martes, 10 de abril de 2018

¿Pasividad, gandulería o maquiavelismo?

“MEJOR NO HAGAS NADA”, LA PASIVIDAD ESPAÑOLA

Estamos un poco mustios y bastante indignados porque el holgazán de Rajoy, fumándose un puro mientras lee el MARCA, y su catastrófico Gobierno de inútiles, empezando por el responsable de Asuntos Exteriores, un enchufado sujeto llamado Dastis, nunca se han tomado la molestia de presentar al mundo una versión alternativa a la historia que contaban por allí (y por aquí) nuestros procesistas, plagada —con todo el morro— de mentiras, tergiversaciones, falsas verdades, etc.  Dado que son incapaces de otra cosa, por lo menos eso: ¡propaganda, coño!

Y ahora nos encontramos con que tienen que ser Inés Arrimadas, por un lado, y los de Sociedad Civil Catalana los que tienen que ir por Europa a explicar lo que tendrían que haber hecho nuestros flamantes embajadores desde sus cómodas poltronas, poniéndose el traje de faena y organizando conferencias, ruedas de prensa, qué sé yo, en lugar de las clásicas y protocolarias "cenas de embajada", esas en que los invitados lucen todos esmoquin o traje largo mientras se llenan a dos carrillos.

Carlos Martínez Gorriarán, el que fue número dos del extinto UPyD de Rosa Díez, no lo achaca en su extenso artículo del digital "elasterisco.es" a la gandulería ni tampoco a un presunto maquiavelismo de Rajoy y sus secuaces (como sugieren algunos analistas), sino más bien a lo que él llama "mejor no hagas nada" o "la pasividad española". Eso que llamaríamos de manera coloquial "no meterse en un jardín", vaya.

Dice cosas así:

[...] «El sentido común español es pesimista y partidario de la pasividad: del "no te metas", "no hagas nada que es peor". Y esa actitud generalizada, contra la que poco pueden los esfuerzos aislados por meritorios que sean, alimenta y mantiene las causas de su propio pesimismo: si estamos seguros de que todo irá mal y nos abstenemos de hacer algo para impedirlo, seguro que todo irá mal. O peor.

La pasada semana ha estado presidida por dos casos de corrupción política: el extremo de la fuga de Puigdemont y la frustrante decisión de la justicia alemana de negar la extradición de este golpista por el delito alemán de alta traición (equivalente, se suponía, al español de rebelión), y el más costumbrista de la polémica en torno al máster que según todos los indicios la Universidad Rey Juan Carlos habría regalado a Cristina Cifuentes falsificando documentos. Ambos comparten, pese a sus diferencias de gravedad, una raíz común: son el resultado de la pasividad, la contemplación y la negativa a actuar cuando y como se debía haber actuado. Inacción que también es una especie de complicidad moral.[...]


Así, la carrera delictiva de Puigdemont y del separatismo catalán con su corrupta clase política es completamente incomprensible al margen del gobierno de la vieja máxima del "mejor no hagas nada". Durante decenios, los separatistas catalanes no sólo han hecho públicos sus planes, sino que han avanzado en su cumplimiento sin otra oposición que algunas críticas cívicas rápidamente remitidas al limbo de los muertos civiles.

Los separatistas compraban voluntades mediante sobornos y apartaban a los raros insobornables mediante la coacción y el ostracismo, mientras los gobiernos y el establishment español creían que, a su vez, estaban comprando la complicidad de sus aliados favoritos.[...]

Y a continuación Martínez Gorriarán abre el campo de visión de esta manera:

Viñeta de El Roto (9/4/2018)
El problema no se limita en absoluto a la llamada clase política, sino que se extiende al conjunto de las llamadas élites, en realidad grupos endogámicos de corte oligopólico, es decir, que mantienen su negocio a base de impedir o dificultar la competencia de terceros que puedan desplazarles, nuestro acreditado "capitalismo de amiguetes". Lo mismo que decimos de la mayoría de políticos puede decirse de grandes empresarios de todos los sectores, líderes sindicales y patronales, periodistas y académicos influyentes, de supuestos intelectuales y artistas, y de otros grupos con relevancia y poder. Todos ellos surgen y se constituyen mediante la selección negativa, es decir, escogiendo a los peores (que además emparentan entre ellos constituyendo una apellidocracia), pero esta selección sólo es posible debido al principio de "mejor es no hacer nada", que aparta de la competición a las personas altruistas, competentes y capaces.

