, también. [...]
Cuando alguien me apunta con el dedo para forzarme a tomar partido, mi reacción suele ser la de negarme y sobre todo, preguntarme el porqué. No nos señaléis, rezaba Enric Hernández. Meteos el dedo en el culo, añado yo”.

Enlace: DeclinART

1 comentario:

  1. Con pocas palabras basta. Estupenda manera de declinART. MJ

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