La autora de la carta, una persona con la que G.U. está especialmente vinculado, incide en un aspecto que no se ha tratado suficientemente. Mucha gente acude en esta época a eventos y reuniones familiares o de amigos, aún sin tenerlo claro, por miedo a ser criticados, a que lo tomen a uno por pusilánime o por chalado, a que lo borren de la agenda y deje de sonar su teléfono. Y, entre los que declinan acudir, tampoco son muchos los que expresan el motivo; sobre todo abundan los que aducen alguna que otra falsa excusa, para no ser tildados de lo anterior.
A todos ellos, G.U. les anima a ser consecuentes y a no tener miedo a decir la verdad, con educación (por supuesto).
Captura de pantalla de EL PERIÓDICO (21/9/2020) |
[La edición digital tiene una errata, al poner PC en lugar de PCR. En la edición de papel, se suprimió el párrafo central]
Estoy totalmente de acuerdo con el texto de Ana. Pero dado los comentarios que ha suscitado, veo que muchos no diferencian entre el papel de las instituciones y la postura a adoptar por cada uno de nosotros. Las distintas administraciones deben tomar las medidas necesarias para prevenir y atajar el coronavirus dichoso (en lo que se pueda), pero nosotros como ciudadanos responsables tenemos que seguir las normas y, aunque nos fastidie, hacer lo que recomiendan las autoridades sanitarias. Por muy mal que pensemos que lo están haciendo los otros. Estupendo, Ana. MJ
ResponderEliminarLe hago un extracto, tomado al azar, de varios de los comentarios que ha suscitado el escrito:
EliminarDebemos concenciarnos de que cuando invitamos a un familiar o un amigo a un evento y decide no asistir, lo que antes era una descortesía ahora es parte de la nueva realidad: esa persona se está protegiendo de un posible contagio y además nos está protegiendo a nosotros en caso de estar contagiado y no saberlo.
La solución es bien simple, confinarnos todos hasta el día del juicio final, no sea que dejemos un rastro de cadáveres a nuestro paso. Ser cadaveres vivientes. Robots que solo trabajan y consumen. Creo que eso es lo que quieren que seamos
Si salimos a la calle, estamos expuestos a que nos caiga un tiesto, se descontrole un coche y nos arrolle ...en fin accidentes ... Estan creando una sociedad de histericos, con el problema añadido de que todos creen tener la razon observando un conjunto de normas nuevas, que no todas tienen su razon de ser, ni su rigidez es admisible. Volvamos a ser humanos, que toda esta histeria colectiva va calando en el subconsciente y no nos daremos cuenta y nos estaremos casando con los ordenadores y fabricando niños con probetas. Han habido otras pandemias, habran mas ... y siempre seguiremos ......
Los histéricos ya existían en buen número antes de todo esto y parece que están llevando muy mal el que les cambien, de repente, las reglas de juego que ya tenían por la mano para ir canalizando socialmente su inagotable histeria. Personalmente le cedo gustoso esa cuota de riesgo de la que habla en forma de maceta, coche o virus. Espero que sepa disfrutarla plenamente, asumiéndola tan de buen grado como predica con la ajena.
Su argumento hace aguas. La función del Estado es velar por la seguridad y la salud de sus ciudadanos, y minimizar los riesgos. Por eso se limita circular a más de 120km/h, se hacen controles de alcoholemia, radares, se exige el cinturón de seguridad, y se ponen rotondas, semáforos, pasos de cebra y bandas de frenado. Y como eso, todo.
A estas alturas, está bastante claro que la gravedad de la pandemia en España respecto a nuestros vecinos europeos tiene bastante que ver con factores culturales y sociológicos. Dicho de una manera más descarnada: tiene que ver con la estupidez humana en su versión española.
Eso que dice Vd. es complejo de inferioridad ....yo hablo de gestion, quien falla es el responsable, no el ciudadano, aunque sea comodo endosarselo. Seguir las medidas de seguridad no significa aislarse del mundo, el gobierno no puede prohibir las reuniones de grupos en casas privadas, eso es algo característico de las dictaduras, no de las democrácias.
Lo vemos a diario en las redes sociales y es asi en la realidad cotidiana. Vivimos una despersonalizacion individual, porque todo el mundo antepone su aceptacion por el grupo, y sus principios y criterios propios a menudo quedan diluidos ante la necesidad de caer bien, de ser aceptado e incluido. Tememos con verdadero terror la posibilidad de quedar marginado en el ambito en el que elegimos estar, de ahi que muy pocos se permitan el lujo de rechazar una cita, fiesta, celebracion o cena por arriesgada que pueda ser esa conducta durante este episodio pandemico.
Dejemos de ser humanos, seamos robots sin alma, y viviremos para siempre.U na vida de mier-da, si, pero eterna. Trabajar en solitario, comer en solitario, vivir en solitario, todo virtual... Vida virtual y sin peligro, o vida real y con peligros? Siempre se ha sabido que la vida empiza FUERA de la zona de confort. Pero los paranoicos lo niegan.
Hay que recordar que el autoconfinamiento no está prohibido. Lo que debería estar prohibido es confinar a los demás. Uno de los efectos colaterales, aparte de su letalidad que nadie pone en duda, al menos no yo, es el gran desgaste psicológico y emocional que está causando a la población. Que todo el mundo sea consciente que los años perdidos no se recuperan,
El pueblo no comete errores, es una FALSA PANDEMIA
El enlace es:
ResponderEliminarhttps://www.elperiodico.com/es/entre-todos/participacion/las-reuniones-con-amigos-y-familiares-el-gran-peligro-203274
He leído la carta, acertadísima, en EL Periódico, en lugar preferente, y también, aunque me costaba seguir leyendo tanta inconsciencia e insensatez, y tanto "mear fuera del tiesto", algunos comentaros subsiguientes. No me lo podía creer... No lo entiendo. Lo que sí voy entendiendo, visto lo visto, es lo que nos pasa.
ResponderEliminarGracias, Ana, por sensata, y por valiente.
¡Se las daré de su parte!
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