viernes, 7 de abril de 2017

Una escala en Capbreton, cerca de Bayona

En nuestro afán por no volver directamente a Barça después de unos días tan estupendos en San Sebastián, hemos decidido girar una visita relámpago al país vasco-francés, ya en la zona de las añoradas Landas. Esperemos que una fábrica de papel próxima no nos amargue la existencia como en Mimizan el verano pasado.

Y así es como hemos aterrizado en un hotel muy extraño de Cap Breton frente al mar, quizá con unas pretendidas resonancias de la arquitectura de las casas-barco (por ejemplo, el Club Náutico de San Sebas), y con una distribución un poco absurda (y la decoración también). Uno todavía no sabe cómo se duchará mañana, porque el baño es rarísimo y muy moderno, tanto que no sería descartable que le llamara poderosamente la atención a Pérez-Reverte, del que todavía recordamos su inspirado artículo de hace unas semanas, titulado Bienvenido, señor Pérez.

Y mañana, aprovechando que estamos al lado de Bayona, quizá intentemos realizar in situ una verificación realmente objetiva de las armas que entrega ETA, no sea que esos 'heroicos luchadores por la libertad del pueblo vasco' nos quieran dar gato por liebre otra vez, en connivencia con los verificadores escogidos para el teatrillo de mañana.

Hotel Baya, en Capbreton / (7/4/2017) / G.U.
Hotel Baya, en Capbretón / (7/4/2017) / G.U.
Los búnkers de Capbreton / (7/4/2017) / granuribe50.blogspot.com.es

El caso es que en Capbreton, lugar donde abundan los surfistas (un poco deprimidos porque la mar está como un plato), hay unas playas estupendas con los restos de antiguos búnkers de la segunda guerra mundial, construidos por los alemanes. El caso es que ahora constituyen unas esculturas maravillosas —que quizá firmaría gustoso el propio Chillida— modeladas por el trato inclemente del océano.

2 comentarios:

  1. Verdaderamente extraña estructura, G.U. Si que es curiosa.
    Y buen video sobre los bunkers...no hace tanto que pasó, y por lo que parece estamos inmersos en tra guerra mundial, pero esta vez al estilo posmoderno, o sea, individualizados.
    Salut

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  2. El hotel un poco estrafalario por fuera, pero puede que sea muy funcional.
    Ahí están, en esas playas espectaculares, los búnkeres destruidos por la naturaleza, impresionantes en sí y por lo que representan. Lo que pasó parece que no importe ahora, ya ven cómo vuelve a estar el patio. MJ

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