jueves, 10 de noviembre de 2016

¿Qué queda de la democracia?

Jordi Llovet
Jordi Llovet es un hombre culto y creativo y fue un gran catedrático de Teoría de la Literatura en la Universidad de Barcelona, de aquellos que acudían a dar sus clases puntualmente y... ¡las preparaban! (no todos lo hacían por aquel entonces). La 'parienta' tuvo la suerte de ser alumna suya y no tiene más que elogios para él. Se jubiló hace unos años y donó su biblioteca de 30000 volúmenes a la Universitat Pompeu Fabra, pero el hombre sigue en plena actividad intelectual, como traductor al catalán del francés (Voltaire, Baudelaire, etc.) y del alemán (Rilke, Schiller, Kafka, etc.) y como ensayista. Como tal, escribe artículos siempre bien informados y un punto polémicos. Este que traemos hoy aquí también lo es, en especial por las últimas frases, que seguro que levantan todo tipo de anatemas contra su persona.

«Cada vez que uno se refiere, con admiración, a la democracia como sistema político inventado y practicado en la Grecia clásica, quizá olvida que aquel periodo dulce, situado entre tiranías y regímenes oligárquicos, no duró mucho:[...] un poco más de 30 años. Muy poco tiempo si se compara con la larga trayectoria, anterior y ulterior, de los imperios casi teocráticos [...] y de las monarquías autoritarias o los despotismos. Se puede concluir, pues, que la democracia ha sido, históricamente, un sistema de regir la cosa pública más bien efímero, inseguro, oscilante y muy arriesgado.[...]

Si un pueblo no está perfectamente informado y si cada uno de sus ciudadanos no posee una madurez intelectual suficiente -digamos "soberanía intelectual" - como para saber qué vota y por qué lo hace, entonces lo más probable, como ya previó Tocqueville, es que también las democracias se vuelvan bastardas: por un lado, los que ostentan el poder hacen lo que les parece -incluida la interpretación de las leyes más fundamentales-, y los que son mandados , debido a una serie de factores entre los que la educación tiene un lugar preeminente, caen cada vez más en la confusión, en las ideas promovidas por la propaganda y en intereses pequeños, muy alejados de lo que se considera emblema mayor de una democracia: el bienestar común y el respeto por las ideas de todos.

Esto ya se empieza a ver con el auge de los populismos en buena parte de Europa, pero es un hecho real hace decenios en Estados Unidos. [..] Ello ha llevado a un sociólogo norteamericano a escribir un libro, en plena campaña electoral reciente, en el que muestra un pesimismo casi apocalíptico en cuanto al futuro de las democracias, en especial la de su país: Jason Brennan, Against Democracy (Princeton y Oxford , Princeton University Press, 2016). En él, el autor no ahorra datos relativos a lo que Blecua, mi maestro, decía de aquellos norteamericanos a los que daba clases de literatura en la UB: "Son de una ignorancia estupenda". En 1964, en Estados Unidos, sólo una minoría sabía que Rusia no formaba parte de la OTAN; el 73% no saben, todavía hoy, qué fue la guerra fría; el 40% no saben contra quién luchó su país durante la Segunda Guerra Mundial; en las elecciones del año 2000, aunque más de la mitad de los estadounidenses creían que Al Gore era más liberal que Bush, no sabían qué significaba ser liberal; y en la campaña reciente, sólo un porcentaje muy pequeño de personas, todas con grado universitario, han aceptado calificar a Donald Trump, en suma, de imbécil. Como Noam Chomsky, Dios lo guarde.

En España las cosas no son muy diferentes. Muchos catalanes piensan que la Guerra de Sucesión fue una guerra entre españoles y catalanes; muchos otros no se sabrían explicar qué significó el ascenso de la casa de los Trastámara en la corona aragonesa; y a muchos más -y esto es lo peor- les importa un bledo saber todo esto, o no saberlo. No puede haber ninguna democracia basada en la desinformación, en la mentira, en la manipulación, en la distorsión de la historia y, en suma, en una trabajada falta de "soberanía intelectual" de todos y cada uno de los ciudadanos. Si la cosa tiene que ir así, casi mejor ser gobernados por una aristocracia: no de sangre, sino de conocimientos y de ética».

Enlace al artículo completo de Jordi Llovet en Quadern (está en catalán): ¿Qué queda de la democracia?

4 comentarios:

  1. En efecto, hay doa américas diametralmente opuestas; una, ignorante y orgullosa de serlo, muy bien representada por Donald Trump. La otra, con estudios, es otra cosa, y dentro de ella, pues hay de todo, como en botica. Esta es la que quería representar Hillary, pero su escaso carisma y un punto de antipatía que no puede evitar la han llevado al desastre. De todas formas, lo notable de esas elecciones no es contra quién ha ganado Trump, que eso es lo de menos, sino el mero hecho de que un individuo así las haya podido ganar. Y lo que es peor: que es un maremoto mundial. Malos tiempos para la lírica... En cuanto al último párrafo del artículo, efectivamente, levantará ampollas.
    El Tapir

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    1. Completamente de acuerdo con usted, Tapir.
      En cuanto a lo de las ampollas, sí, las levantará entre aquellos (pocos) que lean a Llovet y que, además, piensen que es un sujeto pedantón, elitista y, además, "anticatalán". Luego, por las redes empieza a circular (como la sangre por las arterias, sin que nos enteremos mucho) y el resultado es que hasta los que no lo leen, ni lo han leído nunca, ni saben quién coño es ni les importa, echan enfurecidos exabruptos. Suelen funcionar las cosas así actualmente. Por suerte para él, creo que a Llovet "se la suda", aunque quede un poco grosero decirlo así.

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  2. Buen enlace, Uribe. Lo he puesto en twitter. A Llovet no lo tragan porque dice las cosas que no quieren oir, con información y conocimiento de causa.
    nvts

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    1. y siendo catalán de la ceba aún deben soportarlo menos.

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