domingo, 20 de julio de 2014

Cazuelas en los quirófanos

Uribe ve poco la televisión hoy en día, aunque en sus buenos tiempos llegara a ser un televidente experto, y hay testigos que pueden avalarlo. Pero ahora, cuando lo hace, no le resulta raro encontrarse a una serie de individuos vestidos de cocineros elaborando cosas en general absurdas, zaheridos por unos engreídos tiranos que les suelen someter a todo tipo de vejaciones. En esta faceta destaca especialmente un orondo sujeto llamado Chicote, que debe de ser hijo del coctelero del franquismo, Pedro Chicote.
Y si cambia de canal y sintoniza uno de aquí, procés soberanista, clarotambién en su versión gastronómica: boletaires diversos, fabricantes de ratafía catalana, salchichones de Vic o butifarras de La Garriga, cuando no odas a Ferran Adrià o al Celler de Can Roca. Un agobio.

Javier Marías en su artículo de hoy en "El País Semanal" escribe sobre ello, aunque luego deriva hacia el tema de los temas médicos en los telediarios, de ahí lo de "en los quirófanos":

Javier Marías"La única razón que veo para echar de vez en cuando una ojeada a los programas de las televisiones españolas (o a las de cualquier país) es hacerse una leve idea de lo que interesa y atrae a la población. Y desde hace unos años da la impresión de que España es un lugar en el que la gente come a dos carrillos, a todas horas y sin cesar. 
[...] Da igual que uno encienda la televisión a media mañana o media tarde, cuando en principio no toca ninguna ingesta; allí están individuos guisando, preparando repugnantes platos, amonestados e insultados por chefs bordes, perdonavidas y con pinta “artística”. Si digo “repugnantes” es por dos motivos: nada revuelve tanto como ver comida a deshoras, cuando uno está saciado o carece de todo apetito; el otro es subjetivo: a mí me resulta asqueroso contemplar el proceso, además de tedioso. Sólo me interesa el plato cuando está acabado y listo para su consumición, y no las numerosas manipulaciones a que ha sido sometida la materia prima. Me aburriría infinitamente que me mostraran paso a paso cómo se ha compuesto un libro, una película o una canción. ¿Se imaginan programas enteros dedicados a que escritores aficionados expliquen por qué quitaron tal adjetivo y pusieron tal otro, o cómo lograron que las frases tuvieran ritmo? Qué sopor. Pues sería el equivalente a esos concursos y lecciones en los que se desmenuzan los ingredientes de una salsa o se explica cómo hay que despedazar un colibrí. Un país de comilones (no me extraña la creciente cantidad de obesos), una nación animalesca, canina".




Enlace al blog de Javier Marías: Cazuelas en los quirófanos

1 comentario:

  1. Hay cierta dosis de sadomasoquismo en la relación que se establece entre esos tiranillos y los pobres concursantes que, encima, les lamen servilmente los pies y hasta parecen agradecer que les den palos.
    Estoy esperando el día en que alguno de ellos se les rebele y les espete, a lo Fernán Gómez, "¡Vaya ustezzz a la MIERDA!" No he logrado soportar más de cinco minutos ninguno de esos programas y eso que la oferta no es para tirar cohetes... Un abrazo,
    El Tapir

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