jueves, 24 de noviembre de 2016

Peligro con los "arquitectos estrella"

Alonso Carbonel fue un arquitecto albaceteño del XVII que construyó El Palacio del Buen Retiro, del que solo quedan en pie el "Salón de Reinos" y el "Casón del Buen Retiro". Sus antiguos jardines están ocupados hoy por el parque del Retiro.

Ahora quiere rehabilitarse el "Salón de Reinos" para ampliar el Museo del Prado y hoy han elegido para el proyecto a Norman Foster, en un concurso al que se presentaban arquitectos de gran prestigio, como Koolhaas (Casa de la Música, de Oporto), los españoles Cruz y Ortiz (remodelación del Rijksmuseum, de Amsterdam) o el portugués Souto de Moura (estadio de Braga).

Hay que decir que en el pasado se exhibieron allí bastantes obras de Velázquez que ahora están en el Prado, tales como "La Rendición de Breda" y los retratos ecuestres de Felipe III y Felipe IV. Luego se convirtió en Museo del Ejército y allí estuvo expuesto el coche en el que murió asesinado Carrero Blanco, cuando voló por el cielo de Madrid.

Fachada actual del "Salón de Reinos", obra de Alonso Carbonel (1640)
Fotomontaje de la rehabilitación del "Salón de Reinos", de Foster

fachada del "Salón de Reinos" (estado actual)

La propuesta de Foster, con la fachada vaciada
La polémica surge porque en la propuesta ganadora no queda prácticamente ni rastro de la fachada del pobre Carbonel (hablando en plata, que "no la reconoce ni su padre"). Estaba bien compuesta —en opinión de un lego en la materia como es G.U.— y ha quedado vaciada dejando solo las pilastras para dar luz a una especie de pasillo a triple altura, una solución muy en boga. Ese sujeto nunca gozó de gran prestigio (en Albacete ni tiene calle, aunque sí un pequeño pasaje en Madrid) y Norman Foster (el acaudalado marido de la doctora Ochoa) se lo ha acabado de quitar del todo, ninguneando su fachada de ese modo.

Va a ser extraordinariamente respetuoso con la memoria de lo que queda del edificio original del siglo XVII. Lo que queda son los restos. Las nuevas salas de exposición serán magníficas”, ha señalado José Pedro Pérez Llorca (un sujeto que fue ministro de Suárez felizmente recolocado, mediante puerta giratoria, como presidente del Patronato del Museo del Prado).

Algunos son más moderados que Llorca en el elogio, tal como podemos seguir en twitter («Los arquitectos siempre quieren dejar su sello pero el #SalónDeReinos era muy bello y el entorno maravilloso. Quizás muy extremo el proyecto») y otros hablan de vergüenza («Horror y vergüenza ante la decisión del @museodelprado y elegir el proyecto de #sirnormanfoster El #SalondeReinos se quedará en #salón»).

En cualquier caso, lo que está claro es que los arquitectos, sobre todo los "estrella", siempre quieren hacerse notar. ¡Menos mal que no se presentó Calatrava! Gente peligrosa con bastante frecuencia, pero en fin, ya se verá cómo queda. Tranquiliza saber que el presidente del jurado del concurso era Rafael Moneo, quien realizó en su día una ampliación muy buena del museo (opinión de G.U.) y quizá ésta también lo será, aunque sea a costa del obviado Alonso Carbonel.

4 comentarios:

  1. Me parece una majadería lo que quieren hacer. ¡Anda que no hay edificios vulgares a los que meter mano y convertir en algo digno! Pero los peores son los políticos que fichan a estos figurones... y van estos y les meten todo tipo de goles. Pero como los que pagan son los pardillos de los ciudadanos y el patrimonio común (sea económico o histórico). "Ahí me las den todas", tienen que decir los prebostes mientras se cascan una buena jamada con el arquitecto de marras, sin poder parar de sonreír (y con razón) en toda la velada en la que cierran la "operación". Todo se puede hacer pues hay otro factor fundamental: el desinterés abrumador de la gente hacia lo cultural. Eso sí, baja por impagos a mi equipo de fútbol y te monto dos manifestaciones en dos días.
    Mateo M.

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  2. Tampoco me gusta el resultado mostrado en el fotomontaje de la fachada rehabilitada, parece una nevera tumbada. ¡Con lo que me gustan a mí las tejitas esas grises!

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  3. Va a quedar muy distinto, quizás demasiado. Los arquitectos habrán dicho que luego será más funcional. Pero a saber.

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  4. Encantador fotomontaje el de Foster: chicas con shorts, minifaldas o maxifaldas, sombreritos, leggins; un cuarteto de cuerda tocando en plena calle seguramente una pieza de Boccherini (¿La Ritirata de Madrid, tal vez?), un mundo feliz y sin problemas paseando frente a esa especie de "nevera tumbada" (como la califica Anónimo 14:13) "extraordinariamente respetuosa" con el edificio original según el señor P. Llorca; un mundo en el que hay un solitario caballero con americana oscura, como si con ellos no fuera el asunto, en un espacio destinado a ser futuro pasto de vendedores de manolas, trileros, funambulistas, patinadores y fauna de toda especie y condición. ¿Por qué no ha sido lo honesto de incorporarlos a tan bucólica composición, a ver qué pasaba con ese civilizado cuarteto de músicos?

    En fin, a estos arquitectos estrella no hay quien los soporte, esas imágenes de un mundo feliz solo engañan a quienes les aúpan: los prebostes que manejan con tanta soltura el dinero público y luego se ponen medallas.

    Muchas gracias
    F.G.

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