domingo, 17 de febrero de 2019

La política y la parodia

¡Uf, qué tiempos! En aquellos años —hablamos del final de los años setenta y primeros ochenta— Gran Uribe se tomaba muy a la tremenda estas cosas, porque pensaba seriamente que nos jugábamos mucho y que las cosas podían cambiar. Por un lado estaban los líderes y lo que proponían, que nos tomábamos al pie de la letra, y por el otro estaba la parodia que pudiéramos hacer de ello, que la hacíamos también, a nuestro modo de aquel momento (éramos más jóvenes).

Pero es que ahora, quizá por los años, uno tiene la sensación de que cada sujeto de esos que van a salir a pedirnos el voto en breve es ya una parodia de sí mismo. Quien esto escribe ve las cosas de otra manera a la de entonces y busca solo los aspectos que le hagan reír o sonreír, quizá porque intuye que ninguno de esos tipos que se presentan vayan a cambiar absolutamente nada, ni siquiera cree que se lo propongan. Da un poco de pena haber llegado a esto, pero...

A Enric González, el hijo del escritor y periodista Francisco González Ledesma, parece ser que le pasa algo parecido, y nos lo explica muy bien en su columna de hoy, titulada precisamente Parodia, de la que extraemos algunos párrafos:


«Me parece que las elecciones, antes, eran más serias. Disculpen que me ponga cebolleta (ya solo los ancianos o los friquis recordarán quién era el abuelo Cebolleta), pero aquello era otra cosa. [...] Eran otros tiempos; España salía de la oscuridad franquista, se enfrentaba a la oscuridad etarra y, en un país atrasadísimo respecto a Europa, casi todo estaba por hacer. Nos tomábamos las cosas en serio. Tanto, que hasta los chistes se hacían con solemnidad. Pienso, por ejemplo, en aquello de que ABC nombrara "hombre del año" a Jordi Pujol. Los políticos mentían, claro, y lo aprendimos pronto (aquel mefistofélico "OTAN, de entrada, no" de Felipe González, respondido con el Cuervo ingenuo de Javier Krahe)

Joaquín Sabina y Viceversa, con Javier Krahe; En directo, Cuervo ingenuo; Ariola (1986) 

»Sin embargo, ellos intentaban simular que decían la verdad y nosotros intentábamos simular que les creíamos. Porque existía un amplio margen entre la política y la parodia.

Ahora, díganme: ¿puede alguien hacer una parodia de, por ejemplo, Pablo Casado? No. Es posible imitarle y resultar por ello hilarante, pero no parodiarle, porque ese hombre lleva su propia parodia incorporada. No hablemos de Quim Torra ni de la declaración de independencia de la República Catalana, que, como admitió Joaquim Forn ante el Tribunal Supremo, fue en realidad una parodia de una declaración de independencia. Cómo deben de carcajearse quienes le votaron y le creyeron. El Pedro Sánchez que gobierna es desde el principio una parodia en Falcon y Ray-Ban del Pedro Sánchez que presentó la moción de censura contra Mariano Rajoy para formar "un Gobierno de transición" que recuperara la "normalidad" y convocara "cuanto antes" unas elecciones. (Nótese el efecto cómico que adquieren hoy las expresiones “normalidad” y “cuanto antes”). Ya todo es autoparódico: Santiago Abascal a caballo, Ortega Smith con loden, Albert Rivera camuflándose en la plaza de Colón para que no se note mucho que sus aliados son sus aliados, Pablo Iglesias como caudillo de un partido llamado Unidos, je, Podemos, je, je. 

Espero con cierta ansiedad la propaganda electoral. No me importa que me mientan, siempre lo hacen. No hace falta que me cuenten lo mal que van las cosas, porque ya lo sé. Lo que exijo es risas. Muchas».

1 comentario:

  1. A mí también me parece que antes era distinto. Sobre todo creo que los políticos, en general, tenían otro nivel. De entrada, como dice Enric González, con algunos ya nos estamos riendo de lo lindo. Veremos si luego nos reímos tanto. MJ

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