El Tapir, por su parte, apostillaba: "A veces pienso que el exceso de información casi equivale a desinformación; o, al menos, a trivialización de contenidos. Lo que no cuesta esfuerzo no se valora. Y también pienso que en tiempos de Franco, o de la ahora denostada Transición, ningún dirigente político se habría atrevido a solidarizarse con un personaje como Trump. ¿Es eso lo que hemos avanzado?. De ser así, para este viaje no hacían falta alforjas" (sic). G.U. piensa que tienen su punto de razón ambos.
MJ replicaba, con su acierto habitual, en estos términos: "no se le puede quitar al Generalísimo de todos los ejércitos de entonces el protagonismo en cuanto a la miseria cultural y de pensamiento, también crítico, en que sumió al país" (sic).
Un debate interesante. En efecto, no interesaba para nada educar al pueblo y se trataba de reprimir cualquier asomo de pensamiento crítico que pudiera poner en peligro los sacrosantos Príncipios Fundamentales del Movimiento.
Homilía de G.U. |
De aquello apenas parece quedar nada: ni poesía comprometida, ni humor inteligente, ni librerías, ni revistas conocidas de pensamiento crítico, ni sindicatos útiles ni ná de ná. Tenemos, eso sí, el Interviu, el programa de Jorge Javier Vázquez (Sálvame) y los debates televisivos (futboleros o políticos) a base de berridos, el cine de Torrente, una enseñanza media y una universidad que solo miran hacia la vida laboral, la cultura del botellón, etc. Nos quedan también las secuelas del pujolismo y también un redivivo Lluis Llach, cantando La Estaca en Montjuic ante 40000 sujetos que dicen sentirse oprimidos: se ve que muchos no vivieron aquellos tétricos años de la dictadura o los han olvidado de prisa.
Dice a su vez Félix de Azúa, en su 'homilía' de hoy dedicada al sujeto del tupé amarillo, titulada Ya llegó:
[...] «Esta situación no es sino el resultado de la destrucción final de los restos de Ilustración que aún quedaban en Occidente. Es ingenuo creer que el bombardeo de estupidez televisiva, irracionalidad social, estafa educativa, publicidad mendaz, corrupción y pornografía informativa no iban a tener como consecuencia esta enorme bolsa de ciudadanos sin capacidad crítica. Ahora hay que pensar cómo se vuelven a llenar con valores civilizados las conciencias barbarizadas, las cabezas huecas. Tarea que requerirá, seguramente, otro siglo de trabajo».
A Franco se le pueden atribuir, en grado máximo de culpabilidad, miles de fusilamientos y encarcelamientos o el sometimiento (basado en la amenaza) de millones de personas durante varias décadas. Pero, por ejemplo, no se le puede -ni debe- acusar de que un montón de sinsustancias se dediquen a cazar Pokemons por las calles, aunque a alguno le haya servido para conocer que hay tal museo o cual monumento. Por primera vez en los últimos siglos se ha dado la circunstancia de que los actuales veinteañeros saben menos que sus inmediatos antecesores. Eso no puede ser culpa del que rindió honores a la parca hace más de cuarenta años, juzgado, por cierto, por la historia en términos más bien poco favorables. El problema, que lo es, viene dado por una colección de aspectos sociológicos que han fluido hacía la actual situación: pérdida del valor de anteriores referentes (por ejemplo, los maestros), pérdida importante del respeto, modelos de éxito (futbolistas, cantantes o famosetes) en los que la virtud es más bien dudosa muchas veces, levantamiento generalizado "del pedal" en los centros educativos y más cosas que, como no soy sociólogo, no voy a exponer. Sé que me ha quedado una explicación cercana a lo que piensan muchos "de derechas". No lo soy (todavía) pero, precisamente, que la izquierda no comparta muchos de esos valores, no deja de ser otro de esos factores.
ResponderEliminarMateo M.
Ya sé que lo sabe todo el mundo. Pero, bueno, no está de más recordarlo.
ResponderEliminarCosas que hizo Franco por la cultura. Fue responsable del exilio de unas 485.000 personas entre los cuales había escritores, pintores, actores y artistas. Estuvieron en otra parte. También lo fue de un conservadurismo social y reaccionario que acabó con medidas, como la coeducación, la educación laica o el divorcio, de la república. Dio poder al clero para controlar la vida social e intelectual del país. Expulsó a catedráticos de universidad (Aranguren, Tierno Galván, García Calvo) de sus cátedras por apoyar protestas estudiantiles. Con respecto a las mujeres, su política impuso un modelo de familia con subordinación de la esposa al marido y reducción de su actividad al ámbito doméstico (para abrir una cuenta en un banco o sacar el pasaporte a un hijo se necesitaba el permiso del marido). La libertad de expresión desapareció. Publicaciones como La Codorniz eran retiradas de la circulación apenas aparecían. Por supuesto, la historia ha juzgado al dictador en los términos que se merecía.
Claro que hubo movimientos de oposición al franquismo y que como consecuencia de ello se hizo posible toda una serie de manifestaciones culturales estupendas e irrepetibles.
Claro que no se puede acusar a Franco de las estupideces que cometen ahora un montón de personas, cuyo incierto nivel intelectual les lleva a seguir las modas más peregrinas. El atocinamiento de una parte de la población se debe, sin duda, a los aspectos que señala Mateo M.
Claro que valores como el respeto a las personas (a uno mismo también), por supuesto a los maestros que realizan su trabajo lo mejor que saben y pueden, el esfuerzo por aprender y hacer bien las cosas, el cuestionamiento de lo que nos dicen los medios de comunicación y los políticos, son o deberían ser comunes a derecha y a izquierda. En ese sentido, creo que no solo en las izquierdas, también hay gente “de derechas” a la que le importa un pepino todo eso. MJ