"Mejor que no hagas nada" implica una máxima secundaria: y si alguien hace algo, es sospechoso. En efecto, si lo prudente es no hacer y ser pasivos, la persona activa será que o persigue fines inconfesables, o sencillamente no comprende la realidad, y es un Quijote. 



Junto al pícaro, el Quijote completa (quizás con el Don Juan) el gran retablo clásico español de los arquetipos existenciales en materia social: se puede vivir al modo de Lazarillo, o malvivir vapuleado como un Quijote. Sólo un loco puede elegir el vapuleo sinsentido».

5 comentarios:

  1. No hacer nada unos, pero hacer que otros hagan, que son la justicia española y de momento, la alemana. El resultado lo conocemos. Aplicar la ley puede no ser el método más idóneo para resolver una cuestión tan compleja como la que se trata. Sobre todo si entra un país donde unos hechos como los mencionados son inimaginables.
    La pelota se ha hecho inmensa. Ahora ya no son solo gilipolleces, sino barbaridades. Es imprescindible que alguien intervenga. Ojalá, como decía Tot Barcelona en un comentario anterior, se estén tomando acuerdos entre países para resolver el entuerto. Esto ya no hay quien lo aguante. MJ

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  2. Comparto plenamente el artículo de Martínez Gorriarán. lo que ha hecho el gobierno español es retirarse sin jugar el partido, mientras "los otros" iban metiendo goles a puerta vacía, tanto en campo propio (Cataluña) como en campo ajeno (extranjero), Pero, por desgracia, no ha sido sólo el gobierno el que no se ha presentado para jugar el partido. También los catalanes "no indepes", salvo raras y honrosas excepciones, hemos reaccionado demasiado tarde, cuando el partido ya iba 20 a 0. Y no es que no nos diéramos cuenta de lo que pasaba, sino que, como acusa Martínez Gorriarán, aplicábamos el "mejor es no hacer nada", no sea que nos confundieran con "peperos". Sí, el gobierno español es culpable por omisión, pero no solo el gobierno.
    El Tapir

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    1. Mea culpa también por mi parte, aunque creo que hago lo que puedo desde aquí.

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    2. Por supuesto, GU hace lo que puede, que es mucho y, desde luego, muchísimo más de lo que hago yo. Sin embargo, yo me estaba remitiendo a muchos años atrás, cuando se empezó a preparar el caldo de cultivo que ha fraguado en los sucesos de los últimos años (por supuesto, mucho antes de la existencia del blog del GU). Me refería a los primeros años del pujolismo e incluso a la época del tripartito, incluyendo de manera muy señalada el famoso "pacto del Tinell" y otras actuaciones un poco extrañas de los dirigentes del tripartito. (Casi) nadie dijo nada en aquellos tiempos, salvo el PP, claro. Esos fueron los polvos y lo que recogemos hoy son los lodos. [Creo innecesario decir que gran parte de la culpa original la tuvo la ventajista actuación del PP -y, concretamente, de Rajoy- respecto al Estatuto de Cataluña]. Ahora, gracias entre otros al impulso de Sociedad Civil Catalana, se han aclarado un poco los campos y los opuestos a la independencia, que somos muchos, hemos empezado a salir a campo abierto, como los caracoles después de la lluvia. Tardíamente, sí, pero más vale tarde que nunca...
      El Tapir

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    3. Totalmente de acuerdo con las dos intervenciones de El Tapir sobre esos artículos.
      A veces el agobio por el cariz que toman los acontecimientos es tan grande, que cuesta pensar con claridad.
      Su blog, G.U., es como un bálsamo. Muchas gracias. MJ

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