G.U. sigue en la fase 0 (o también llamada «primera fase» por Dr. Sánchez), y
lo que le queda... Entretanto, que lo sepan, no madruga mucho, pero revisa
blogs y diarios digitales, lee bastante y después ejerce de cocinillas, que
lleva su rato. Ha sustituido los telediarios (a los que se ha autoprohibido
asomarse, en defensa propia, salvo al de A3 de Vicente Vallés —un periodista como hay pocos en televisión—) por las WebCam de SEO/BirdLife de sus aves
predilectas, que le arrullan mientras come. Después, ve «Tu Tiempo», de
Roberto Brasero en A3, y, a la hora del café, documentales de animales en la
TV2 o alguna película antigua de acción en TRECE; y dormita.
Después, bebe té frío, barre el piso con una escoba elécrica Rowenta, oye
música, cuida su maltrecha rodilla mediante electroestimulación mientras
paladea su gin tonic de media tarde en la terraza; luego, si se tercia
y tiene algo que decir, pone algo en el blog, y, acto seguido, pasea por el
piso, prepara la cena, etc. Del uso de la lejía, de detergentes y de las otras
numerosísimas tareas caseras (que se han multiplicado durante el encierro) se
ocupa doña Perpetua.
Bueno, al acabar con estos asuntos, y después de ir a tirar la basura, vemos
un rato la TV. Y, ya en la cama, a continuar leyendo. En fin, esta es la
modesta crónica de un día de confinamiento de este bloguero. Nada importante y
todo un poco banal, sin mucho (o ningún) interés para nadie, como ven ustedes.
Pero publicar aquí sus impresiones o dar cuenta de su día a día es la manera
de G.U. de entender el blog. Pero «es lo que hay», como se dice ahora.
[Pero quizá esa nulidad temática sea más relevante en cuanto a actualidad
doméstica que lo que refleja la mayoría de los múltiples blogs que consulta
G.U., que no dicen "esta boca es mía" acerca de lo que hacen en este tiempo;
es una lástima, no por chafardeo sino por curiosidad y por si nos dan ideas
para llenar el tiempo. Ya se sabe que muchos quieren «trascender», y hablar de
futilidades les parece poca cosa. O quizá sea por aquello de preservar
nuestros «datos». Aunque, si es por eso, no se preocupen: la «privacidad» la
perdimos hace tiempo y no hay vuelta atrás].
Dicho lo cual, no nos despistemos y vamos a lo que íbamos. Ayer daban en
Movistar una película coreana muy galardonada, que sus hermanos habían
«valorado positivamente». Pero llegó el estado de alarma y el cine se acabó.
Ahora ha aprovechado el asunto para verla en casa. Se trata de
Parásitos. Es curioso, porque crees durante muchos minutos de la película estar ante
una comedia ingeniosa y al final descubres que se ha tornado en una parábola
amarga.
Nada más lejos de las intenciones de G.U. recomendar músicas, pinturas,
novelas o películas (buenas, alegres o tristes). Eso es algo tan personal e
intransferible... Se limita a exponer aquí lo que le ha gustado a él en ese
momento.
Un momento de la proyección de Parásitos en casa de G.U. |
Parásitos cuenta con buen ritmo la inmersión progresiva de una
familia de gente del lumpen —pero bastante pícara y muy espabilada, que vive
hacinadamente en un pisito modesto— en la supermoderna mansión diseñada por un
arquitecto-estrella. Y se introducen en la feliz existencia de otra familia a
la que les sale el dinero por las orejas y que, además, son tan educados y
generosos como tontos.
Consiguen sucesivamente, uno tras otro, empleo en ella ocultando sus lazos
familiares, utilizando magistralmente la farsa y el engaño, derrochando
psicología, haciéndose imprescindibles para los ricos. Éstos encuentran
encantadores a sus sirvientes, les otorgan su confianza, pero también
descubren que todos ellos desprenden un olor común, como el de la gente que
pasa su vida en el metro, un medio de transporte que —por cierto— confiesan no
haber utilizado nunca.
La familia de "pícaros" en su casa y en "la otra" |
En efecto, la imbricación de esos mundos tan distantes siempre fue complicada,
y en esta película encontramos un ejemplo. El caso es que lo que empezó como
comedia, tal como decíamos, acaba en una desencantada historia, llena de
pesimismo.
Hay un momento, cuando son descubiertos por los dueños pegándose un fiestorro
en su casa, en que huyen despavoridos hasta encontrar su modesto pisito
inundado por una especie de tsunami y acaban refugiados en el polideportivo,
junto con todos sus vecinos. En el sótano del casoplón han dejado algo que no
desvelamos. Y aquí empieza un desesperanzado diálogo entre el padre y el hijo:
—«Papá, has dicho que tenías un plan ¿qué vas a hacer con los del sótano?
—¿Sabes el plan que jamás falla? No tener absolutamente ningún plan. ¿Sabes
por qué? Cuando haces planes nunca salen como esperabas. Mira a tu
alrededor. ¿Crees que toda esta gente pensó: «Vamos a pasar la noche en un
polideportivo»? Pero fíjate, todos durmiendo en el suelo, incluidos
nosotros. Por eso nunca tendríamos que hacer planes. Si no existe un plan,
no hay nada que pueda fallar. Y si algo acaba descontrolándose totalmente,
tampoco importa. Si matas a alguien o si traicionas a tu país, nada importa
una mierda. ¿Entiendes?».
Les dejamos con un trailer de la película (muchas películas son mejores
que los trailers correspondientes).
Me hago viejo.
ResponderEliminarQuiero películas como la propaganda china que tengo debajo de casa, en la peluquería, con "final feliz".
Estoy aburrido de pandemias, muertes, desolación, presidentes mediocres, amenazas del pago de pensión, corralitos argentinos, primas de riesgos inasumibles, ministras de economías contra ministros de a dedo, peleas partidos, batallas de intransigencias y querencias sin devolución, y es por ello que quiero pelís a lo Prety Woman o similares.
Me hago viejo y mi corazón ya no está nada más que para sonrisas y finales que se ven venir.
Un abrazo
Salut
Yo también me hago viejo. No me gusta mucho que me amarguen la vida, ni siquiera en una película. Bastante tenemos ya con la inseguridad que produce ver a un sujeto de la calaña de Otegui exhibiendo como oro en paño un documento, conocido por el trilero Dr. Sánchez, tramitado a escondidas del Congreso y del Consejo de ministras y firmado por la indocumentada Lastra (presidenta del club de fans del mencionado doctor), el pobre Echenique (mejor que dé de alta al personal a su servicio antes firmar nada y dar lecciones) y la proetarra Mertxe no sé qué, dos de los cuales albergan como única aspiración actual la de trocear el Estado, romperlo y hacerse los amos de su finca, cada cual la suya.
EliminarY todo para la supresión total de la Reforma laboral (la que permite los ERTE), argumentando que es lo que se firmó en el Pacto de Gobierno, lo cual no es cierto, porque solo se firmó abolir tres artículos. Y, entre tanto, mercachifleando con la salud de los españoles, lo cual resulta bastante apestoso.
En fin, no me extraña que estés aburrido, Miquel. Yo también. La cosa no pinta bien pero a mí que me registren.
Una película estupenda.
ResponderEliminarEl secreto está en el sótano. Hasta el final demoledor. MJ
Para mí, y no soy cinéfilo, una buena película con unos premios merecidos, lo que no suele ser corriente.
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