domingo, 16 de abril de 2017

Pablo Iglesias y el habla de los imitadores

Gran Uribe sabía que Javier Marías no tardaría en reaccionar a la ridícula interpelación de Pablo Iglesias en el Congreso:

[...] «Ninguno hablamos de una sola manera, ni poseemos un léxico tan limitado (pese a que hoy se tienda a reducir al máximo el de todo el mundo) que no podamos recurrir a diferentes vocablos y registros según nuestros interlocutores y las circunstancias. A menudo nos adaptamos al habla de los otros, en la medida de nuestras posibilidades. Desde luego, para ser mejor entendidos, pero también para protegernos y conseguir nuestros propósitos; para caer bien y resultar simpáticos, ahuyentar la desconfianza, llamar la atención o no llamarla. A veces lo hacemos para quitarnos a alguien de encima y blindarnos, para excluir y subrayar las diferencias, incluso para humillar y decirle a un individuo: “No eres de los míos”. La lengua sirve para unir y para separar, para acercar y alejar, atraer y repeler, engañar y fingir, para la verdad y la mentira. [...]


Tras unos años desde su nacimiento, sabemos que si algo distingue a Unidos Podemos es que sus dirigentes simpatizan con buena parte de las vilezas del mundo (el chavismo, el putinismo, el entorno proetarra, los tuits venenosos), y se apuntan a casi todas las imbecilidades vetustas. Una de las más recientes ha sido proponer en el Congreso un léxico “de la calle” (“Me la suda, me la trae floja, me la bufa, me la refanfinfla”, ya saben), o, como también han aducido, “un lenguaje que entienda la gente”. 

Con esas argumentaciones han demostrado su señoritismo y su enorme desprecio por lo que ellos llaman así, “la gente”, que viene a ser una variante del antiguo “pueblo”. ¿Acaso piensan que la gente carece de la capacidad antes descrita, de cambiar de registro según el lugar, la oportunidad y los interlocutores? Tampoco “el pueblo llano” habla de una sola manera, ni es tan lerdo como para no entender expresiones como “me trae sin cuidado” o “me resulta indiferente”, que son las que probablemente habría pronunciado la gran mayoría, de haberse encontrado en el Congreso. 

[...] Quienes hablan así todo el rato (con deliberación, esforzadamente) no son los trabajadores ni “las clases populares”, sino los imitadores que se quieren hacer pasar por ellos y así creen adularlos. La insistencia en ese léxico resulta siempre artificial, impostada, una farsa. Lo propio de todo hablante es oscilar, pasar de un estilo a otro, adecuarse a cada situación y a cada interlocutor. A veces por deferencia hacia éste, a veces por conveniencia. 


Javier Marías (Foto de Jordi Socías)
Todos somos capaces de instalarnos en lo grueso, nada más fácil, está al alcance de cualquiera, lo mismo que mostrarse cortés y respetuoso. Ninguna de las dos opciones tiene mérito alguno. Ahora bien, elegir la primera con pretextos “ideológicos”, con ánimo de “provocar”, en una época en que en todas las televisiones se oyen zafiedades sin pausa –se han convertido en la norma–, es, en el mejor de los casos, de una puerilidad sonrojante. En el peor, de una estupidez supina, y además clasista».


Enlace al artículo de Javier Marías: 'Estupidez clasista'

3 comentarios:

  1. O imagínense a miembros de la fiscalía, abogacía o judicatura en un juzgado, diciéndose entre sí, o a un acusado, o a un testigo "Cállese hijo****". Para que lo entienda todo el mundo. MJ

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  2. Y El Tapir sabía que G.U. no tardaría en reaccionar al leer el artículo de Javier Marías. Y por cierto, qué artículo tan acertado y oportuno el de Javier Marías. esperemos que se pase pronto esa desagradable moda instaurada por algunos miembros destacados de Podemos y seguida con mayor o menor fortuna por ciertos politiquillos del tres al cuarto para hacerse simpáticos a "la gente". Esperemos que alguno de ellos lea el artículo de J. Marías o, en su defecto (aunque más difícil), el blog del Gran Uribe, y se sienta ridículo (no lo creo)...
    El Tapir

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  3. Magnífico artículo, yo también esperaba verlo en el blog, aunque no creo que haga la menor mella en el señor Iglesias, que tonto no es, y sabe muy bien lo que busca, y lo que encuentra, con tanta "estupidez supina". No es el único -véase Trump, y otros- que usa ese tipo de lenguaje de una manera deliberada para atraerse, y acercarse, a un determinado público.

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