«Hace algunos años decidí no comprar ningún libro el día de la Fiesta del Libro. No se trata tan solo de mi vocación rebelde ante los mercaderes y sus eventos, se trata tambien de mi dificultad para lidiar con las aglomeraciones, los empujones, esa sensación de ahogo que me asalta. Además de mis prejuicios está una disposición anímica. Pudiendo ir a la librería cuando está silenciosa y solitaria como un buque abandonado en alta mar, ¿quién quiere someterse a los agobios de la masa?».
Pero en fin, a pesar de esta entradilla, a la que uno añadiría algo más, lo cierto es que seguimos calentando motores para mañana. Hace diez años —por estas fechas— se publicaba Barcelona amor final, de Joan Margarit. Gran Uribe no lo leyó entonces sino ahora y, si todavía está en circulación, es una buena oportunidad para llevarlo a casa en una jornada tan barcelonesa. Fue profesor de Gran Uribe en los lejanos tiempos de la Escuela de Arquitectura de los años setenta y es un excelente poeta en lengua catalana, quizá uno de los mejores (si no el mejor) que hay por estos lares hoy en día.
Decía Javier Cercas en el prólogo:
«De toda la dilatada obra de Joan Margarit, acaso este libro sea el más singular. No porque se trate de una antología diseñada por el propio autor, sino porque un espacio físico —no un asunto, ni el gusto ni el capricho, ni siquiera el mero azar— delimita la selección de los poemas. Ese espacio físico es Barcelona. Nadie espere hallar aquí una Barcelona de postal, ni una Barcelona costumbrista, aunque sí comparezcan muchos lugares emblemáticos de la ciudad. [...]
No, la Barcelona de los poemas de Margarit no es la Barcelona que registran los mapas, sino una Barcelona inventada; más precisamente: una Barcelona moral, una Barcelona áspera y desolada y sin embargo extrañamente hospitalaria, siempre con el rumor de fondo de una remota o no tan remota guerra perdida, una ciudad que es el "ámbito gris de la memoria" y que por ello mismo acaba convirtiéndose en un espejo del propio poeta bajo cuya superficie se dibuja, de forma casi indisimulada, una suerte de autobiografía moral». [...]
Diagonal y Escuela de Arquitectura / Xavier Miserachs |
Le han llamado especialmente la atención a Gran Uribe las referencias a la citada Escuela, en la que Margarit fue muy buen profesor y un servidor... un mediocre alumno. Muchos recuerdos nos concita ese lugar, la verdad (probablemente El Tapir sepa de qué estamos hablando). También muestra un gran cariño, que uno comparte, hacia el arquitecto Coderch, al que dedica una sentida elegía, de la que reproducimos un fragmento.
Los textos están en catalán en el original pero el propio autor los tradujo al castellano, idioma en el que los reproducimos como deferencia a los numerosos (ejem) seguidores del blog allende las 'fronteras catalanas' (ejem, de nuevo).
Creo que también fue profesor de F Cornadó, mi gran amigo, y con el que comparto la página Escritores Recónditos.
ResponderEliminarSalut
Yo tampoco compro libros el día de la Fiesta del Libro. Se puede celebrar otro día. MJ
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