martes, 1 de noviembre de 2016

Contra el referéndum

Gran Uribe es contrario a los referéndums y siempre lo ha sido, pero ahora todavía más que antes, con esa propaganda populista y desaforada que fluye por las redes sin firmante alguno y la comedura de coco del organizador, más potente que nunca (solo los tontos los convocan para perder). Empleó ese sistema, con gran soltura, un antidemócrata tan acreditado como Franco ¿Por qué sería? Por no hablar de otros sujetos de ese estilo, aunque se las den de 'demócratas'.

A Francisco J. Laporta, un tipo sensato, tampoco le gustan y nos explica el porqué en su artículo Contra el referéndum:


Viñeta de El Roto (30/10/2016)
«[La convocatoria de un referéndum] pasada por el filtro de los medios, decentes e indecentes, whatsapps, SMS, tuits y demás simplismos, esta supuesta variante de la democracia acaba por generar un veredicto político deformado por la ignorancia, la información sesgada y la alteración emocional. Pero, claro, como hablamos con metáforas ampulosas y decimos que “el pueblo” se ha pronunciado, quiere esto o lo otro, y cosas así, el engendro está de tal modo impregnado con la ilusión de la legitimidad que cualquiera que lo ponga en cuestión corre riesgos importantes.

[...] Nada hay de fundamental o cimentado en el resultado de un referéndum. Simplemente hemos convenido en que, así tomada, esa decisión es última. Ha hablado el pueblo, punto final. Esto es lo que hace de este método de toma de decisiones algo particularmente temerario, porque puede llevar a soluciones erróneas pero irreversibles.[...]

Francisco J. Laporta
Pues bien, debemos recordar que si se pretende que el voto de un ciudadano expresa sus preferencias, todos los problemas que tienen éstas se trasladan al sentido del voto. Ignoramos su intensidad, su coherencia, si son erróneas o acertadas, si están informadas o, como suele suceder, gravemente desinformadas, qué grado de apoyo o mutabilidad tienen, si son internas o externas, o como alguien ha dicho, si están bien o mal lavadas. Y en cuanto a su génesis —asunto crucial aquí— sabemos que las preferencias son influenciables, manipulables, formadas adaptativamente, inducidas, etcétera, es decir, no producto de la autonomía individual sino resultado de alguna inoculación externa.

[...] La configuración del orden democrático está pensada también para pedir responsabilidad a quien ejerce el poder. Pues bien, en el referéndum nadie es responsable de la decisión, ni se puede exigir a nadie que asuma sus costes. La idea de accountability, de dar cuentas, médula del proceso político en las sociedades abiertas, es imposible con este tipo de mecanismos decisorios, porque ¿a quién se le piden las cuentas?, ¿quién las da? Y ¿qué puede hacer el perjudicado por la decisión?, ¿cambiar de pueblo? 

Me parece que ya va siendo hora de que empecemos a vacunarnos contra ese nuevo sarampión político que lo cifra todo en huecas apelaciones al pueblo que no son sino el triunfo de la confusión y del simplismo».



2 comentarios:

  1. Pues si viviea por estos pagos tendría que tragar cada día y a cada hora , y por los medios afines, o sea los subvencionados (que para ellos hay mucha pasta) los tan manidos referendums.
    También recuerdo yo la tan traída LEY DE REFERENDUM NACIONAL, puesta por Paco en 1945.
    Si no hubiera interesado socavar el pensamiento del pueblo, al que se le puede manipular incluso con la pregunta, ¡ también lo hubieran refrendado ¡.
    Salut

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  2. A ver si se arregla de otra manera. MJ

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