El señor Mainat ha vuelto a nacer

Josep Mª Mainat (a la izquierda) cuando formaba parte de "La Trinca"

Nunca fue un hombre guapo, reconozcámoslo, pero supo brujulear desde joven. Cuando G.U empezó a estudiar Arquitectura en la ETSAB, él ya llevaba un par de años allí, aunque seguía en primero y fue compañero suyo de aula, donde era uno de los más holgazanes. Pero con su gafita de alambre de entonces, a lo John Lennon, daba bastante el pego, ligaba mucho y se relacionaba ya con gente de la "nova cançó" (un poco a lo mayo del 68), como Pau Riba o incluso Sisa. Estaba muy de moda aquello entre los "progres", como recordarán algunos de ustedes. 

Pronto se dio cuenta de que para eso de la arquitectura, ¡hum!, las salidas eran un poco chungas y había que estudiar mucho y, por tanto, no llegaría lejos en ese campo. Es entonces cuando arranca su carrera profesional, fundando un trío de chistosillos llamado "La Trinca", que a G.U. nunca le hizo la más mínima gracia. Y, cuando eso de la "nova cançó" pinchó del todo, se dedicó a la fabricación de telebasura, un género desde el que ha contribuido como pocos a que los españoles fuesen (o fuésemos) más idiotas todavía, y en el que se ha hecho muy, pero que muy, multimillonario.

Tuit que se vio obligado a borrar Mainat, por si menguaban los ingresos

Tras tener varias esposas (Rosa Mª Sardà no tardó en verle el plumero) y entrar un poco en decadencia, se agarró al procés como a un clavo ardiendo, donde destacó como un implacable "martillo de herejes" antiprocesistas. Aún recordamos cuando, en jornadas previas al 1-O (hoy hace tres años), hizo la gracieta de que a los independentistas que ese día detuviera la policia los metieran, en plan campo de concentración, en el estadio del Español (no del Barça). 

Y con cosas así es como, gracias a sus indudables méritos en este campo, ha podido tirar millas hasta ahora. Quiso rejuvenecer, tiñéndose el pelo de rubio y suprimiendo la gafita en aras de unas lentillas. Además de por el talonario, así es como captó a la que, según se dice, ha estado en un tris de llevarle al camposanto por la vía rápida. Y él, tan ufano.

Entrañable escena familiar en TV3, con Albert Om y su esposa Ángela Dobrowolski, en el programa "El convidat"

Hablamos de su actual esposa (Angela Dobrowolski) y  —presuntamente— frustrada asesina, una buscavidas treinta y seis años más joven, que no sabemos si estaba con él por su bella cara, es un decir, o por otros inconfesables motivos. En este último supuesto, tampoco es descartable que, al ver que se podía quedar sin pastuqui por el divorcio que ese sujeto estaba planeando a sus espaldas, decidiera "intervenir" por la vía de urgencia, aunque con escaso éxito por una evidente falta de profesionalidad, agravada por las prisas, que nunca son buenas consejeras en estos sórdidos asuntos.

El caso es que ahora parece ser que van a meter a esa señora entre rejas, como resultado de su fallido intento, vía un chute bestial de inyección de insulina (él tiene diabetes y ella estudia medicina), además de por falsificar la firma de su marido en algunos cheques. Un asunto de violencia "feminista" (por contraposición a "machista") que no es inhabitual, pero que no lo verán nunca publicado como tal, porque lo que no se nombra... "no existe". Y hasta aquí podemos leer.